CLAVE DE LA SALUD MENTAL
La actividad cerebral depende de la función mitocondrial. Los estudios científicos están descubriendo cómo la ansiedad, el estrés crónico, la migraña, el autismo, la depresión, la demencia o el Parkinson pueden asociarse con una serie de alteraciones mitocondriales. Por ejemplo, en estudios con animales se ha comprobado que una reducción en la producción de energía por parte de las mitocondrias se corresponde con síntomas de depresión y ansiedad.
Algunos trastornos neurodegenerativos, como las enfermedades de Parkinson y de Huntington o la esclerosis lateral amiotrófica –la enfermedad del científico Stephen Hawking– son causados, al menos en ocasiones, por mutaciones mitocondriales que provocan exceso de oxidación y acumulación de proteínas que entorpecen el funcionamiento de las neuronas.
Enfermedades como la esquizofrenia, la depresión mayor o el trastorno bipolar pueden tener su origen en alteraciones del ADN mitocondrial, que, recordemos, se hereda únicamente de la madre y es diferente al ADN nuclear de la célula, que se hereda de ambos progenitores. La investigadora Helena Torrell, del Institut Pere Mata de la Universidad Rovira i Virgili (Reus, Tarragona), descubrió estas alteraciones genéticas mitocondriales en el tejido cerebral de pacientes psiquiátricos.
Algunos casos de epilepsia y autismo pueden explicarse por alteraciones del metabolismo bioenergético y oxidativo causadas por cambios en la expresión de genes del ADN mitocondrial, según explica el doctor Juan José García Peñas en un artículo publicado en la Revista de Neurología. La información disponible va dibujando un panorama en el que las mitocondrias determinan el funcionamiento correcto de los principales sistemas fisiológicos, incluido el cerebro.
Los investigadores Peter Kramer y Paola Bressan, de la Universidad de Padova (Italia), aseguran que, aunque desconocemos todos los mecanismos relacionados con las enfermedades mentales, sabemos qué hace falta para mantener las mitocondrias saludables: «ejercicio físico, suficiente sueño, una dieta nutritiva y actividades relajantes como el yoga o la meditación».