Cuerpo Mente

Planeta

El planeta Tierra debería llamarse Azul por la cantidad de agua que alberga. Pero en su mayor parte no sirve para el consumo humano porque no es dulce o resulta inaccesibl­e. Nos tenemos que contentar con el 1% del total, que compartimo­s con otros seres vi

- POR MONTSE CANO

Agua, tesoro azul

Cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes. Ese es el tipo de consejos que oímos para no derrochar agua, pero con esas acciones nos quedamos en la superficie del problema al que nos enfrentamo­s. Huella hídrica. Nuestro estilo de vida, y sobre todo de alimentaci­ón, determina nuestra «huella hídrica»: el agua que consumimos en todos los aspectos de nuestra vida, en producir y consumir bienes, comida, servicios…

La dieta cuenta. Un ejemplo muy claro: una persona con una dieta carnívora gasta de 4.000 a 5.000 litros de agua al día. Un vegetarian­o emplea unos 2.600 y un vegano, unos 800 litros. La comparació­n del agua requerida para producir una hamburgues­a de unos 200 g es incluso más reveladora: la de carne supone usar unos 2.400 litros de agua; la vegana, solo 350 litros.

EL AGUA ES VIDA

El 3% es dulce. Como elemento básico para la vida, ¿podemos permitirno­s el lujo de malgastarl­a, envenenarl­a o mercantili­zarla? Aunque más del 70% de la superficie terrestre está cubierta de agua, solo el 3% es agua dulce, la que necesitamo­s para subsistir.

Compartirl­a. Y de esta cantidad, el 2 % es inaccesibl­e por hallarse en la atmósfera, en lugares demasiado profundos o estar contaminad­a. Así que 7.500 millones de personas han de subsistir con el 1% del agua accesible del planeta y compartirl­a con los otros seres vivos.

Consumo desaforado. Sin embargo, hemos roto el equilibrio cíclico que permite mantener el agua dulce en una cantidad estable sobre la Tierra y está disminuyen­do a un ritmo alarmante: la tasa de uso

Ventajas del agua pública: «Podríamos dividirlas en cuatro ámbitos: ecológicas, sociales, ambientale­s y una última muy importante: el propio gobierno del agua; es decir, cómo se gestiona el agua, si se realizan cortes a las personas, si se preserva el medio acuático que alimenta a las ciudades, si se mantiene la biodiversi­dad… Cuando se halla en manos privadas se tiende a priorizar el beneficio económico. Y el precio siempre sube todo lo que se puede y un poco más.»

Buenos ejemplos: «Valladolid es una ciudad importante que remunicipa­lizó el año pasado y está yendo muy bien. También lo han hecho, en Catalunya, El Prat de Llobregat, Mataró, Manresa, Terrassa, Arenys de Munt… En Barcelona, no está cerrado porque la empresa Agbar ha puesto recursos». También hay que añadir a los anteriores, Torrelaveg­a (Cantabria), Ermua (Bizkaia), Arteixo (Coruña), Manacor (Mallorca), Medina Sidonia (Cádiz), Lucena (Córdoba), Teo (La Coruña) y 22 pueblos de Sevilla, según informació­n de Luis Babiano, gerente de AEOPAS (Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimi­ento y Saneamient­o).

¿Por qué es tan difícil?: «Las empresas gestoras tienen un gran poder, como Aguas de Barcelona (Grupo Agbar) y Aqualia. Concentran el negocio haciéndose con las pequeñas empresas que había, sobre todo en las grandes ciudades y el litoral. Los alcaldes reciben presiones muy bestias, tal y como ha denunciado Óscar Puente (PSOE), E), alcalde de Valladolid». Amenazas: «El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, denunció, incluso, amenazas de muerte. Cuando remunicipa­lizaron el agua, el primer día les boicotearo­n el software y se pudo abastecer la población gracias a que los trabajaado­res lo hicieron manualmenn­te», explica Pérez. del agua, según Naciones Unidas, ha aumentado más del doble que la del incremento de la población en apenas cien años. A diario, utilizamos diez mil millones de toneladas de agua dulce en todo el mundo. Ricos y pobres. Pero mientras en algunos lugares nos permitimos una ducha diaria que consume 200 litros en diez minutos, tres de cada diez personas carecen de agua potable y disponible en el hogar, y seis de cada diez carecen de un saneamient­o seguro, según informes de la OMS y Unicef. En 2025, las estimacion­es de la ONU son que el 30% de la población de 50 países diferentes se enfrentará a escasez de agua. Despilfarr­o peninsular. En España, consumimos «solo» 132 litros por habitante y día, pero nuestra huella h hídrica general es de 6.700 lit litros por persona y día (lo que repre presenta 2.461 m3 al año), una cifra muy superior a la media (que está en

1.400 m3 por persona) y la segunda mayor de Europa, por detrás de Portugal. La agricultur­a de regadío que se practica en España pone el peso negativo en la balanza.

EL AGRAVANTE DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Factores negativos. Son muchos los factores por los que se desperdici­a agua: además del uso excesivo, hay que añadir la contaminac­ión, los conf lictos, la distancia hasta las fuentes de agua y las fugas, roturas y averías en la red, fraudes y pozos ilegales, riegos con tecnología­s nada eficientes, cultivos poco apropiados para el clima, sequías…

Pozos ilegales. La mala gestión y el nulo control son los más vergonzant­es por evitables: «Más de un millón de pozos ilegales extraen el equivalent­e en agua al consumo de 118 millones de personas», explica Julio Barea, de Greenpeace. A eso hay que añadir el cambio climático, que en España supone un incremento de las sequías estacional­es, más intensas, y que pone en peligro cultivos y ecosistema­s naturales.

Cuencas fluviales. La aportación media de agua a los cauces de los ríos ha descendido un 14,3%, según Ecologista­s en Acción en el informe «Transforma­r el mundo, no el clima». En la demarcació­n del Segura, hasta el 40%. En la cabecera del Guadiana, en el Ebro y en las cuencas catalanas se ha perdido una quinta parte en solo diez años.

Más regadíos. El gran problema en España es que el 82% del agua se destina a regadío, que en vez de adaptarse a los nuevos tiempos de escasez venideros sigue aumentando su extensión: se ha autorizado un incremento del 17%, algo incompatib­le con la lucha contra el calentamie­nto global.

Cambio de cultivos. Aunque hay medidas de ahorro actualment­e en marcha (modernizac­ión de regadíos, reutilizac­ión de aguas residuales…), no son suficiente­s: habría que sustituir algunos cultivos por otros menos consumidor­es de agua y reducir el regadío en al menos un millón de hectáreas, concluye Ecologista­s en Acción. Además de restringir el consumo de agua en el sector urbanístic­o y turístico (con sus piscinas y campos de golf ). Propiedad privada. Disponer de agua suficiente y saludable es un derecho humano reconocido por la ONU. Sin embargo, nos enfrentamo­s al problema de su privatizac­ión. «El agua, por ley, es dominio público hidráulico. Es decir, es pública», explica Quim Pérez, de la organizaci­ón Aigua és vida y Ecologista­s en Acción. «Entonces, la gestión, también por ley, está encomendad­a en todas sus competenci­as a los ayuntamien­tos».

¿DE QUIÉN ES EL AGUA? Concesione­s. Teóricamen­te el agua es pública, pero la trampa son las externaliz­aciones y concesione­s por décadas a empresas privadas para que hagan la gestión. «Se contrata

una empresa que hace negocio con el agua y llega un momento en que el alcalde pierde el gobierno del agua gua y la informació­n», denuncia Pérez. ez. ¿Clientes o usuarios? Para las empresas privadas, «los ciudadadan­os no son usuarios, son clientes», es», explica Quim Pérez, y añade que, ue, mientras en todo en mundo, el 80% 0% de la gestión es pública y en Europa opa representa el 60%, en España ese porcentaje es solo del 53% y, en comunidade­s como Cataluña, apenas nas el 20% es de gestión pública.

No es una mercancía Por eso, , la nueva batalla de los ciudadanos os y sus ayuntamien­tos es la de recupepera­r el agua para que deje de ser una mercancía en manos de especulaul­adores. En ese sentido, la tendencia cia es clara: remunicipa­lizar el agua a es una batalla que se va a ir ganando ndo en los próximos años, a pesar de las presiones e, incluso, de las amenanazas. Es cuestión de vida.

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Los conf lictos pa ra a cceder a l a gu a va n a ser ca da vez más fre cu e nte s.
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La ge stión priva da del a gu a va e n contra de l a con side ra ción de bie n público qu e tie n e. Es u n dere cho de todos.
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Quim Pérez , de Aigua és vida y Ecologista­s en Acción, nos explica las complejida­des y las presiones en contra de la remunicipa­lización.
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