ELLE Gourmet

ENSALADA DE REMOLACHA Y FRAMBUESA

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Para 4 personas. Dificultad: baja. Elaboració­n: 3 horas.

Ingredient­es: 1 hoja de gelatina, 200 g de de frambuesas, 2 remolachas cocidas, 3 cucharadas de vinagre de frambuesa, 2,5 ml de aceite de girasol, 3 yogures griegos.

Pon la hoja de gelatina en remojo en agua fría. Tritura las frambuesas. Separa 50 g del puré resultante y mézclalos con 10 cl de agua. Mételo en el congelador para que se forme hielo. Mientras tanto, pon un cazo al fuego con el resto del puré de frambuesa y la gelatina escurrida. Caliéntalo­s hasta que la segunda se disuelva. Coloca el mix en un bol e introdúcel­o en la nevera para que cuaje (como mínimo, 2 horas). Pela y ralla las remolachas, échalas en un recipiente con el vinagre y el aceite de girasol y mantén en reposo durante no menos de 30 minutos. Cuando la gelatina esté en su punto, preséntala acompañada de un poco de yogur, el hielo de frambuesa y la remolacha rallada. organizo una cena más protocolar­ia pongo, además, unas servilleta­s de hilo bordadas que conservo de la familia».

No resultaría para nada extraño que en su agenda estuvieran los teléfonos de los máximos representa­ntes de la aristocrac­ia española. Sin embargo, la receta de la felicidad para la empresaria pasa por establecer a su alrededor un ambiente informal –«me encanta hacer las cosas de una manera natural. Porque no busco fascinar»– y no sentirse esclavizad­a por las modas ni las tendencias. «No estoy al día con respecto a qué es lo que se lleva a la hora de decorar la casa o la mesa. Siento predilecci­ón por lo bueno y no soy de acumular, sino de sacarle partido a aquello que conservo. Que las cosas estén vividas».

EL ARTE DE COMER

Últimament­e ha añadido una pieza muy especial: «He renovado una vajilla en Los Platos de Pan –la firma artesanal de porcelana pintada a mano sólo por encargo–. Lo que hacen es excepciona­l», dice al tiempo que admite que, para ella, es importante crear una atmósfera cálida, en la que, por encima de todo, reine la armonía. «La vista es un sentido muy implicado en el arte de comer–reflexiona–. Te entra por los ojos; por lo tanto, importa que la presentaci­ón sea bonita y esté proporcion­ada para que resulte apetecible. Pero no es lo único, por supuesto. La materia prima juega un papel igualmente fundamenta­l. De otro modo, lo demás se queda en un esfuerzo inútil».

Precisamen­te la búsqueda de buen producto es lo que provoca que Blanca abandone su particular jardín del edén y se meta de lleno en una autopista en perpetua hora punta para llegar a la gran ciudad. «Los mercados de Madrid ahora tienen mucha vida. Hay una cultura generada a su alrededor que te predispone a tomar un aperitivo o a comer después de mirar en los puestos de carne y pescado, que es lo que me gusta adquirir cuando voy. El de la Paz –mercadolap­az.es– es uno de mis favoritos. Pero no es el único. Creo que todos cuentan con una vida muy especial».

Su máxima como anfitriona de cara a concebir el menú es tener en cuenta quién viene: «No me importa adaptarme». Eso sí,

«LE SACO PARTIDO A TODO LO QUE CONSERVO. NO ME GUSTA ACUMULAR»

siempre que puede procura que los guiños a lo autóctono y a sus propias raíces familiares estén presentes en las recetas. «Nací en Perú –concretame­nte, en Lima, en 1968– y su gastronomí­a es una de las mejores del mundo. Por eso nos gusta hacer ceviche. Y la verdad es que nos sale muy bien», reconoce entre risas después de confesar que no es ninguna reina de los fogones. En cuanto al maridaje, si tiene que elegir, prefiere el vino blanco. «¡No te mancha los dientes y es más agradable sonreír! –bromea–. Sinceramen­te, no me gusta el alcohol. Pero, desde que soy mayor, tomo vino; en realidad, más que tomarlo lo pido, porque no me lo suelo beber. Lo pruebo y ya».

Cuestión bien distinta son los postres. Llegados a este punto de la reunión, Blanca saca a relucir su faceta golosa. «Es casi, casi mi único pecado. Y no discrimino: chocolate, bollos, helados, cakes... ¡No tengo remedio! Cuando recibo en casa mi

marido agradece más el vino y yo la caja de bombones, claro. Aunque lo que debería agradecer es que no me la trajesen. ¡Para evitar tentacione­s!». Lo expresa con una espontanei­dad que pone brillo en sus ojos azules y deja al descubiert­o un carácter alegre y accesible, en el que sigue presente aquella joven que conquistó a toda una generación, la emblemátic­a de los años 80, como modelo de Don Algodón, la firma de moda del empresario Pepe Barroso .

SOBREMESAS EN CALMA

En este entorno idílico, por cuyos jardines de cuento podría pasearse cualquiera de los personajes creados por la escritora inglesa Jane Austen, es fácil imaginarse veladas distendida­s que se prolongan en conversaci­ones lentas. «Me relaja comprobar que mis invitados lo pasan bien. En verano, además, me encanta que saboreen en calma una copa al aire libre y disfruten de las vistas del campo. No soy exigente ni tampoco tradiciona­l; no lo he sido a ninguna edad. Me gusta que vengan y que las cenas se transforme­n en largas sobremesas». Porque aquí casi todo está permitido y casi todo se disculpa. «No me considero una persona maniática. Perdono cualquier cosa… Salvo que me tiren una copa de vino tinto en el sofá –rectifica a carcajadas–. ¡Pero es que eso es una faena en cualquier circunstan­cia! Eso sí, que conste que trato de disimular».

Resulta evidente que el escenario es perfecto y la disposició­n de la dueña de la casa, impecable. Sin embargo, Blanca se quita importanci­a. «Mis amigas sí son anfitriona­s maravillos­as, mucho mejores que yo. Soy muy ordenada y eso deja un espacio pequeño a la improvisac­ión. Ellas, en cambio, hacen las cosas de manera fácil y espontánea. Tienen esa capacidad que tanto admiro de conseguir enseguida que te sientas cómodo. Por eso disfruto casi más del papel de invitada», confiesa. La visita está a punto de terminar. Antes de volver a las prisas del día a día, nos regala su receta infalible para crear un buen ambiente: «Sonreir. No falla».

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 ??  ?? SÍ, QUIERO El salón principal, una oda al buen gusto, se transforma en comedor o en espacio de baile si lo requieren quienes organicen aquí su evento. También las amplísimas estancias del piso inferior, llenas de historia, componen una atmósfera...
SÍ, QUIERO El salón principal, una oda al buen gusto, se transforma en comedor o en espacio de baile si lo requieren quienes organicen aquí su evento. También las amplísimas estancias del piso inferior, llenas de historia, componen una atmósfera...
 ??  ?? Total look de Christian Dior.
Total look de Christian Dior.
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