Dossier mente
Preocuparse es anticipar problemas, darles vueltas hasta sentirnos agobiados. La alternativa no es pasar de ellos, sino afrontarlos como una oportunidad para superar nuestros límites y aferrarnos al presente.
Adiós, preocupaciones.
TodosTodos hemos experimentado más de una vez cómo funciona la mente preocupada, la mente que da vueltas una y otra vez a un cúmulo de pensamientos concatenados y que genera un intenso ruido mental. ¿Pero qué es exactamente la preocupación? En el diccionario aparece definida como una sensación que produce intranquilidad, temor, angustia o inquietud ante algo que va a ocurrir.
Una nube gris.
Y esto último, la inquietud, es uno de los aspectos más relevantes de la preocupación. En general, la inquietud suele estar enfocada hacia sucesos que no han acontecido aunque ya sientes en el momento presente esa especie de nube gris sobre tu cabeza que logra enturbiar tu razonamiento y te provoca un profundo sentimiento de intranquilidad, miedo y agitación mental.
Preocupación crónica.
En muchos casos, no solo la dejamos estar sino que además la nutrimos y alimentamos de manera que esa nube gris crece y nos acompaña a todas partes. La nube puede llegar a convertirse así en una preocupación crónica. Su núcleo central está formado principalmente por el miedo, y ese miedo se retroalimenta de todos los pensamientos, creencias, ideas e incluso del recuerdo de experiencias pasadas que giran en torno a él.
Las preocupaciones van contigo.
De esta manera y casi sin darte cuenta, te ves atrapado por ese tornado de pensamientos oscuros y recurrentes que anidan en tu mente y te preguntas si en algún momento serás capaz de darte la vuelta y salir corriendo para escapar de ellos, salir corriendo sin mirar atrás… Pero es inútil que lo hagas porque siguen allá donde tú vayas. Estés donde estés, hagas lo que hagas, tus preocupaciones van casi siempre contigo… Si has tenido alguna vez esta sensación, no debes «preocuparte» por ello porque son muchas las cosas que puedes hacer para deshacerte de esos nubarrones mentales. El lado positivo de la preocupación.
A lo largo de nuestras vidas experimentamos un gran abanico de emociones y sentimientos. Muchos son sentimientos agradables, cálidos y positivos que nos aportan optimismo y bienestar. Pero, ¿y la preocupación? ¿Te aporta algo positivo? Pues, en realidad, también lo hace. Se trata de percibir la amenaza como una amenaza futura. Cuando empieza a manifestarse un problema en tu vida, tu mente comienza a afrontarlo en un intento por resolverlo.
La espiral de pensamientos negativos.
En ese proceso cognitivo, tu mente analiza el problema y trata de darle respuestas sin tener que actuar dentro del marco del problema. Es como si planificara tu comportamiento futuro y previera sus consecuencias. En cierto modo, es como si te estuvieras preparando mentalmente. Esto no suena del todo mal, desde luego. Sin embargo, el problema surge cuando ese proceso cognitivo se convierte en algo obsesivo y le das vueltas al problema de forma reiterada, y lo que es más importante, lo haces sin buscar una solución al problema. Es como introducirse en una espiral de pensamientos negativos de la que resulta difícil salir. En la preocupación existe una cierta dosis de miedo y también de obsesión.
¡Atrapado!
La consecuencia más directa es que el nivel de ansiedad aumenta de forma considerable y antes de darte cuenta te encuentras atrapado por la preocupación. Por supuesto, y según el caso, uno puede sentir desde una leve inquietud hasta un intenso estado de ansiedad. Cuanto más tiempo permanezcas en ese estado mental, más fácil es que la preocupación te atrape.
¡Y contaminado!
Cuando la preocupación no aporta nada positivo y además no resuelve el problema, se convierte en una emoción tóxica de la que debes deshacerte puesto que contamina tus pensamientos, puede hacer que contemples la realidad de un modo distorsionado, provocarte un gran sufrimiento y robarte el sueño.
EL NÚCLEO CENTRAL DE LA inquietud ES EL MIEDO
Los mensajes del cuerpo.
¿Eres realmente consciente de los estragos que sufre tu cuerpo cada vez que algo te preocupa? Tu cuerpo te envía mensajes continuamente pero, si tú no lo escuchas, entonces no responderás a su llamada. La toma de conciencia es el primer paso necesario antes de poder efectuar cualquier cambio en tu vida.
Señales de ansiedad.
Cuando empiezas a preocuparte, tu cuerpo comienza a manifestar señales de ansiedad. La naturaleza y la intensidad de estas señales pueden variar de una persona a otra. Solo tú puedes detectar cómo se manifiesta la ansiedad en tu cuerpo. Tal vez sientas una presión en el pecho, un nudo en la garganta, una aceleración repentina del ritmo cardíaco, sudoración, molestias en el estómago, temblores, cambios de respiración…
Leer las señales.
Cualquier sensación nueva que de pronto irrumpa en tu cuerpo es una señal de que algo está cambiando, algo te está provocando ansiedad y esa ansiedad empieza a manifestarse en tu cuerpo. Si eres capaz de leer estas señales de forma consciente, entonces tendrás la capacidad para poder controlar esa ansiedad. Cuantas más veces a lo largo del día dediques tu tiempo a escuchar los mensajes que te envía tu cuerpo, más fácil te resultará captar todas estas señales.
Vivir con despreocupación.
¿Es posible vivir de forma despreocupada? Sería algo así como aprender a darle a un interruptor que nos ayudase a desconectar de todas esas tempestades emocionales que, de vez en cuando, azotan nuestra vida cotidiana. Nos despreocupamos cuando vivimos de manera intensa el presente, cuando nos zambullimos en la experiencia y conectamos plenamente con ella.
No pierdas el control.
Despreocuparnos no significa olvidar que tenemos un problema o que algo nos genera inquietud. Debemos tomar las riendas de la situación y planificar mejor la solución. Sin embargo, la solución no siempre llega de una manera inmediata, por lo que mientras el problema siga estando ahí, nuestra mente probablemente siga divagando en dirección al problema durante muchos momentos.
Cambia de perspectiva.
¿Recuerdas la película El club de los poetas muertos? Cuenta la historia de un grupo de alumnos que cursan sus estudios en una prestigiosa y conservadora institución, la Welton Academy… Hay una escena en la que los chicos permanecen inmóviles en sus asientos durante la clase de literatura en la que se disponen a leer poesía, cuando de pronto el profesor se pone en pie sobre la mesa. Explica que en ocasiones lo hace para recordar que, de vez en cuando, debemos mirar las cosas de un modo diferente, y entonces les invita a que ellos también se levanten y suban a la mesa. «El mundo se ve distinto desde aquí arriba…», les dice mientras van pasando uno a uno sobre la mesa mirando con sorpresa a su alrededor y descubriendo una nueva perspectiva de las cosas.
¡Súbete a la mesa!
Y es cierto. Cuando cambias de perspectiva de pronto y sorprendentemente también cambian tus sensaciones. En ocasiones nos atascamos en un problema y nos sentimos atrapados porque solo somos capaces de verlo desde un ángulo, lo cual nos impide encontrar soluciones alternativas y nos hace sentir como si estuviéramos atrapados en un callejón sin salida. Cambiar de perspectiva es como abandonar la silla sobre la que hemos estado sentados largo tiempo y subirnos a la mesa para contemplar desde este nuevo punto la realidad que nos rodea. ••
DEBEMOS TOMAR LAS RIENDAS y planificar LA SOLUCIÓN