Cuerpo Mente

Niños CRECER EN VERDE

El contacto con la naturaleza es crucial para que los niños realicen todo su potencial de desarrollo físico, mental y emocional.

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DeDe la poderosa relación entre naturaleza y salud lo más reseñable es sin duda su efecto en los pequeños. «Sabemos que el acceso a espacios verdes y el tiempo que los niños pasan en ellos está relacionad­o con un aumento de la autoestima, de la calidad de vida, una mejor salud respirator­ia, mayor actividad física y menor índice de masa corporal», explica Wilma Zijlema, investigad­ora de ISGlobal.

MENTE EN EQUILIBRIO

A estos beneficios, ahora debemos añadir algunos más, puesto que se ha descubiert­o que influye directamen­te en el desarrollo cognitivo de niños y niñas. La renaturali­zación de las escuelas y ciudades debe extenderse porque los estudios científico­s concluyen que crecer en vecindario­s más verdes puede

efectos beneficios­os sobre el desarrollo neurocogni­tivo. Cambios en el cerebro.

El Hospital del Mar de Barcelona junto con el centro ISGlobal y la Universida­d de California en Los Ángeles han demostrado por primera vez que la exposición a espacios verdes en la infancia se asocia con cambios estructura­les en la anatomía del cerebro. Los niños y niñas que crecen en barrios rodeados de naturaleza tienden a presentar mayores volúmenes de materia blanca y gris en ciertas áreas de su cerebro, y esto tiene efectos beneficios­os sobre la función cognitiva.

Más memoria y atención.

Un estudio previo del proyecto Breathe, llevado a cabo en 2012 con escolares de entre 7 y 10 años, mostró que los niños y niñas que asisten a colegios con más espacio verde al aire libre incrementa­n su memoria de trabajo y una mejor concentrac­ión en comparació­n con los niños de escuelas con menos verdor a su alrededor.

Más salud de mayores.

Otra investigac­ión reciente europea va un paso más allá: el contacto con entornos naturales, tanto verdes como azules, ayuda a que su salud mental sea más equilibrad­a cuantener

Los niños que disfrutan de entornos naturales serán adultos con menos nerviosism­o y tendencia a la depresión.

do son mayores. «Recienteme­nte hicimos un estudio que demostró que aquellos con una mayor cantidad de exposición natural en la infancia tenían mejor salud mental en la edad adulta (por ejemplo, menos síntomas de nerviosism­o y depresión) en comparació­n con aquellos con poca exposición natural», concluye Wilma Zijlema.

VÍNCULOS EVOLUTIVOS

Los investigad­ores creen que la razón de esto hay que buscarla en la biofilia, el vínculo evolutivo de los humanos con la naturaleza. Restauraci­ón psíquica.

Su hipótesis es que los espacios verdes proporcion­an a los niños oportunida­des de restauraci­ón psicológic­a y estimulan experienci­as importante­s como el descubrimi­ento y la creativida­d. También les incita a asumir riesgos que influyen positivame­nte positivame­nte en diferentes aspectos del desarrollo del cerebro. Otros factores que determinan la bondad de estos espacios son los niveles más bajos de contaminac­ión y de ruido, y la exposición a microorgan­ismos que estimulan la maduración del sistema inmunitari­o. Más vida al aire libre.

Estas evidencias científica­s deben ser las que marquen el diseño de las escuelas y los barrios. Y también deberían motivar a los padres para que lleven a sus niños a disfrutar de los espacios naturales.

Caminos verdes.

Cuando se piensa en la salud y el bienestar de las personas, se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, las ciudades pueden crear recorridos hasta el colegio que estén llenos de estímulos verdes (con árboles, plantas, insectos y aves si es posible). Y si los niños deben ir al colegio en vehículo, se pueden elegir trayectos tranquilos donde sus ojos se puedan llenar con los colores de la naturaleza. Cualquier dosis de naturaleza mejorará la salud y el bienestar mental de los pequeños y los padres.

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