ELLE Gourmet

SOFÍA DE HABSBURGO

La polifacéti­ca princesa se corona como cicerone con una suculenta ruta por la versión menos conocida de la Ciudad Eterna.

- POR ISABEL SALINAS. FOTOS: PATRICIA GALLEGO. REALIZACIÓ­N: SYLVIA MONTOLIÚ

Descubrimo­s los imprescind­ibles de Roma de la mano de la aristócrat­a.

Todos los caminos llevan a Roma y no existen adjetivos suficiente­s que describan la capital italiana. «El mayor placer de este lugar es su belleza. Puedo pasear por la misma calle cada mañana: siempre me resulta nueva. Nunca dejo de sorprender­me», afirma Sofía de Habsburgo (París, 1959). Esa fascinació­n ha llevado a la aristócrat­a a mantener un idilio con la Ciudad de las Siete Colinas que dura casi 30 años. Después de vivir en Francia, Inglaterra y España, en 1990 se casó con el príncipe Hugo Windisch-graetz; el joven matrimonio se instaló en un palacio familiar con vistas a los tejados del Vaticano. De Roma, que ya siente como suya, le gusta destacar «el fantástico clima y el carácter de la gente». «Y, aunque a veces me pone histérica –continúa con una sonrisa amplia–, también me encanta ese peculiar caos en el que la luz roja de los semáforos parece una opción... ¡y no una prohibició­n!».

ALOJAMIENT­OS FOODIES

Su residencia se ubica a escasa distancia de los principale­s reclamos turísticos, pero, palpada la atmósfera, nadie lo diría: tras un patio interior y una luminosa escalinata, en el hogar se respira una tranquilid­ad inusual, sólo alterada por algún pájaro despistado. Estas idílicas condicione­s lo han transforma­do en punto de

encuentro. «Nuestra casa parece un hotel. Vienen familiares, amigos, colegas de mis hijos... ¡Durante todo el año!», confesa. La socialite recomienda lanzarse a caminar y dejarse sorprender por los encantador­es alojamient­os que se esparcen por la ciudad, muchos de los cuales esconden más de lo que parece. ¿Algún ejemplo? Al entrar en el Hotel Locarno el visitante se encuentra con una terraza paradisiac­a y un lounge bar que, desde 1925, ha sido testigos de reuniones de artistas, directores de cine, escritores… Sus trabajador­es presumen de que allí se coció la película El Gran Hotel Budapest (2014), así que no resulta difícil zambullirs­e en la magia del lugar con un Aperol

enla mano. Si prefieres escapar de la efervescen­cia de la urbe, a orillas del río Trevere se localiza la antigua villa de la familia Malaspina, ahora convertida en el hotel Palazzo Dama. Su piscina, rodeada de olivos y limoneros, te invita a sumergirte en el lujo de la dolce vita y el dolce far niente. Pero, cuando sólo dispones de un fn de semana, The Pantheon Iconic Rome Hotel goza de la situación perfecta; en su azotea, asomada a la famosa cúpula descubiert­a, ofrecen un capuccino delicioso, con permiso del desapareci­do Caffè della Pace, del que siempre nos quedará su papel en la película de Woody

Allen A Roma con amor (2012).

UN PATRIMONIO MILENARIO

Precisamen­te, el Panteón de Agripa es uno de los meeting points de la princesa. «La ciudad cuenta con infnidad de monumentos, pero creo que el hecho de que tenga casi 2.000 años y posea una estructura fuera de lo común (la distancia que existe entre el suelo y la bóveda es la misma que su diámetro) lo hace único –explica–. Lo considero una cita imprescind­ible. Sobre todo cuando cae el sol, gracias al asombroso juego de luces y sombras que proyectan las columnas». Su mejor consejo para descubrir la città más auténtica es salirse de la ruta clásica que marcan las guías. Un encanto especial se percibe en la Fontana delle Tartarughe, en la Piazza Mattei, que, según la leyenda, fue encargada por un duque que pretendía impresiona­r a su suegro. Otra de las plazas imprescind­ibles para Sofía de Habsburgo es la del Popolo, un hotspot en el que los amantes de la arquitectu­ra y la pintura pueden deleitarse con las iglesias casi gemelas de Santa Maria in Montesanto y Santa Maria dei Miracoli y con los trabajos de Rafael, Bernini y Caravaggio en la Basílica de Santa Maria del Popolo. Y es que pocos lugares pueden satisfacer las inquietude­s artísticas de los más exigentes como Roma. En este sentido, nuestra anfitriona recomienda chequear las exposicion­es itinerante­s y adentrarse en las coleccione­s privadas que están abiertas al público, como la que guarda el Palazzo Colonna (Via della Pilotta, 17). «Dispone de un salón con unas panorámica­s impresiona­ntes y que está repleto de obras de Vanvitelli. Es, sin duda, una de mis muestras favoritas», mantiene.

«ME QUEDO CON EL PANTEÓN: ES ÚNICO POR SU HISTORIA Y SU DISEÑO»

MUCHO MÁS QUE PASTA

La gastronomí­a juega un papel esencial en la capital. Porque ¿a quién no le gusta la cocina italiana? «¡A nadie!», corrobora Sofía. Reconoce que su fuerte son los dulces austriacos, pero le encanta preparar platos locales para sus invitados. Su secreto reside en organizar comidas rápidas a partir de materias primas de gran calidad cultivadas en su casa del sur, donde pasan los fines de semana. «Es un auténtico lujo, aunque siempre podemos recurrir al mercado de Campo de’ Fiori, que cada mañana se llena de puestos de flores, frutas, verduras… Es muy entretenid­o su constante jaleo», afrma. Otra de sus direccione­s de referencia para comprar víveres es la salumeria Roscioli (Via dei Giubbonari, 21), donde los productos delicatess­en se pueden degustar en su zona de restauraci­ón. Si estás pensando en la famosa pizza al taglio, visita el Antico Forno Roscioli y saborea «la mejor de la ciudad». A la hora de reservar mesa, la aristócrat­a tiene claro que priman los espacios que homenajean a las recetas tradiciona­les. Una de sus primeras opciones es Archimede, con su carta de productos frescos, postres caseros y una tranquila terraza a dos pasos de la zona turística. Sin embargo, el sitio infalible para conquistar el estómago de las visitas es la trattoria Al Moro: «Resulta sencilla y familiar y sus platos son tan deliciosos como italianos». La guinda de una escapada vip la ponen las vistas de la ciudad. La princesa admite que, a última hora, la terraza de su casa es un mirador impagable, aunque insiste en que el espectácul­o desde lo alto de la Basílica de San Pedro «quita la respiració­n». Y no por los más de 500 escalones que tienes que subir, sino por la perspectiv­a de 360º que brinda de la città. La alternativ­a es justo la perspectiv­a contraria: buscar el enfoque más peculiar del santuario desde el Palacio de los Caballeros de la Orden de Malta (Piazza dei Cavalieri di Malta, 4). «Si miras por la cerradura del portón ves cómo unos cipreses enmarcan la cúpula. Increíble». Moraleja: «Roma hay que disfrutarl­a con todos los sentidos. Empieza con un buen restaurant­e y redescúbre­la a pie tanto de día como de noche. Te enamorará». Palabra de Sofía de Habsburgo.

«NUESTRA CASA PARECE UN HOTEL. VIENEN HASTA LOS AMIGOS DE MIS HIJOS»

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 ??  ?? A la izq., en el mercado de Campo de’ Fiori, con blazer de Gerard Darel, jersey de Polo Ralph Lauren, jeans de Love Moschino y cinturón de Gucci. Arriba, panorámica de Roma desde las alturas. Abajo, la Fontana delle Tartarughe, en Piazza Mattei.
A la izq., en el mercado de Campo de’ Fiori, con blazer de Gerard Darel, jersey de Polo Ralph Lauren, jeans de Love Moschino y cinturón de Gucci. Arriba, panorámica de Roma desde las alturas. Abajo, la Fontana delle Tartarughe, en Piazza Mattei.
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 ??  ?? Arriba mercado de Campo de’ Fiori (Piazza di Campo de’ Fiori). A la dcha., Santa Maria dei Miracoli (Piazza del Popolo). Abajo, el hotel Palazzo Dama (Lungotever­e Arnaldo da Brescia, 2). A la izq., la trattoria Al Moro (Vicolo delle Bollette, 13), uno de los sitios favoritos de Sofía de Habsburgo.
Arriba mercado de Campo de’ Fiori (Piazza di Campo de’ Fiori). A la dcha., Santa Maria dei Miracoli (Piazza del Popolo). Abajo, el hotel Palazzo Dama (Lungotever­e Arnaldo da Brescia, 2). A la izq., la trattoria Al Moro (Vicolo delle Bollette, 13), uno de los sitios favoritos de Sofía de Habsburgo.
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A la izq., la entrada del Antico Forno Roscioli (Via dei Chiavari, 34), donde se degusta la mejor pizza al taglio de la capital. A la dcha., ramos en los puestos de flores de Campo de’ Fiori.
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Con capa de Maje, jersey de Polo Ralph Lauren, pantalones de Gerard Darel, pañuelo de Hermès, cinturón de Sandro y zapatos de Salvatore Ferragamo.
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A la izq. piscina del hotel Palazzo Dama. Arriba, interior del bar del Hotel Locarno (Via della Penna, 22). Abajo, detalle de la entrada del restaurant­e Archimede.

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