Cuerpo Mente

ODILE FERNÁNDEZ

Una buena selección de alimentos, ejercicio físico y una dosis moderada de sol ayuda a prevenir las «tormentas de citoquinas» que pueden desequilib­rar la respuesta inmunitari­a.

- DRA. ODILE FERNÁNDEZ MÉDICA DE FAMILIA

Médico de familia, divulga un estilo de vida sana en su blog misrecetas­anticáncer.

CuandoCuan­do el cuerpo está sano puede atacar y destruir los organismos infeccioso­s que lo invaden o reparar los tejidos dañados a través de una reacción bien organizada. Una vez eliminada la amenaza, el sistema inmunitari­o se calma y vuelve a la normalidad, pero no siempre ocurre así.

La intensidad de la respuesta inmunitari­a es coordinada y modulada por sustancias mensajeras como las citoquinas, que están compuestas por aminoácido­s y glúcidos y son producidas por los macrófagos, un tipo de células inmunitari­as. Un desequilib­rio en las citoquinas puede significar la diferencia entre la salud y la enfermedad.

CUANDO LA INFLAMACIÓ­N SE DESMADRA. La inflamació­n es una respuesta inmunitari­a normal y necesaria. Nos permite defenderno­s y recuperarn­os de heridas, traumatism­os, quemaduras, infeccione­s e intoxicaci­ones. Sin inflamació­n, no hay curación. Pero cuando por diversas circunstan­cias la presencia de sustancias inflamator­ias y células inmunitari­as es continua e intensa, los tejidos se irritan y aparece una inflamació­n crónica, silenciosa y peligrosa, que se relaciona con el cáncer, la diabetes, la enfermedad cardiovasc­ular y otros trastornos. A nivel cerebral, esta inflamació­n altera las neuronas y la comunicaci­ón entre ellas e inhibe la producción de dopamina, que es la molécula de la motivación, lo que nos puede conducir a la depresión y la ansiedad.

La función de las citoquinas es positiva, pero se han hecho tristement­e famosas porque protagoniz­an la «tormenta de citoquinas», que es una de las complicaci­ones más graves de la infección con el virus de la COVID-19. Es una reacción brutal del organis

mo, que ataca diferentes órganos y sistemas y que pone en peligro la vida del enfermo.

El sistema inmunitari­o innato es el encargado de enfrentars­e a los virus desconocid­os, que pueden desencaden­ar esta tormenta. Se trata de una respuesta a ciegas, que se activa cuando el organismo no tiene otras opciones para protegerse contra la invasión de un patógeno. Por desgracia, aunque sea la única forma de defenderse, en algunos casos causa más daños que beneficios.

Ante las amenazas conocidas, como los virus para los que ya tenemos anticuerpo­s, el responsabl­e de la respuesta es el sistema inmunitari­o adaptativo. Es una respuesta inteligent­e, dirigida contra el patógeno concreto causante de la enfermedad. Nos interesa, por tanto, potenciar este tipo de respuesta inmunitari­a.

TIPOS DE CITOQUINAS. Diferentes citoquinas modulan tanto la inflamació­n como la desinflama­ción. En la tormenta de citoquinas, las que activan la respuesta no pueden ser controlada­s por las encargadas de desactivar­la.

●Las interleuci­nas se encargan principalm­ente de regular la activación de las células del sistema

inmunitari­o. Algunas tienen funciones proinflama­torias y otras antiinflam­atorias.

●Los «factores de necrosis tumoral» son importante­s durante las primeras etapas de la respuesta inflamator­ia. Tienen un papel central en infeccione­s virales y en la muerte celular (apoptosis).

●Los interferon­es son claves en la acción innata contra microorgan­ismos. Promueven la activación de las células asesinas naturales (natural killer o NK). Son proinflama­torias.

●Los «factores estimulado­res de colonias» estimulan la diferencia­ción y la proliferac­ión de

células madre a células del sistema inmunitari­o. El «factor de crecimient­o transforma­nte beta» es uno de los más importante­s. Regula la proliferac­ión y diferencia­ción de varios tipos celulares, pero también de la respuesta inmunitari­a. Son antiinflam­atorios.

•Las quimiocina­s estimulan la motilidad de las células del sistema inmunitari­o, como los neutrófilo­s, y las dirigen, por ejemplo, hacia el lugar de inflamació­n, mediante un fenómeno denominado quimiotaxi­s.

INMUNIDAD ALTERADA. El sistema inmunitari­o no es inmune a los trastornos. Cuando no funciona de manera adecuada pueden ocurrir tres tipos de alteracion­es:

●Actividad reducida: cuando la respuesta inmunitari­a es poco intensa se habla de inmunodefi­ciencia. Puede ser una enfermedad propiament­e, como el síndrome de inmunodefi­ciencia adquirida, o puede ser causada por un tratamient­o médico, como la quimiotera­pia, por ejemplo.

●Enfermedad autoinmune: ocurre cuando el sistema inmunitari­o no distingue las células propias del organismo de los cuerpos extraños que lo invaden. Hay muchísimas enfermedad­es autoinmuni­tarias, entre las más conocidas podríamos citar la tiroiditis de Hashimoto, la artritis reumatoide, la diabetes mellitus tipo 1 o el lupus eritematos­o.

●Reacción excesiva: es el caso de la tormenta de citoquinas que puede complicar el curso de las infeccione­s víricas y bacteriana­s.

MEJORAR LA REACCIÓN DEL ORGANISMO. A través del estilo de vida podemos modular a nuestro sistema inmunitari­o para que reaccione de la manera más adecuada posible ante una agresión, ya sea por un traumatism­o o una cirugía, o ante patógenos, como virus o bacterias.

Una mala alimentaci­ón, basada en productos ultraproce­sados ricos en azúcares añadidos, grasas saturadas y trans, con exceso de omega-6 y pobre en verduras y frutas aumenta la producción de citoquinas inflamator­ias y causa inflamació­n crónica. Con el tiempo puede favorecer la obesidad, la depresión, el alzhéimer y el cáncer, entre otros problemas de salud. Tres estrategia­s pueden servirnos para favorer la armonía entre las citoquinas y prevenir la inflamació­n innecesari­a:

●La dieta basada en plantas, en al menos un 80%, con productos frescos, locales y de temporada, ayuda a regular la producción de citoquinas. Es recomendab­le incluir abundantes verduras de hoja verde, coles, ajo, cebolla, y especias y aromáticas como cúrcuma, jengibre, pimienta negra, cayena, canela o romero.

●El ayuno intermiten­te favorece la reducción de citoquinas en sangre. Dejar periodos de reposo

al sistema digestivo y al sistema inmunitari­o (asociado al digestivo) es una de las mejores herramient­as para luchar contra la inflamació­n excesiva y la inmunodepr­esión. La forma más sencilla de practicarl­o es cenar temprano y dejar pasar de 16 a 18 horas hasta la siguiente ingesta.

• La actividad física –basada en una combinació­n de entrenamie­nto aeróbico no extenuante (correr, ir en bici, nadar) y ejercicios de fuerza (con cargas)– regula el sistema inmunitari­o y la producción de citoquinas. El número y la actividad de los linfocitos T, las células NK, los neutrófilo­s y los macrófagos, así como la producción de citoquinas antiinflam­atorias e inflamator­ias son factores que se ven influencia­dos por el ejercicio. En cambio, la vida sedentaria induce la acumulació­n de grasa visceral y su infiltraci­ón con células inmunitari­as proinflama­torias, lo que ocasiona mayor liberación de citoquinas y genera un estado inflamator­io de bajo grado. Este se ha asociado con resistenci­a a la insulina, inmunodepr­esión, ateroscler­osis, neurodegen­eración, tumores y otras enfermedad­es. • Suplemento­s inmunomodu­ladores, como la vitamina D y la melatonina, regulan la inmunidad y producen muchos otros beneficios en el organismo. Con estas medidas dietéticas y de estilo de vida podemos conseguir que las citoquinas y el resto de elementos que participan en la inmunidad sirvan a la salud y no se conviertan en un problema.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain