Especial salud
Puedes tomar medidas para mantener tu cerebro en forma y alejar las enfermedades neurológicas. Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para empezar.
Tu cerebro, más joven
Acualquier persona en torno a los 40 años le interesa tomar medidas para reforzar la salud de su cerebro. Conforme cumplimos años, una de las principales inquietudes es no perder memoria o mantener la capacidad de concentración. Está en nuestra mano tomar medidas de estilo de vida y nutricionales para proteger las neuronas y satisfacer sus necesidades. La recompensa será un cerebro joven durante muchos años. Estudios científicos. Son medidas que tienen el aval de los estudios científicos, como nuestro trabajo publicado en la revista Aging. A partir de estas investigaciones hemos desarrollado un protocolo
que hemos denominado ReCODE y que incluye una serie de alimetos, complementos nutricionales y otros componentes que fortalecen el cerebro y sus capacidades.
EVITAR EL DETERIORO
La investigación sobre las causas de la enfermedad de Alzheimer ha contribuido a descubrir formas concretas de proteger a las neuronas. La teoría clásica explicaba que el Alzheimer era debido a la formación de placas de amiloide, una proteína pegajosa que se acumula entre las neuronas y con el tiempo produce daños devastadores. Pero no se sabía por qué proliferaban las placas de amiloide. Ahora sabemos que su producción forma par
te de una respuesta defensiva del organismo frente a distintas amenazas que a partir de un momento determinado se escapa de control.
CAMBIAR EL ESTILO DE VIDA
Un proceso protector. Observar la multiplicidad de factores que contribuyen al desarrollo y la progresión del Alzheimer nos ayuda a entender cómo prevenir el proceso. Y esa lista de factores nos permite evaluar cuántos de ellos están presentes en nuestra vida diaria. Evita los malos hábitos. Cuanto más tiempo pases llevando un estilo de vida perjudicial (estrés, dormir poco y mal, comer a altas horas de la noche, no hacer ejercicio, consumir bollería industrial, lácteos, azúcar, gluten, tomar medicamentos que reducen el ácido estomacal o estatinas, etc.) más probable es que estés dañando tus capacidades mentales. Neuroamenazas. Es posible que ya estés expuesto a una o más de las tres neuroamenazas: inf lamación, falta de moléculas neuroprotectoras o exposición a sustancias tóxicas. Pero estás a tiempo de evitarlas y reforzar la resistencia de tu cerebro para hacerles frente. Cuidar el metabolismo. Dos de las amenazas, la inf lamación y la carencia de moléculas que favorecen la cognición, están íntimamente ligadas al metabolismo. Este, a su vez, es una función determinada por nuestra alimentación, nivel de actividad, genética, exposición al estrés y manejo del mismo. Otros trastornos. No es ninguna sorpresa que muchos de los trastornos que incrementan el riesgo de Alzheimer –desde prediabetes a obesidad, falta de vitamina D y estilo de vida sedentario– sean resultado de cuánto y cómo comemos y nos ejercitamos.
CUIDAR TODO EL CUERPO Todo está interrelacionado. El organismo humano es un sistema muy complejo. En lugar de concebir el cerebro como un órgano distinto del resto del cuerpo, debemos reconocer que nuestras células y sis
Los mismos malos hábitos que favorecen la obesidad, la diabetes y enfermedades crónicas son un peligro para el cerebro.
temas fisiológicos funcionan como un conjunto. Lo que hace que un sistema prospere o falle suele hacer que otros sistemas, al parecer no relacionados, prosperen o fallen también. Si prevenimos y, en todo caso, corregimos desequilibrios en nuestra bioquímica básica, podemos prevenir y aliviar las disfunciones antes de que la enfermedad se desarrolle.
Ir a la causa. Atacar un síntoma que surge después del desarrollo de una enfermedad, como suelen hacer la mayoría de los métodos convencionales, es muy distinto a atacar la causa de raíz de una enfermedad a nivel celular. Dicho de otro modo, queremos atacar la raíz del deterioro cognitivo y resolver cualquier desequilibrio antes de que se vuelva irreversible.
UN PLAN COMPLETO
En el inicio. Las bases que se deben abordar para revertir el deterioro cognitivo y disminuir el riesgo de empeoramiento en el futuro son: inf lamación/infección, resistencia a la insulina, agotamiento de hormonas y nutrientes de respaldo, exposición a toxinas y reemplazo y protección de las conexiones cerebrales (sinapsis) perdidas o disfuncionales.
Conocer todos los riesgos. Hay muchos factores potenciales o anormalidades que contribuyen al deterioro cognitivo y al riesgo de desarrollarlo. En un inicio, nosotros identificamos 36, y desde entonces hemos identificado algunos más, aunque no son cientos, ni mucho menos miles. La prevención efectiva y la reversión temprana requieren conocer el estatus de cada factor: si has estado expuesto a toxinas específicas de moho llamadas micotoxinas, por ejemplo, o si la concentración de moléculas inf lamatorias en sangre es demasiado alta. Evitar toxinas. Sorteamos una marejada de toxinas a diario. Inhalamos venenos, ingerimos toxi
nas y las absorbemos a través de la piel, producimos toxinas endógenas como productos de reacciones bioquímicas, estamos expuestos a campos electromagnéticos tóxicos y radiación, etc. La mayor parte del tiempo no percibimos dichas toxinas, pero es importante hacer un esfuerzo para evitarlas.
MOHO Y OTROS RIESGOS Aire contaminado. Se suele prestar poca atención a las micotoxinas, pero los estudios las relacionan con ciertas alteraciones cerebrales. Mohos como Stachybotrys, Aspergillus, Penicillium y Chaetomium son especialmente preocupantes y pueden encontrarse tanto en alimentos como en el aire que respiramos en interiores. Para que no penetren en nuestro cuerpo es fundamental vigilar la calidad de los alimentos y del aire.
Se pueden evitar. Existen muchos otros factores que pueden jugar en contra de la salud del cerebro. Te mencionaré solo algunos: poseer empastes dentales con mercurio; tomar medicamentos como las benzodiacepinas y las estatinas, entre otros; fumar, consumir alcohol y otras drogas; dormir poco o sufrir alteraciones del sueño como las apneas; utilizar cosméticos no ecológicos o no naturales; no hacer ejercicio o no beber suficiente agua. La mayoría de estos riesgos se pueden evitar fácilmente. Puedes empezar ya. La clave está en ir descubriendo puntos débiles (quizá no haces ejercicio, no te preocupan los contaminantes o puedes mejorar la dieta) y empezar a tomar medidas cuanto antes. Pero si notas síntomas que te preocupan puedes dirigirte a un profesional que realice un diagnóstico exhaustivo. Sin excusas. Algunas personas se resisten a modificar sus hábitos porque se sienten bien o no tienen tiempo para tomar decisiones de este tipo, pero sin duda vale la pena cuando están en juego la salud y el bienestar.
La prediabetes, la obesidad, la falta de vitamina D y la vida sedentaria son factores de riesgo.