REGENERA MIENTRAS DUERMES
Cada noche, mientras dormimos, se ponen en marcha mecanismos de limpieza celular y regeneración de la mente y del cuerpo, esenciales para ganar salud y alejar la enfermedad.
NoNo existe ningún medicamento que tenga la capacidad comprobada de reemplazar los beneficios que toda una noche de sueño brinda al cerebro y al cuerpo», afirma Matthew Walker, profesor de Neurociencia en la Universidad de Berkeley, toda una autoridad en sueño. Dormir es un superpoder. El sueño es una necesidad primaria: ni una pérdida de tiempo, ni un capricho. La evolución nos ha provisto de este mecanismo que actúa como un verdadero superpoder, como cuenta el profesor Walker en su libro Por qué dormimos (Ed. Capitán Swing), en el que deja bien claro que dormir es el pilar fundamental del bienestar humano, junto con la alimentación saludable y la actividad física. Mucho más que descansar. El sueño se suele asociar con el descanso,
en el que la respiración y el ritmo del corazón se enlentecen, los músculos se relajan, baja la temperatura corporal y nos abandonamos en los brazos de Morfeo en estado de relax hasta retomar de nuevo la actividad a la mañana siguiente. Sin embargo, durante el sueño ocurren otros procesos esenciales para la salud y para la vida. Puesta a punto. Dormir actúa como un verdadero proveedor de salud. En realidad, el cerebro no duerme de noche, sigue trabajando, pero de una manera completamente diferente a cuando estamos despiertos. De noche, se pone en marcha una compleja secuencia en la que intervienen prácticamente todos nuestros sistemas biológicos y fisiológicos, en un proceso que resulta imprescindible para garantizar el equilibrio y la salud del cuerpo y de la mente. Podríamos Podríamos decir que la fase del sueño se asemeja a ese momento de hacer mantenimiento, de restauración, de poner todos los sistemas a punto.
PONERSE A FAVOR DE LA NATURALEZA
La alternancia de la luz y la oscuridad constituye el principal regulador del sistema de puesta a punto del organismo. Nuestra naturaleza es cíclica, con variaciones fisiológicas, denominadas ritmos circadianos, que tienen lugar aproximadamente cada 24 horas y están asociadas a estos ciclos de luz-oscuridad.
La hormona clave. Del correcto ajuste de los ritmos circadianos depende el buen funcionamiento de toda la maquinaria de regeneración y reparación. La melatonina es la clave en el control de los ritmos circadianos, del sistema de puesta a punto. Cuando llega la noche, empieza a ser producida en el cerebro y también en todos los órganos y tejidos del organismo. Es a través de la luz cálida y suave que el cerebro recibe la información de ponerse en modo dormir: ralentizando unas constantes y activando los procesos de reparación. En cambio, la luz intensa y azulada inhibe la producción de la melatonia. Cronodisrupción. Nuestros sistemas biológicos están diseñados
para funcionar en relación a los ritmos de la naturaleza; despertarnos con la luz del sol y acostarse después de la puesta del sol sería una forma de mantenerlos en equilibrio. Desajustar estos ritmos con jornadas que se alargan hasta tarde expuestos a luz brillante, produce desajuste de los relojes internos, lo que se conoce como cronodisrupción.
EPIDEMIA SILENCIOSA
Orangutanes, chimpancés y gorilas duermen entre 10 y 15 horas diarias; en cambio, el ser humano se ha convertido en una especie que se priva de sueño de forma deliberada. Ante esta evidencia, la Organización Mundial de la Salud afirma que estamos delante de una epidemia silenciosa de pérdida de sueño en la sociedad industrializada.
Dormir poco y mal. Los trastornos del sueño son un mal de nuestra época, desde la dificultad para iniciar y/o mantener el sueño, al despertarse durante la noche o una calidad del sueño poco reparadora. La Sociedad Española de Neurología estima que entre un 20 y un 48% de la población adulta sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño, cifras que se sitúan en el 60% por motivos de la actual pandemia.
No dormir mata. Si no se duermen las suficientes horas (una media de entre siete y nueve horas en los adultos) se reduce la calidad de vida: se debilita el sistema inmunitario, se desregulan los niveles de azúcar en sangre, aumenta el riesgo de hipertensión y por consiguiente de sufrir problemas cardiovasculares, de experimentar trastornos respiratorios y metabólicos, cambios bruscos de humor o una reducción de las capacidades cognitivas, como la concentración y la memoria, o la depresión. Vital en niños y adolescentes. El sueño es un proceso esencial en todas las etapas, pero especialmente en aquellas en que se producen los procesos de maduración del cerebro y del sistema nervioso. Los niños y, sobre todo, los adolescentes necesitan más horas para dormir, nunca menos.
Hábitos cotidianos. El estilo de vida actual no va a favor de disfrutar de un sueño realmente reparador.
La falta de sueño afecta al sistema inmunitario, la memoria, el estrés, el estado anímico...
Desde los horarios laborales que se prolongan hasta tarde, la exposición a la luz artificial hasta bien entrada la noche, el uso de dispositivos electrónicos en especial a partir del atardecer, también el comer a deshoras, cenar tarde o la falta de ejercicio, todos ellos son hábitos que conducen inevitablemente a la cronodisrupción.
DUERME BIEN, MEJORA LA VIDA, ENVEJECE SANO
Cada año, en el tercer viernes de marzo, la World Sleep Society (WSS) organiza el Día Mundial del Sueño con un lema que ayuda a dar a conocer los beneficios de un sueño regular y reparador. En 2020, el lema fue: «Mejor sueño, mejor vida, mejor planeta» y en el 2019 «Duerme bien, envejece mejor». Higiene del sueño. Se trata de mantener el equilibrio noche a noche, de forma natural, yendo a favor de nuestra propia naturaleza. De hecho, cada vez son más los científicos que coinciden, entre ellos el doctor Matthew Walker, en que los médicos deberían «recetar a sus pacientes dormir», y aclaran que esto no significa recetar pastillas para dormir, que no son la solución.