SAMANTHA VALLEJO-NÁGERA
Triunfa en la televisión y celebra el 25º aniversario de su exitoso ‘catering’. En lo más alto de su carrera, la chef y empresaria nos recibe en su casa madrileña.
La chef convierte su casa en un plató para mostrar sus dotes de anfitriona.
Samantha Vallejo-nágera (Madrid, 1969) cabalga la cresta de la ola en su mejor momento profesional: recién cumplidos los 50, celebra los 25 años de su prestigioso catering (Samantha de España, samanthavallejonagera.com) y está inmersa en la grabación de la octava temporada del talent show Masterchef. Y en el camino no ha dejado de disfrutar ni de su familia ni de las escapadas de fin de semana a su refugio en la localidad segoviana de Pedraza. «Tengo que aprovechar esta etapa de mi vida. Creo que, cuando las cosas llegan juntas, no debemos pensar mucho en ellas: hay que aceptarlas y dejarse llevar. Además, soy una persona muy organizada; al final, se puede con todo», explica. Me ha citado en su espectacular casa, en Madrid, una vivienda colorida y luminosa que, claramente, refleja el estilo personal e inconfundible de la empresaria, presentadora y cocinera. Aquí Samantha guarda numerosos objetos eclécticos, piezas que, por alguna extraña razón, encajan como un guante en este espacio. El resultado es divertido, acogedor y chic, ecléctico y armónico a la vez, y está salpicado de detalles que le aportan carácter y equilibrio al conjunto.
EL ARTE DE COMER (BIEN)
Con maestría, Vallejo-nágera ha logrado convertir su catering en el favorito de los vips; con él se luce en bodas de postín y en los eventos de las empresas más importantes de nuestro país. «Trato a todos mis clientes por igual –explica–. Tan pronto superviso una cena para dos como gestiono una boda con 800 comensales en nuestras fincas o un encuentro privado. Cualquiera que quiera mis servicios se merece
la misma atención». Disfrutona desde siempre, le apasiona el universo gourmet porque se lo inculcó su madre, Sabine, cuando era pequeña: «Ella es francesa, y en mi casa siempre se ha comido muy bien; las comidas y las cenas eran el momento de reunión familiar, una costumbre que yo he intentado mantener en mi propio hogar».
Curiosamente, que Samantha haya acabado dedicándose a los fogones no ha sido una cuestión vocacional. Más bien, ha sido culpa de una apuesta. Su destino era el paisajismo, pero un reto planteado por Otto Horcher, propietario del exclusivo restaurante madrileño, la empujó a cambiar de rumbo. «Apostó conmigo a que no aguantaría ni un día dentro de la cocina de su restaurante. Una vez allí, me encantó la experiencia; me pareció divertido pelar alcachofas o cortar patatas y me di cuenta de que aquello me gustaba más de lo que pensaba. Ni que decir tiene que gané la apuesta», se ríe.
Después de una temporada en Estados Unidos, comenzó a cocinar. Un día confeccionó un anuncio publicitario en su ordenador (lo conserva con cariño) y lo buzoneó por la zona residencial de Los Pinos, en Mallorca. Además, compró un par de
sartenes: las guardaba en una caja en casa de su madre y las transportaba a las de los amigos cuando le pedían un cena. «El tema creció y de una caja pasamos a dos, tres, cuatro... Hasta que mi madre me convenció de buscar un espacio donde desarrollar esta pasión. Entonces alquilé en Madrid un pequeño piso en la calle del Barquillo que, al poco tiempo, también se quedó pequeño, igual que el siguiente local, en Cardenal Cisneros. Así fue como llegué a las tres naves que ocupamos actualmente en Alcobendas».
Tras un cuarto de siglo al mando de Samantha de España, ha llegado a atender eventos de más de 3.000 personas, pese a lo cual sigue mostrando sincera devoción por su trabajo. «¿Sabes cómo defino mi marca? –pregunta mientras me mira fijamente–. Como una gastronomía con decoración y sin rutina. Y es que, si lo piensas, hago una puesta en escena diferente para cada uno de mis clientes».
UNA VIAJERA EMPEDERNIDA
En el día a día delega parte del negocio en personas de confianza para poder llegar a todo. «Porque no soy Superwoman. Aparte del catering, están Masterchef y, sobre todo, mis cuatro niños. Eso sí, el teléfono es mi vida: no sé cuántos chats puedo tener abiertos... Uno para temas de la decoración, otro con el equipo de producción, otro con los proveedores de
«HAGO UNA
PUESTA EN ESCENA DISTINITA PARA CADA CLIENTE»
la materia prima...», explica. Sabe perfectamente que servir un producto excelente es uno de los factores clave de su éxito, pero no olvida que la puesta en escena y el atrezo juegan un importante papel. «Nuestras naves están llenas de artilugios, complementos y objetos que me voy trayendo de mis diferentes viajes. Las compañías áreas están encantadas conmigo: siempre vuelvo con exceso de equipaje. De hecho, acabo de regresar con varios colchones de colores de Tailandia y estoy esperando que me envíen unas alfombras preciosas que fiché estando en Argentina».
VERDURA Y MÁS VERDURA
Vallejo-nágera invierte cuatro días de la semana en la grabación de la octava temporada del concurso televisivo Masterchef, por lo que apenas dispone de tiempo para cocinar. Eso sí, no perdona un rato de deporte por la mañana o por la tarde y, si se puede escapar, se relaja paseando por Madrid en moto en busca de nuevos destinos gastronómicos. Se considera una mujer planificadora y ordenada, por lo que, aunque ella esté fuera, procura dejar claras las pautas para que en su casa siempre se compren alimentos saludables. «Se puede comer sano sin que eso signifique aburrirse con los menús. ¿Mi lema? Menos fritos y más ingredientes al horno o al vapor». Fiel defensora de las verduras, fomenta las recetas en las que las hortalizas llevan la voz cantante. En este sentido, propone platos sencillos de elaborar que se preparan en poco tiempo y que están deliciosos, «como la berenjena asada con yogur, los puerros al vapor, la ensalada de zanahoria, los rollitos de gambas y los ñoquis de verduras». Sí, lejos de la rutinaria lechuga con tomate y cebolla, «existen miles de opciones diarias para incluir las verduras en la dieta», insiste. Se decanta por la cocina maximalista, esa en la que hay decenas de boles, platos y máquinas a la vista, pero se niega a subirse a los tacones para
«MI LEMA:
MENOS FRITOS Y MÁS INGREDIENTES AL HORNO O AL VAPOR»
andar entre pucheros: «Son cosas incompatibles. Ya me toca en Masterchef y no sé ni cómo me mantengo en pie», bromea.
UN ALIADO EN LA DESPENSA
Samantha sostiene que para comer bien resulta esencial contar con una despensa a la altura. «Piénsalo –dice–: en la carta de los restaurantes la opción es siempre una ensalada mixta. ¿Por qué no ampliar la oferta de hortalizas? Nos iría mejor. Yo siempre recurro a mi carnicero y mi pescadero de cabecera. Soy de acudir al pequeño comercio y de congelar luego, no pasa nada por hacerlo, es la manera de tener en cualquier momento ingredientes para ir planeando platos variados a lo largo de la semana. La gente se cree que todo lo fresco que se compra se pone malo en un minuto, pero eso no es verdad: se puede congelar y luego llevar una dieta saludable». Sus productos básicos en la cocina son la cebolla, el pollo, el queso
y «el aguacate, que es tan versátil que vale igual para una ensalada que para una tostada rápida». Le gusta recibir en casa de Madrid, aunque lo hace más a menudo en la de Pedraza los fines de semana. «Allí es donde me relajo y donde más me gusta ponerme al mando de los fogones». Para triunfar al organizar una cena, se decanta por recetas como una pasta con calabacín, aceite de oliva, parmesano y alcaparras; una sabrosa tabla de quesos, una dorada al horno con patatas y unos salmonetes con tomate y aceituna negra. «Aunque, francamente, unos huevos fritos con patatas también pueden ser un éxito en un momento dado».
No enloquece a la hora del decorar la mesa ni sigue a rajatabla unos tips establecidos. Más bien, se guía por su estado de ánimo, por la época del año en la que nos encontremos o por el tipo de invitados que vaya a recibir. «La verdad es que tampoco me como la cabeza; un día pongo un enorme mantel vintage y otro superpongo individuales, o lleno la mesa de jarrones, o decoro la mesa al estilo peruano... No sigo normas. Eso sí, teteras, velas, y flores naturales, como mimosas, jacintos y narcisos, son mis imprescindibles».
LA HORA DE BRINDAR
Si hablamos de maridajes, Samantha abraza las tradiciones de toda la vida. «No tengo nada contra la moda de los cócteles, y los hay deliciosos, pero creo que un buen vino es el mejor compañero para una excelente velada. Y, si entramos en el terreno del tapeo, también me gusta ofrecer clara con limón o una cerveza». El tiempo se acaba y nuestra anfitriona debe asistir a un taller de cupcakes. Antes de marcharse nos resume sus próximos proyectos: a la vuelta de su viaje a Guatemala, prevé inaugurar un pequeño y coqueto lugar donde comer y dormir. Y hasta aquí podemos contar.