UN JARDÍN EN LA COCINA
Iba para abogado en Nueva Zelanda y acabó entregado a las plantas en el sur de Inglaterra, donde enseña a cuidar frutas y hortalizas. Ahora Aaron Bertelsen publica un libro de recetas que es un canto a la vida sostenible.
El horticultor Aaron Bertelsen nos contagia su filosofía sostenible.
Aaron Bertelsen (Nueva Zelanda, 1973) tenía un plan: terminar el instituto, ir a la universidad y trabajar como abogado en Auckland. «Pero un día abrí la revista Gardens Illustrated y cambié de idea», se defende. El ejemplar en cuestión llevaba un reportaje sobre el escritor inglés Christopher Lloyd, cuya casa, llamada Great Dixter y ubicada en medio de la naturaleza en el sur de Inglaterra, era un vergel entregado a la jardinería y a la formación de jóvenes horticultores. «De niño no era un loco de las plantas –recuerda Bertelsen–, pero pasaba mucho tiempo con mis abuelos, que se dedicaban a cultivar fores y vegetales. Aquello acabó calando en mí». Tanto que en 1996 voló a Reino Unido dispuesto a convertirse en aprendiz de Christopher Lloyd, al que se refere como Christo.
FORMACIÓN PROFESIONAL
«Aprendí a cavar, sembrar, regar, recolectar... Fue una experiencia práctica e intensa: vine por tres meses y me quedé tres años. Luego seguí creciendo y perfeccionándome en los Kew Gardens, en Londres, y en el Botánico de Israel, en Jerusalén». Con un currículum para enmarcar, regresó a Great Dixter, donde, desde 2007, se encarga de mimar las frutas y las hortalizas y de cocinar para los estudiantes y los voluntarios. De eso trata, precisamente, el libro que ahora edita, The Great Dixter Cookbook (Phaidon), un exquisito tomo cargado de recetas que huelen a campo (las de los platos del menú que él sirve) y que también puede leerse como un manual para quienes se aventuren a poner en marcha su propio huerto. «Es una decisión