AHORRA EN LA COCINA
Para llegar holgadamente a fin de mes, ahorrar en esta partida es vital. Te contamos cómo conseguirlo sin renunciar a comer bien.
SiSi echamos cuentas, en la cocina “invertimos” una parte muy importante del sueldo, no solo en alimentos sino también en la energía que se nos va al conservarlos o cocinarlos. Por ello debemos gestionarla bien para gastar menos sin dejar de comer de forma saludable. Y esto va más allá de planificar un menú semanal en base al que elaborar una lista de la compra y ceñirnos a ella al ir al supermercado. Te damos las claves para conseguirlo.
Aprovecha al máximo la comida
Según la ONU, un 17% del total de alimentos disponibles para el consumo acabaron en la basura en 2019 y la mayor parte del desperdicio se produce en el hogar, lo que supone un gasto considerable.
• Cocina ajustando las raciones. Es lo ideal para que no sobre, pero es cierto que no siempre es fácil.
• Guarda las sobras. En recipientes bien tapados y llenos, para evitar la presencia de aire, que es el responsable de la oxidación. Puedes mantenerlas así hasta 4 días.
• Recetas de aprovechamiento. Según lo que haya sobrado, puedes “reciclarlo” haciendo canelones, pizza, quiches, tortillas… Si es fruta, en batidos, macedonias, compotas, mermeladas, chutneys…
• Haz una comida de sobras. Cuando tengas unos cuantos restos difíciles de “reciclar”, reúnelos en una comida para darles salida.
• Si llevan unos días en la nevera. Cuece los alimentos antes de que se estropeen; aunque no vayas a comerlos ese día, les alargarás la vida.
• Saca más zumo de la naranja.
Para ello, solo tienes que calentarla unos segundos en el microondas (vale para todos los cítricos que vayas a exprimir).
• ¿Te ha sobrado pan? Haz picatostes, pan rallado, puddings, torrijas…
• Plantas aromáticas. Si tienes que comprar tomillo, romero, orégano, eneldo o menta frescos para una receta, suelen desaprovecharse. Si los cultivas, puedes coger solo lo que necesitas y tener para otras veces.
• Harina, a la nevera. Cuando suba la temperatura, guarda la harina, el arroz… en recipientes herméticos en la nevera, para evitar que el calor haga que salgan bichitos.
• Al preparar los ingredientes. No tires por sistema las pieles de las verduras o las partes menos nobles del pollo o el pescado. Guárdalos para hacer caldos o fondos.
• Aprovecha el líquido de las latas. El aceite del atún puede servir para un sofrito o para aliñar una ensalada. Y el escabeche de los mejillones, para añadir a una mayonesa.
Gestiona bien tu despensa
• El mejor lugar. Búscale un emplazamiento fresco y seco, lejos del horno y de la ventana.
• Organízala. Pon delante los alimentos que deban consumirse con prioridad –no los que acabas de comprar– y al fondo los que tengan una duración mayor.
• No acumules. Es bueno tener repuesto de algunos alimentos, pero sin acumular, porque pueden llegar a estropearse.
• Etiqueta con la fecha de compra. Ponla en alimentos o recipientes que no incluyan fecha de caducidad, por ejemplo, los comprados a granel.
• Ajos, cebollas y patatas. No los dejes en bolsas de plástico y almacénalos en una zona de la despensa ventilada y oscura.
• Revísala semanalmente. Al hacer la lista de la compra, tras preparar el menú semanal. Así no volverás a comprar productos que ya tienes.
Las bolsas de congelación de silicona y los PAÑOS DE COCINA ahorran al poder usarse muchas veces.
Así pondrás tu nevera en “modo ahorro”
Este electrodoméstico representa el 19% del gasto total en electricidad de nuestro hogar, pero este gasto puede aumentar o disminuir en función del uso que hagamos de él. • Sitúala bien. Debe estar lejos de fuentes de calor como el horno o los fogones, y procura que su parte trasera pueda respirar separándola unos 5 cm de la pared. Si no, el motor puede sobrecalentarse y aumentar el consumo un 15%.
• A la temperatura correcta. El termostato de la nevera debe estar a 5 ºC y el del congelador a –18 ºC. Bajar más la temperatura aumenta el consumo un 5% por grado.
• Mejor llena que vacía. Aunque parezca contradictorio, tenerla llena ahorra energía –lo mismo pasa con el congelador–, porque los alimentos ya fríos ayudan a mantener la temperatura. Si se va vaciando a medida que pasa la semana, rellena los huecos con táperes con agua, para que ayuden a mantener la temperatura.
• Descongela en la nevera. No solo ahorras la electricidad de tener que usar el microondas para hacerlo (no hablemos de hacerlo con agua caliente), sino que ayudas a mantener la temperatura del frigorífico.
• No abras demasiado el frigorífico. Cada vez que lo abres estás perdiendo hasta un 7% de energía (y si te quedas plantada delante, más).
• Evita que se formen placas. Si hay placas de más de 3 milímetros en el congelador, menos enfría. También hay que evitar la escarcha de la nevera.
Cómo llenas la nevera también importa
• Organiza la compra antes de abrirla. Tenemos costumbre de ir abriendo y cerrando la nevera poniendo primero alimentos más “delicados” como el pescado y, al final, la verdura. Pero ahorras más energía si organizas todo lo que tiene que refrigerarse antes de abrirla y entonces lo guardas de una vez.
• Desempaqueta. Si compras alimentos empaquetados, quita los envases al llegar a casa, antes de abrir la nevera. Por ejemplo, los cartones de los yogures o el plástico que envuelve la lechuga (la mantienes fresca más tiempo envuelta en un paño húmedo).
• Solo alimentos fríos. Si pones en la nevera o el congelador alimentos cocinados aún calientes fuerzas el motor del aparato y gastas más (y estropea otros alimentos).
• Un “espacio para el picoteo”. Gastamos mucha energía teniendo la puerta de la nevera abierta buscando algo que picotear. Mejor dedica ya un espacio a este fin (y procura que sea picoteo sano).