Cultivos fuertes y sanos bajo el sol
El sol y el calor dan un gran impulso al huerto en verano si optamos por un riego regular pero espaciado y alimentamos las plantas con abonos equilibrados.
AlAl igual que nuestra piel, la mayoría de plantas que cultivamos sufren sometidas al intenso calor y la radiación solar de agosto; incluso las que aman el sol, como tomateras, pimientos o berenjenas. La radiación solar debilita el sistema inmunitario de las plantas y propicia los ataques de virus, parásitos y enfermedades. Podemos ayudarlas a protegerse del sol colocando un sombreado con malla verde que tamice los rayos solares.
CREMA SOLAR. También podemos aplicarles un tratamiento a modo de «crema solar» rociándolas con una dilución en agua de plantas resistentes al sol. Emplearemos un trozo grande de aloe vera –con piel–, dos o tres hojas de aloe arborescens o unas ramitas de sedum sediforme. Las trituraremos bien en un litro de agua, dejaremos macerar unos minutos, filtraremos, y con este líquido mojaremos bien las hojas, al atardecer, una vez a la semana o cada 15 días.
POTENCIADOR NATURAL. Los granitos y barritas de colores con abonos fertilizantes sintéticos, usados para acelerar el desarrollo de los cultivos e incrementar las cosechas, en la práctica provocan desequilibrios nutricionales y propician parásitos, plagas y enfermedades. En agri-
cultura ecológica se opta por hacer aportes regulares de materia orgánica y compost, más o menos descompuesto según la planta y su desarrollo. Lo mejor para mantener las plantas nutridas e incrementar la producción de cultivos exigentes, como tomateras, berenjenas, pepinos u otros, es regarlas una vez a la semana (o cada dos) con unos puñados de humus de lombriz diluidos en agua y macerados previamente unas horas.
MENOS AGUA, MÁS SABOR. Por precaución, en verano a menudo regamos más de lo conveniente, pero el exceso de riego hace que las plantas estén más tiernas y debilitadas, y que sean más propensas a enfermar y ser atacadas por parásitos, hongos o podredumbres. Aparte, el exceso de riego aumenta el contenido de agua en la planta, y ello reduce el sabor y el dulzor. Para incrementar el sabor y concentración de nutrientes de las plantas, conviene restringir de vez en cuando el tiempo o el agua de riego, pero manteniendo la periodicidad. Si pasan muchos días desde un riego y el siguiente, las hojas y los frutos tienden a endurecerse, y luego, al hincharse de golpe cuando reciben agua abundante, la absorben con avidez. Luego se agrietan y estropean con facilidad.