SOFÍA DE HABSBURGO
La polifacética princesa se corona como cicerone con una suculenta ruta por la versión menos conocida de la Ciudad Eterna.
Descubrimos los imprescindibles de Roma de la mano de la aristócrata.
Todos los caminos llevan a Roma y no existen adjetivos suficientes que describan la capital italiana. «El mayor placer de este lugar es su belleza. Puedo pasear por la misma calle cada mañana: siempre me resulta nueva. Nunca dejo de sorprenderme», afirma Sofía de Habsburgo (París, 1959). Esa fascinación ha llevado a la aristócrata a mantener un idilio con la Ciudad de las Siete Colinas que dura casi 30 años. Después de vivir en Francia, Inglaterra y España, en 1990 se casó con el príncipe Hugo Windisch-graetz; el joven matrimonio se instaló en un palacio familiar con vistas a los tejados del Vaticano. De Roma, que ya siente como suya, le gusta destacar «el fantástico clima y el carácter de la gente». «Y, aunque a veces me pone histérica –continúa con una sonrisa amplia–, también me encanta ese peculiar caos en el que la luz roja de los semáforos parece una opción... ¡y no una prohibición!».
ALOJAMIENTOS FOODIES
Su residencia se ubica a escasa distancia de los principales reclamos turísticos, pero, palpada la atmósfera, nadie lo diría: tras un patio interior y una luminosa escalinata, en el hogar se respira una tranquilidad inusual, sólo alterada por algún pájaro despistado. Estas idílicas condiciones lo han transformado en punto de
encuentro. «Nuestra casa parece un hotel. Vienen familiares, amigos, colegas de mis hijos... ¡Durante todo el año!», confesa. La socialite recomienda lanzarse a caminar y dejarse sorprender por los encantadores alojamientos que se esparcen por la ciudad, muchos de los cuales esconden más de lo que parece. ¿Algún ejemplo? Al entrar en el Hotel Locarno el visitante se encuentra con una terraza paradisiaca y un lounge bar que, desde 1925, ha sido testigos de reuniones de artistas, directores de cine, escritores… Sus trabajadores presumen de que allí se coció la película El Gran Hotel Budapest (2014), así que no resulta difícil zambullirse en la magia del lugar con un Aperol
enla mano. Si prefieres escapar de la efervescencia de la urbe, a orillas del río Trevere se localiza la antigua villa de la familia Malaspina, ahora convertida en el hotel Palazzo Dama. Su piscina, rodeada de olivos y limoneros, te invita a sumergirte en el lujo de la dolce vita y el dolce far niente. Pero, cuando sólo dispones de un fn de semana, The Pantheon Iconic Rome Hotel goza de la situación perfecta; en su azotea, asomada a la famosa cúpula descubierta, ofrecen un capuccino delicioso, con permiso del desaparecido Caffè della Pace, del que siempre nos quedará su papel en la película de Woody
Allen A Roma con amor (2012).
UN PATRIMONIO MILENARIO
Precisamente, el Panteón de Agripa es uno de los meeting points de la princesa. «La ciudad cuenta con infnidad de monumentos, pero creo que el hecho de que tenga casi 2.000 años y posea una estructura fuera de lo común (la distancia que existe entre el suelo y la bóveda es la misma que su diámetro) lo hace único –explica–. Lo considero una cita imprescindible. Sobre todo cuando cae el sol, gracias al asombroso juego de luces y sombras que proyectan las columnas». Su mejor consejo para descubrir la città más auténtica es salirse de la ruta clásica que marcan las guías. Un encanto especial se percibe en la Fontana delle Tartarughe, en la Piazza Mattei, que, según la leyenda, fue encargada por un duque que pretendía impresionar a su suegro. Otra de las plazas imprescindibles para Sofía de Habsburgo es la del Popolo, un hotspot en el que los amantes de la arquitectura y la pintura pueden deleitarse con las iglesias casi gemelas de Santa Maria in Montesanto y Santa Maria dei Miracoli y con los trabajos de Rafael, Bernini y Caravaggio en la Basílica de Santa Maria del Popolo. Y es que pocos lugares pueden satisfacer las inquietudes artísticas de los más exigentes como Roma. En este sentido, nuestra anfitriona recomienda chequear las exposiciones itinerantes y adentrarse en las colecciones privadas que están abiertas al público, como la que guarda el Palazzo Colonna (Via della Pilotta, 17). «Dispone de un salón con unas panorámicas impresionantes y que está repleto de obras de Vanvitelli. Es, sin duda, una de mis muestras favoritas», mantiene.
«ME QUEDO CON EL PANTEÓN: ES ÚNICO POR SU HISTORIA Y SU DISEÑO»
MUCHO MÁS QUE PASTA
La gastronomía juega un papel esencial en la capital. Porque ¿a quién no le gusta la cocina italiana? «¡A nadie!», corrobora Sofía. Reconoce que su fuerte son los dulces austriacos, pero le encanta preparar platos locales para sus invitados. Su secreto reside en organizar comidas rápidas a partir de materias primas de gran calidad cultivadas en su casa del sur, donde pasan los fines de semana. «Es un auténtico lujo, aunque siempre podemos recurrir al mercado de Campo de’ Fiori, que cada mañana se llena de puestos de flores, frutas, verduras… Es muy entretenido su constante jaleo», afrma. Otra de sus direcciones de referencia para comprar víveres es la salumeria Roscioli (Via dei Giubbonari, 21), donde los productos delicatessen se pueden degustar en su zona de restauración. Si estás pensando en la famosa pizza al taglio, visita el Antico Forno Roscioli y saborea «la mejor de la ciudad». A la hora de reservar mesa, la aristócrata tiene claro que priman los espacios que homenajean a las recetas tradicionales. Una de sus primeras opciones es Archimede, con su carta de productos frescos, postres caseros y una tranquila terraza a dos pasos de la zona turística. Sin embargo, el sitio infalible para conquistar el estómago de las visitas es la trattoria Al Moro: «Resulta sencilla y familiar y sus platos son tan deliciosos como italianos». La guinda de una escapada vip la ponen las vistas de la ciudad. La princesa admite que, a última hora, la terraza de su casa es un mirador impagable, aunque insiste en que el espectáculo desde lo alto de la Basílica de San Pedro «quita la respiración». Y no por los más de 500 escalones que tienes que subir, sino por la perspectiva de 360º que brinda de la città. La alternativa es justo la perspectiva contraria: buscar el enfoque más peculiar del santuario desde el Palacio de los Caballeros de la Orden de Malta (Piazza dei Cavalieri di Malta, 4). «Si miras por la cerradura del portón ves cómo unos cipreses enmarcan la cúpula. Increíble». Moraleja: «Roma hay que disfrutarla con todos los sentidos. Empieza con un buen restaurante y redescúbrela a pie tanto de día como de noche. Te enamorará». Palabra de Sofía de Habsburgo.
«NUESTRA CASA PARECE UN HOTEL. VIENEN HASTA LOS AMIGOS DE MIS HIJOS»