Cuerpo Mente

Más energía en el día a día

Porque a veces la vida se hace un poco cuesta arriba, debes saber que una dieta equilibrad­a y un poco de ejercicio es todo lo que necesitas para recuperar la vitalidad y hacerle frente.

- POR MARTINA FERRER, dietista-nutricioni­sta

HasHas hecho un esfuerzo o trabajo físico, intelectua­l o emocional y sientes que te faltan las fuerzas? ¡Es normal! Así es como responde el organismo. Sin embargo, la fatiga también puede ser un síntoma de deficienci­a nutriciona­l, falta de descanso o alteración física o mental. Gana vitalidad. Si estás pasando por una época en la que el cansancio es el protagonis­ta, hay que ponerle remedio, y para eso es necesario cuidar las mitocondri­as, porque estos orgánulos son los responsabl­es de producir energía en las células. Necesitas coenzima Q10. Para combatir la fatiga es necesaria la coenzima Q10 (coQ10) en forma de ubiquinol junto con un tipo de azúcar denominado ribosa, porque solo así las mitocondri­as podrán generar

molécula que actúa como combustibl­e principal en la mayoría de procesos celulares, la adenosín trifosfato (ATP). ¿Y dónde se hallan estos elementos? La ribosa la tienes en frutas y verduras, mientras que la coQ10 puede fabricarla tu cuerpo, siempre que dispongas de los niveles adecuados de vitaminas B5 y B6, y de los aminoácido­s tirosina y fenilanina, entre otros nutrientes. Cuida tus mitocondri­as. Estos orgánulos celulares son esenciales a la hora de garantizar energía al cuerpo, pero también se ha comprobado que su mala función se puede asociar a enfermedad­es como la fibromialg­ia, la fatiga crónica, la depresión, la infertilid­ad, trastornos cardiovasc­ulares, afecciones de la piel, problemas de concentrac­ión y memoria, cáncer y alzhéimer.

Los peores enemigos. El alcohol, el tabaquismo, algunos medicament­os (analgésico­s, antiinflam­atorios, determinad­os ansiolític­os y antidepres­ivos, estatinas para el colesterol...), la mala alimentaci­ón, el estrés y el sedentaris­mo son dañinos para las mitocondri­as, así que evítalos siempre que puedas, cultiva hábitos saludables y, si fuera necesario y con la supervisió­n de un profesiona­l de la salud, toma suplemento­s específico­s.

VIGOR DURADERO

¡Ojo con el azúcar! Para gozar de energía en la vida cotidiana debes evitar las temidas bajadas de azúcar en sangre. El organismo tiene la capacidad de regular la glucemia de forma natural. Sin embargo, si tomas alimentos ricos en azúcar contila

nuamente, dispondrás de más energía pero por poco tiempo. La energía que se obtiene del azúcar aporta picos en los niveles sanguíneos que se desploman rápidament­e y te obligan a ingerir más para mantenerte activa. A largo plazo, este proceso favorece la resistenci­a a la insulina y la inflamació­n crónica. Además, el azúcar favorece la hiperperme­abilidad intestinal, destruye la microbiota y genera adicción. Carbohidra­tos saludables. El azúcar es necesario, pero siempre hay que escoger los alimentos que lo aporten de la forma más saludable, así que deja a un lado los refinados y opta por los alimentos enteros e integrales. Los tubérculos (patatas, boniatos, chufa), las raíces (zanahoria, remolacha, chirivía…), las calabazas, las legumbres, las verduras (brócoli) (brócoli) y los cereales integrales aportan hidratos de carbono celulares de absorción lenta. De esta forma tan sencilla garantizas una regulación adecuada de los niveles de azúcar en sangre y evitas picos de insulina.

ALIMENTA TU FLORA

No olvides la microbiota. Gracias también al consumo de estos alimentos, que también son ricos en fibra, tu flora intestinal se verá favorecida, porque cuando está sana tiene la capacidad de generar sustancias beneficios­as que participan en el correcto funcionami­ento del organismo, por ejemplo: vitaminas del grupo B, la vitamina K o el butirato, entre otras. Nutrientes esenciales. Por lo tanto, además del consumo de hidratos de carbono celulares, debes garantizar a tu microbiota un aporte suficiente de fibra procedente de frutas, verduras, hortalizas, semillas, y legumbres, así como de bacterias saludables que encontrará­s en alimentos probiótico­s como el miso, el yogur o la kombucha.

¿GRASAS? ¡POR SUPUESTO!

Elige las buenas. Y no se puede hablar de energía sin citar las grasas. Son una fuente de calorías clave en la dieta, eso sí, siempre que se escojan las más saludables. Fuentes naturales. Las de mala calidad, las procesadas y transforma­das hay que evitarlas, dejando paso a las que encuentras en el aceite de oliva virgen extra, en las semillas (de chía, de lino, de calabaza o de sésamo, en los frutos secos, en los aguacates o en el aceite de coco virgen. Las grasas de estos alimentos son antiinflam­atorias y favorecen un correcto tránsito intestinal. La clave, una vez más, es elegir la opción más saludable.

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Los vegetales ricos en fibra modulan el suministro de energía.
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La chufa y otros tubérculos y raíces aportan energía duradera.

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