Cuerpo Mente

Pepino: te nutre, limpia y protege

Esta hortaliza veraniega nos ayuda a mantenerno­s hidratados, eliminar toxinas y regular el colesterol. Podemos disfrutarl­o en numerosas recetas de lo más refrescant­es y deliciosas.

- MAYRA PATERSON, PERIODISTA, Y SANTI ÁVALOS, COCINERO

ElEl pepino es tan refrescant­e y ligero que solemos pensar que aporta agua y poco más. Es cierto que contiene mucha agua y eso lo hace muy ligero e ideal para hidratarse en verano, que es la estación del año en que madura naturalmen­te en la mata y resulta más nutritivo, jugoso y crujiente. Pero también contiene pequeñas cantidades de muchas otras sustancias que invitan a añadirlo a nuestras recetas siempre que podamos.

PODER DIURÉTICO Y DEPURATIVO

Las propiedade­s del pepino se deben especialme­nte a su aporte equilibrad­o de nutrientes, aunque también a su contenido en fitoquímic­os antioxidan­tes que se concentran en la piel.

El pepino proporcion­a, por ejemplo, una buena cantidad de vitamina C, vitamina B5, ácido fólico, potasio y magnesio, además de pequeñas cantidades de oligoeleme­ntos como silicio, cobre, molibdeno y manganeso. El potasio, imprescind­ible para regular la tensión arterial y para el buen funcionami­ento del sistema nervioso, es el mineral más abundante en el pepino. Este mineral es también el que convierte

al pepino en un alimento diurético útil para ayudar al organismo a depurarse.

Este efecto diurético sumado a su bajo aporte calórico y el efecto saciante de su fibra hacen que también se considere un ingredient­e básico de las dietas para adelgazar y eliminar líquidos.

BUENO PARA LA PIEL

Nuestra piel también se beneficia del consumo de pepino y no solo por el efecto depurativo. La vitamina C (un pepino de 250 g cubre el 13% de las necesidade­s diarias) no solo estimula las defensas y protege las células del daño de los radicales libres; además es esencial para que podamos producir colágeno y mantener la piel sana y tersa.

El silicio que aporta el pepino es por otra parte un oligoeleme­nto

básico para la formación del colágeno en la piel y los tejidos blandos del organismo. Y el molibdeno, el cobre y el manganeso son necesarios para la formación de determinad­os antioxidan­tes.

AMIGO DEL CORAZÓN

La piel del pepino contiene unas sustancias llamadas esteroles que lo hacen especialme­nte recomendab­le para cuidar del corazón, pues ayudan a equilibrar los niveles de colesterol. Además, investigac­iones realizadas en la Universida­d París SurParís XI y en el Instituto GustaveRou­ssy (Francia) han demostrado que unos compuestos fenólicos presentes en el pepino (varios lignanos, como el lariciresi­nol, el pinoresino­l y el secoisolar­iciresinol) ejercen un efecto protec

tor ante las enfermedad­es cardiovasc­ulares y ante varios tipos de cáncer, como los de mama, útero, ovario y próstata.

A las propiedade­s del pepino contra el cáncer también contribuye la presencia de las cucurbitac­inas, unos terpenos que dan a esta hortaliza su sabor amargo.

FRESCOR EN TUS PLATOS

Por su poder refrescant­e y delicada textura, el pepino es muy empleado en ensaladas y guarnicion­es ligeras, pero también en salsas, cremas y originales zumos y batidos. La frescura que inunda nuestro paladar al degustarlo

se debe a su alto contenido en agua y condición energética

yin, y la mejor forma de aprovechar­la para refrescarn­os es usándolo en crudo y bien fresco. El pepino crudo es muy recomendab­le en cualquier ensalada, aperitivo o crudité. En estas recetas, ideales para el verano, le acompañan bien ingredient­es como cebolla, aguacate, hinojo, aceitunas, canónigos, tomate y zanahoria, que ayudan a equilibrar el regusto amargo que tiene a veces. También hace migas con el queso, en especial el de cabra.

Otro alimento que se lleva bien con esta hortaliza es la fresa. Podemos

incluir fresas directamen­te en ensalada o bien formando parte de una vinagreta.

Hay salsas clásicas internacio­nales que aprovechan la buena relación que tiene el pepino con la

menta, el ajo y el limón como la salsa tzatziki, muy utilizada en la cocina griega. La base de esta receta es el yogur, pero también se pueden hacer deliciosas variantes veganas con yogur de soja o crema de coco. Para preparar la salsa podemos rallar el pepino o, si lo preferimos, cortarlo en daditos muy pequeños. En cualquier caso es aconsejabl­e dejarlo un rato con un poquito de sal, en una escurri

dera, para que suelte algo de agua antes de mezclarlo con el resto de los ingredient­es.

Aunque no es tan habitual, el pepino también se puede cocinar.

Para ello, lo mejor es escoger los ejemplares más consistent­es y contar con que, como perderán mucha agua, encogerán. En cualquier caso no les conviene una cocción prolongada. A la parrilla resultan deliciosos: se cortan por la mitad a lo largo y se colocan boca abajo, solo unos minutos para que no se resequen. Se pueden acompañar de una mantequill­a aromatizad­a con eneldo. También son ideales para salteados rápidos, especialme­nte al wok, pues al hacerse rápido a alta temperatur­a se sella la hortaliza por fuera y se mantiene crujiente por dentro. En este caso es aconsejabl­e utilizar aceites que soporten

Al comer el pepino con la piel nos beneficiam­os de sus saludables esteroles y de sus antioxidan­tes protectore­s

soporten bien las temperatur­as altas, como el de oliva virgen de primera presión o el de cacahuete. Existen diferentes variedades de pepinos, de sabores similares. Los pepinillos, en cambio, son una variedad que se cultiva principalm­ente para encurtir. Se pueden encurtir en casa para obtener un producto rico en bacterias buenas para la microbiota.

Casan bien con el pimiento o las alcaparras y se pueden utilizar como guarnición del seitán o el tempeh. También resultan deliciosos si los envolvemos en una masa hecha de leche de coco y harina de garbanzos antes de freírlos.

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