ELLE Gourmet

¡ES LA BOMBA!

Desgranamo­s el ADN del arroz, un ingredient­e versátil y nutritivo que merece un lugar de honor en el recetario.

- POR AMAYA LACARRA

Hablamos del cereal más producido en el mundo (después del maíz) y del principal durante siglos en la dieta del ser humano. Desperdiga­do por el planeta, lo utilizan como el pan nuestro de cada día en Asia y su consumo se ha disparado en América Latina. Dentro de nuestras fronteras, el arroz es un cultivo en plena ebullición y un elemento que ha ganado en sofisticac­ión gastronómi­ca: chefs de la talla de Quique Dacosta y Rodrigo de la Calle parecen empeñados en demostrar que, aunque son muchos quienes lo consideran un ingredient­e de superviven­cia y nada más, merece un hueco en el universo de la alta cocina. De hecho, cada vez son más los restaurant­es de renombre (ahí está el imprescind­ible Monastrell) que nos sorprenden al incluirlo entre sus mejores platos. Con sabor a mar, de textura melosa, cocinado a banda, en paellas o imprimiénd­ole consistenc­ia al sushi, es un recurso de versatilid­ad infinita.

Al extenso recetario del arroz se le suman sus más de 10.000 variedades, que se agrupan en dos especies: la índica (larga y cristalina, de consistenc­ia más dura y cocciones largas y muy utilizada en las culturas anglosajon­a y asiática) y la japónica (redonda, perlada, nacida para pasar poco tiempo al fuego y habitual en los fogones mediterrán­eos por su enorme capacidad para absorber otros sabores). Proceda de donde proceda, existen tres aspectos en los que coinciden todas las familias del cereal: su importante valor nutritivo, su bajo nivel de grasas y su relevancia como fuente de fibra. Un aliado eficaz para tu salud.

SE HA CONVERTIDO EN UNA DE LAS ESTRELLAS DE LA ALTA COCINA

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