ACTIVA TUS GENES PROTECTORES
Es el gran secreto para vivir más y con salud: aliarnos con los genes que trabajan a nuestro favor. A través de la alimentación y los hábitos puedes influir sobre los genes y reducir riesgos.
Es el gran secreto para vivir más y con salud: aliarnos con los genes que trabajan a nuestro favor. A través de la alimentación y los hábitos puedes influir sobre los genes y reducir riesgos. Te contamos cómo hacerlo.
NosNos hemos creído la idea de que los genes condicionan nuestra salud y son culpables de las enfermedades que padecemos a lo largo de la vida. En realidad existen tanto genes que nos protegen del desarrollo de enfermedades como genes que las favorecen, y estos pueden activarse o no en función de nuestro entorno y comportamiento. Genes y grasas. Por ejemplo, el gen APOE4 aumenta el riesgo de sufrir alzéihmer, pero el BACE2 suprime naturalmente los síntomas de la enfermedad, según un estudio liderado por Dean Nizetic, de la Universidad Queen Mary de Londres. Lo más interesantes es que una dieta pobre en grasas saturadas de origen animal y ricas en omega-3 y en vitaminas C y E, selenio y otros nutrientes antioxidantes puede protegernos, explica el doctor Manuel Carrillo, de la Universidad de Alcalá.
PUEDES «ENCENDER» O «APAGAR» LOS GENES
Los genes se dejan influir. Existen decenas de miles de estudios que estudian las condiciones en que los genes se expresan o no, para bien o para mal. Es la ciencia de la epigenética, que investiga todo lo que ocurre alrededor de los genes y que condiciona su funcionamiento.
Puedes actuar. Estas investigaciones ya nos ofrecen muchas pistas para actuar preventivamente a través de nuestros hábitos y decisiones. Pero antes de tomar medidas para mejorar la expresión de los propios genes, vale la pena explicar brevemente qué son y cómo funcionan.
Producen proteínas. Todos heredamos unos 20.000 genes codificantes, que se encuentran en los cromosomas dentro de cada una los miles de millones de células que componen nuestro cuerpo. Los genes gobiernan el funcionamiento de la célula y le ordenan (se dice que «el gen se expresa») producir o no proteínas necesarias para el buen funcionamiento del organismo o proteínas potencialmente perjudiciales.
Cada persona es única. La humanidad comparte un patrimonio genético común, pero a la vez cada persona posee un genotipo único, porque en las secuencias que codifican cada gen hay pequeños cambios. Además, cada vez que una célula se divide se pueden añadir modificaciones.
Factores de riesgo. Estas modificaciones normales no provocan problemas, pero algunas son una amenaza para la salud y pueden ser favorecidas por las deficiencias nutricionales, el estrés o la exposición a agentes tóxicos.
Tú preparas tus recetas. Nuestro patrimonio genético se puede comparar con un libro de coci
na heredado: podemos elegir unas recetas u otras, prepararlas con distinta frecuencia e introducir variaciones en los ingredientes. Con el mismo libro te puedes alimentar bien o mal. Decisiones conscientes. La metáfora del libro de cocina se adapta como anillo al dedo al asunto de la alimentación, pero también se aplica a los hábitos relacionados con el ejercicio y el descanso e incluso a las actitudes, pues no es lo mismo vivir en tensión emocional que relajado. Cada decisión que tomas puede reflejarse en la expresión de los genes.
La herencia es una pista. Los problemas de salud que observamos en nuestros padres, tíos o abuelos ofrecen una buena orientación para descubrir dónde tenemos que poner el énfasis preventivo. Pero, sin duda, sería de mucha ayuda conocer realmente si tenemos genes que nos predispongan a sufrir determinados problemas de salud.
¿TIENE SENTIDO HACERSE UNA PRUEBA?
Por indicación médica. Ya existen análisis genéticos que proporcionan datos interesantes, pero los expertos todavía discuten su verdadera utilidad. Las empresas que los realizan consideran que son interesantes para todas las personas, sanas o enfermas. Pero los médicos los encargan únicamente cuando existe la sospecha sobre un gen determinado y siempre que el resultado pueda servir para realizar un tratamiento realmente eficaz. Genes sospechosos. Existen diferentes tipos de tests. Unos se emplean para detectar la presencia de un único gen que nos hace vulnerables a enfermedades concretas, como el gen APOE del alzhéimer. Pero también hay tests que buscan más de 100 polimorfismos genéticos, que influyen sobre trastornos frecuentes que es posible prevenir. Para realizarse la prueba, basta con enviar al laboratorio un hisopo empapado con saliva. Descubren sensibilidades. Los resultados pueden descubrir into
La dieta, el ejercicio, el descanso
e incluso el estado de ánimo influyen sobre la expresión genética.
lerancia o sensibilidad a la lactosa, el gluten, la fructosa, el alcohol, el café, los hidratos de carbono o las grasas saturadas. También pueden revelar una necesidad por encima de la media de ácidos grasos omega-3, vitaminas del grupo B, vitamina D, vitamina A o antioxidantes. Junto con esta información los laboratorios suelen recomendar una dieta adaptada a las características genéticas.
¿Te conviene saberlo? Probablemente las personas aprensivas serán los mejores clientes de las empresas que realizan tests genéticos y su ansiedad puede aumentar con los resultados. Un estudio realizado en la Universidad de Stanford y publicado hace unos meses en Nature Human Behavior descubrió que muchos pacientes que conocen sus tendencias genéticas negativas (por ejemplo, a ganar peso o a desarrollar alzhéimer) no luchan contra ellas porque «atribuyen a los genes demasiado poder», advierte el doctor Bradley Turnwald, autor del estudio. Útiles para el diagnóstico. Por eso, antes de gastarnos el dinero en una prueba (entre 70 y 300 euros) vale la pena preguntarse por qué nos la queremos hacer o si realmente no sabemos ya lo suficiente sobre cuáles son los hábitos saludables. Los tests genéticos pueden tener sentido cuando se sufre una alteración y las pruebas diagnósticas tradicionales no descubren la causa.
¿Qué puedes hacer? La mayoría de personas sanas no necesita tanto un test genético como saber que puede, a través de comportamientos y actitudes saludables, estimular el potencial de sus genes protectores y desactivar las expresiones perjudiciales de otros genes problemáticos.