Cuerpo Mente

“A menudo, el problema no lo tiene el niño”

La solución a las rabietas de los niños puede estar donde los padres no esperaban, nos explica Rafa Guerrero.

- SARA ANDRADE

LasLas rabietas y los problemas de conducta son algo que nos preocupa mucho a los padres, maestros y profesiona­les de la salud. En ocasiones, nos quejamos de que nuestro hijo se «porta mal», no nos hace caso, no respeta los límites o entra en rabieta por casi cualquier cosa. Rafa Guerrero, psicoterap­euta especializ­ado en vínculos sanos, nos ayuda a entender qué ocurre en el cerebro de un niño cuando está en plena rabieta

–¿Qué es una rabieta y qué no lo es?

–La rabieta es diferente a la rabia. La rabia es una emoción y la rabieta es la puesta en escena de la emoción de rabia, pero descontrol­ada porque el chiquitín no tiene capacidad de autorregul­arse y está expresando, sin ningún tipo de tapujo ni filtro, la emoción que siente. Se da en niños pequeños porque su cerebro aún no se ha desarrolla­do lo suficiente.

–¿Cómo podemos gestionar una rabieta con respeto?

–Las rabietas, al igual que el fuego, se pueden avivar o se pueden amortiguar. Y eso ocurre antes del momento de la rabieta. Sabemos que hay niños que tienen más rabietas que otros. Esto se puede deber a aspectos más genéticos, pero también a cuál es su día a día. Ayuda que el padre y la madre tengan una comunicaci­ón limpia con sus hijos, que les pongan normas, que les pongan límites, que sean afectuosos, que estén presentes, sean sensibles y que atienden de una manera respetuosa a sus hijos. Lo cual no quiere decir que cuando los padres lo estamos haciendo bien, los niños no tienen rabietas, porque la rabieta es una fase normal.

–Quizá lo más común es que cuando aparecen los padres sientan que están haciendo algo mal…

–Claro, pero las rabietas son sinónimo de que tu hijo se está diferencia­ndo de ti, y eso siempre es positivo. Es legítimo que el niño tenga opiniones, gustos, emociones y pensamient­os diferentes a los nuestros.

–En el momento de la rabieta, ¿cómo acompañamo­s?

– La manera de calmar a una persona -ya no digo a un niño- es que tú estés calmado. En segundo lugar, el adulto debe entender que la rabieta es cuestión de tiempo. Generalmen­te la rabieta termina con un abrazo. Tenemos que trabajar el apego seguro con nuestros hijos.

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Es psicoterap­euta y autor de Menudas
rabietas (editorial Cúpula).
RAFA GUERRERO Es psicoterap­euta y autor de Menudas rabietas (editorial Cúpula).

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