RECUERDOS VIVOS
Decía Oscar Wilde que el recuerdo es como un diario que todos cargamos con nosotros. Recuerdos que guardamos en estantes, en esa librería llena de tomos, como cuenta en sus versos poéticos el malagueño Javier Gilabert: «Me sorprende que quepa / la vida en los estantes/...»
En ese mar de recuerdos que es la vida, resulta fascinante la lucidez de las mentes maravillosas, aquellas que con la edad siguen abriendo esas páginas del libro de los recuerdos y narran historias como si las acabaran de vivir, capturando con su narrativa envolvente. Mentes claras que revelan que su cerebro se mantiene sano, que sus redes neuronales custodian la memoria, atrapando los recuerdos, manteniéndolos y después poniéndolos a disposición para ser recuperados.
Al nacer, el cerebro tiene tantas células como estrellas la Vía Láctea. Cada célula tiene aproximadamente diez mil conexiones con otras células. Todo un universo interconectado. Pero mantener todas esas conexiones supondría un coste energético tan alto que el cerebro se pasa la vida acortando aquellas que no se usan.
Como dos caras de una misma moneda, incluso en la edad adulta, a la par que se da esa poda selectiva, se van creando nuevas conexiones y la clave está en las experiencias. Compartir con los demás, socializarse, emocionarse, alimenta al cerebro y ayuda a retrasar los síntomas del deterioro cognitivo, tanto como una buena alimentación o evitar tóxicos.
Nunca es tarde para empezar a cuidar el cerebro, porque es plástico y cambia en cada momento, con cada experiencia, con cada pensamiento.
En este número te contamos cómo mantenerlo en forma, cuidando la memoria y alejando la enfermedad neurológica. Recuerda que cuando acabes de leer este número, tu cerebro ya habrá cambiado, no será el mismo, pero para que se graben esos cambios es preciso la repetición, mantener los hábitos sanos en el tiempo. Pura magia que mantiene más vivos los recuerdos.