JULIETA CARUSO BUENOS AIRES
Autodidacta, viajera, ambiciosa e inteligente, en su vuelta a casa ha conseguido poner patas arriba la escena gastronómica argentina.
En el barrio de moda de Buenos Aires, el coqueto Palermo Chico, todo recuerda al centro de Europa, excepto las palmeras y ese cielo tan azul que hace daño a la vista. Entre las majestuosas fachadas, destaca la que alberga La Cocina de Casa Cavia (Cavia 2985), el restaurante de la joven Julieta Caruso, un fabuloso edificio de los años 20 que también da cobijo a una editorial, una librería y una floristería. Un espacio de diseño fascinante, sofisticado y sencillo, moderno y clásico al mismo tiempo, como la propia chef.
Criada en Bariloche, en la Patagonia, su temprana pasión por los fogones la llevó a estudiar cocina en la capital del país, desde donde saltó rumbo a Europa dispuesta a encontrar «el origen de la gastronomía». Así, con sus ahorros llegó a Portugal; después, aterrizó en España: entró para unas prácticas en Mugaritz, con dos estrellas Michelin, y terminó convertida en la mano derecha de Andoni Luis Aduriz. Sin embargo, Caruso quería aprender más; por eso, continuó formándose en Japón, Vietnam, Corea del Sur, la India, Filipinas, Singapur... Y, al cabo de un año, con 32, volvió a América Latina por amor, decidida a desplegar su talento y a transformar la escena foodie de Argentina. Estaba todo por hacer: desarrollar los productos, elevar el nivel de sus colegas, transmitir su savoir-faire... La Cocina de Casa Cavia es hoy el epicentro de una revolución culinaria, un laboratorio en el que la literatura y la comida se dan la mano.