CLASE NATURAL
Mucho instinto y una constante atención al detalle son los valores de la joven chef.
Si el campo de la consultoría estratégica perdió hace nueve años a una profesional como la copa de un pino, el terreno de la cocina nunca le estará lo suficientemente agradecido a Cristina Oria por cambiar de rumbo profesional. Esta perfeccionista, con vista de pájaro y olfato de lince para conseguir y ofrecer siempre lo mejor, tanto en su tienda como en su restaurante o en sus menús, se formó en la escuela Le Cordon Bleu de París. Y sus comienzos, ya de vuelta a casa, fueron por todo lo alto: su Foie Mi-cuit a los tres vinos con gelatina de Sauternes y pan de pasas recibió el Premio Madrid Fusion 2011 y su negocio enseguida se convirtió en parada obligatoria de la ruta foodie más exclusiva de la capital (cristinaoria.com). En él, esta Navidad amplía su propuesta en decoración: «Antes el nacimiento y el árbol eran los protagonistas; ahora el público se está enfocando más en los centros de mesa», apunta. ¿Su secreto? «La nuestra es una combinación de buenas materias primas, elaboración y puesta en escena. Si hasta mi hijo de cuatro años me dice: “Mamá, ¿podemos ir a Cristina Oria a tomar un gofre?”», revela la chef entre carcajadas.