EL REY DEL VERANO
Aparte de llevarse muy bien con el jamón, el melón es un poderoso hidratante. Descubre los secretos de la fruta que más apetece cuando sube el termómetro.
Si visitas cualquier colección de arte, comprobarás que el melón es un recurso habitual en los clásicos bodegones. Sin ir más lejos, en el Museo Nacional del Prado, en Madrid, protagoniza algunas obras de Luis Egidio Meléndez o de Frans Snyders. Y eso no es todo: esta fruta típica del verano cuenta con su propio museo en Villaconejos, un municipio al sudeste de la capital que se ha vuelto famoso en todo el mundo por cultivar ejemplares de primerísimo nivel.
Aunque Villaconejos es la zona más sonada cuando hablamos del fruto de la melonera, no es la que más referencias exporta: ese puesto lo ocupa la Región de Murcia. Un dato que resulta muy significativo si tenemos en cuenta las últimas estadísticas de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: en ellas, España se sitúa como el primer exportador global y el principal productor de la Unión Europea, junto a Turquía.
El melón pertenece a la familia Cucumis (la del pepino), pero su origen no está claro. Algunos expertos lo sitúan en Asia y otros en África. En las fruterías españolas, la variedad más común es la piel de sapo, pero existen muchos tipos: tendral, galia, honeydew, cantalupo... Y todos son igual de beneficiosos para la salud, debido, principalmente, a que se trata de una fruta muy hidratante (el 80 por ciento es agua). Además, suma pocas calorías y azúcares, es rica en potasio y magnesio y contiene vitamina C y betacaroteno. ¿Es o no una pieza de museo digna de guardar en tu nevera? se cultiva en
El
Murcia
«En Dstage solemos cocinar con la variedad piel de sapo, pero también hemos hecho platos con la cantalupo».
«Una receta sencilla para preparar en casa es combinar el melón con un caldo frío de un buen jamón ibérico, virutas del mismo, hojas de hierbabuena fresca y unas gotas de aceite de oliva virgen extra. Termina con unas almendras fritas o tostadas».
«Para maridar, nada como una cerveza, vino oloroso o un amontillado».