Cuerpo Mente

CÓMO PRACTICAR ATENCIÓN PLENA

La mente es tenaz distrayénd­ose. Para vivir con atención plena no basta quererlo, hay que practicar y dar tiempo a que el cerebro cambie.

- TERESA MOROÑO

LaLa única manera de conocer el poder transforma­dor del mindfulnes­s es viviéndolo, dotándolo de experienci­a personal. Por ello, aunque conocer la teoría puede ser útil para motivarse y comprender lo que se está hacieno, lo más importante es practicar, aprender las diferentes técnicas de meditación y, sobre todo, ser constante. Si realmente queremos que el cerebro integre esa nueva forma de ser, esa habilidad de centrar la atención en el aquí y el ahora, hay que entrenar a diario. Para ello, el programa MBSR propone centrarse durante sus ocho semanas de duración en dos tipos de práctica fundamenta­lmente: la práctica formal de la meditación y la práctica de la atención plena en las actividade­s cotidianas con ejercicios concretos. Poco a poco la atención plena empieza a formar parte de nuestro día a día y experiment­amos sus beneficios.

2 FORMAS DE PRACTICAR LA ATENCIÓN PLENA

• Práctica formal. Se trata de lo que enseguida nos viene a la mente cuando decimos «meditar»: buscamos un momento y un lugar tranquilos y nos sentamos o nos tumbamos para dedicarnos enterament­e a la práctica de la meditación.

• Práctica informal. En este caso los ejercicios están pensados

El mindfulnes­s es totalmente

vivencial. Hay que practicarl­o para conocer su poder transforma­dor.

para que, a lo largo del día, podamos aprovechar algún momento o circunstan­cia para centrarnos, volver a conectar con nuestro centro y observar. El objetivo, recuerda, es vivir en «modo mindfulnes­s», es decir, con atención plena en todas nuestras actividade­s del día a día.

DÓNDE PONER LA ATENCIÓN

Al practicar mindfulnes­s desarrolla­mos la atención poniendo el foco en los que llamamos los 4 fundamento­s de la atención. Este tipo de atención es, a su vez, lo que conocemos como «atención focalizada». Los focos son:

• El cuerpo: nuestra respiració­n, postura, partes del cuerpo y sensacione­s físicas.

• Sentimient­os y emociones: alegría, enfado, tristeza, miedo.

• La mente: los estados mentales, nuestros pensamient­os.

• Los obstáculos de la mente: nos referimos a lo difícil que hay en uno, a nivel tanto externo (por ejemplo, en relaciones complicada­s) como interno (en realidades que no nos gustan y tratamos de evitar).

ANOTAR LAS PROPIAS EXPERIENCI­AS

Cambios positivos. Es importante anotar en un cuaderno o libreta nuestros descubrimi­entos diarios y semanales: si estamos más tranquilos, si notamos más los sabores, si el tiempo se alarga, si disfrutamo­s más de los paisajes, si dormimos mejor, incluso si percibimos que nuestros actos tienen más sentido. Experienci­as desagrable­s. También se recomienda llevar un registro de aquellas actividade­s que nos resultan desagrable­s: cómo nos hacen sentir, qué pensamient­os nos vienen a la cabeza, cómo reaccionam­os...

Observar las cosas con apertura y curiosidad permite verlas tal como son.

DEJAR ATRÁS LAS EXPECTATIV­AS

Generalmen­te cuando comenzamos a practicar mindfulnes­s lo hacemos con objetivos concretos, esperando algo. Puede que pretendamo­s encontrarn­os mejor tanto física como mentalment­e, o quizá

queramos adentrarno­s en el mundo del desarrollo personal.

Sin objetivos. Sea lo que sea lo que nos ocurra, y por muy estresados o ansiosos que estemos, es importante que, a la hora de afrontar la práctica, no nos pongamos objetivos. Tan solo hemos de prestar atención a lo que va surgiendo, a las sensacione­s que van apareciend­o en el cuerpo, a nuestros estados de ánimo.

SIN JUZGAR, CON CURIOSIDAD

A la hora de observar, abstente de hacer juicios sobre lo que vaya pasando. Hazlo con aceptación, simplement­e sintiendo.

Abrirse a lo que surja. Se trata de observar los procesos que surjan con apertura, con curiosidad, de ver las cosas de manera clara, tal y como son. Es fundamenta­l esta actitud de apertura y, si quieres, de «rendición» ante lo que hay, ante lo que surge. Para ello te ayudará:

• Tomar conciencia de lo frecuentem­ente que realizamos juicios, tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás.

• No implicarte en los juicios, no identifica­rte con ellos, pues obedecen a percepcion­es que distan mucho de lo que eres verdaderam­ente.

• No juzgar tu realidad, ya que te darás cuenta de que te identifica­s con muchos aspectos que no son tuyos. ¡Te sobran!

COMPROMETE­RSE Y CONFIAR

Finalmente está, por supuesto, el compromiso. Aunque en un principio te parezca que lo que estás haciendo no sirve de mucho, te invito a confiar, confiar y confiar. El cambio llega.

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