ELENA BRAVO MANTEQUERÍAS BRAVO
Es la mujer al frente de un ultramarinos que lleva casi nueve décadas rastreando el mapamundi de las delicias.
La sensación que muchos aseguran experimentar cuando llegan a Mantequerías Bravo (Ayala, 24, Madrid) es la de atravesar un portal del tiempo para llegar a uno de esos espacios donde la tradición les ha ganado el pulso a las grandes cadenas que impregnan cada esquina de las ciudades del siglo
«LO QUE PERSEGUIMOS ES QUE EL NEGOCIO SE CONVIERTA EN EL SALÓN DE CASA DE TODO EL QUE ENTRA. NO NOS GUSTA QUE EL PÚBLICO NOS VEA SÓLO COMO UNA TIENDA»
XXI. Este negocio echó a rodar en 1931: tres generaciones después, prosigue su andadura, ahora con una mujer al frente.
Elena Bravo considera el establecimiento un miembro más de su familia. Habla de él con un cariño que desarma y le brillan los ojos al contar la ilusión que le produce trabajar en el colmado que un día abrió su abuelo. En sus primeros años, el fundador basó su éxito en traer productos foráneos de la mejor calidad; en este sentido, el vino francés sacaba pecho como uno de sus principales atractivos. Más tarde, el padre de Elena comenzó a incluir referencias
made in England, muy en línea con la tendencia que imperaba en nuestro país en la década de los 60. Y en los 80 apostó por incluir las grandes denominaciones de origen. Ese afán por evolucionar y la entrega absoluta de los dueños del negocio han convertido la mantequería en un sitio icónico del distrito de Salamanca. Y el espíritu de aquella tienda de tiempos de preguerra, con su estética fascinante y su encantadora atmósfera de clásico ultramarinos de barrio, continúa vivo porque Elena se ha mantenido fiel a los valores de sus antecesores, quienes pusieron el foco en el trato exquisito al cliente y en la búsqueda de la máxima calidad en los productos. Por eso someten a una continua cata todas las delicias que puedes encontrar (entre las que destacan el jamón, las conservas y, por supuesto, una gran selección de vinos), rastrean el planeta para localizar los caprichos gourmet que el público no es capaz de encontrar en ningún sitio y envían sus viandas a cualquier rincón del mundo.