JAVIER SÁNCHEZ MEDINA
Los vips se pelean por sus cabezas de animales en esparto ‘made in’ Malasaña. Una pasión que nace de sus recuerdos de infancia.
Ha pasado de regentar un gimnasio en Badajoz y prepararse las oposiciones de bombero a ser conocido como el Espartero de Malasaña ( javiersmedina.com). Es un reputado artesano que diseña y elabora desde su diminuto taller (una antigua cochera madrileña en la que suenan canciones de Bon Iver) trofeos ecológicos y
espejos sol con fbras naturales por encargo. «Hasta que me di cuenta de que el serrín llegaba a la cama, no abrí este espacio en la calle de El Escorial. Aquí incluso las herramientas tienen historia: el martillo es de mi abuelo, y las tijeras, los punzones y las gubias, de mi padre; de cuando trabajaba el calzado», relata. Y, así, trenzando la pleita y cosiendo con el hilo de bramante para darles forma, surgen sus cabezas de toro, de burro, de rinoceronte..., que más tarde aparecen en las casas de Sarah Jessica Parker, Julian Schnabel y Carolina de Mónaco, entre otros.
¿Cómo surge tu vocación por estas labores casi olvidadas?
De recuerdos de la infancia en Extremadura. Crecí observando a mi padre, que era zapatero, y sus hobbies artesanales. También a mi abuelo, que arreglaba en el patio las persianas y la enea de las sillas. Luego, el consejo de la restauradora Marisa del Real, de quien aprendí la técnica, hizo que reorientara mi vocación profesional.
¿Con qué materias primas trabajas?
Para los espejos, con médula, que es la parte interna del bambú, el mimbre o el ratán. Y, para las cabezas de animales, con pleita; es una hierba que proviene del esparto y se humedece antes de moldearla. Todo a mano.
¿Cuál es la razón del éxito del producto?
Además del artículo en sí, es la historia que transmite. Hay gente que viene a comprar... y también a ver el taller, a conocer su historia.
¿Por qué crees que hay un renovado interés por los oficios de este tipo?
Porque, por suerte, se vuelven a valorar los objetos hechos con dedicación y respeto, la calidad frente a la producción industrial.
En lugar de combatir incendios, sofocas los fuegos de los encargos. ¿Tienes ayuda?
Una persona tarda entre dos y tres días en hacer una cabeza pequeña... Así que, con nuestro enorme volumen de pedidos, he contratado a un encargado y mi padre se ocupa de una parte del proceso. Yo lo remato.
Con apenas 40 metros cuadrados, este espacio se te quedará pequeño a veces.
En breve abriré uno nuevo al lado, en la calle de la Madera. Contará con una galería para exponer la obra de otros artistas, hacer cenas o impartir cursos y con una zona de creación y otra para dar rienda suelta a la imaginación.
¿Lo próximo en lo que dejarás tu sello?
Un hotel en Jamaica y un trabajo para Disney.