MI PRIMERA VEZ
El más que esperado verano nos trae, entre otras cosas, esta columna, llenita de viajes, escapadas, restaurantes, vinos y otros placeres con los que he soñado en los últimos meses mientras, como muchos de vosotros, perfeccionaba mi técnica para hacer pan. Todo empezó cuando, buceando en mi trastero, encontré ¡una panificadora! Luego, tiré de Google, busqué una receta... Y, oye, ni tan mal: exitazo en casa. Pero, al día siguiente, la panificadora dejó de funcionar (ahora recuerdo que estaba en el trastero por esa extraña manía familiar de guardar allí los trastos rotos). Llamé a Jesús Monedero, el cocinero panarra del restaurante Palio, en Ocaña (Toledo), que me dijo: «No necesitas panificadora, ni tan siquiera amasar: harina, agua, sal, levadura, aceite y un horno». ¿Cómo? Los ojos como platos. Jesús me transmitió un arte que me ha hecho muy feliz en los últimos meses. También he aprovechado para llenar mi agenda de sitios que, sí o sí, pienso conocer, empezando por Palio y su menú especial. Y, ya que estoy en la provincia de Toledo, iré hasta Hormigos para regalarme la experiencia que tengo en mente en una de las lunas de ese hotel tan especial llamado Miluna: desconectar al ritmo natural de la luz, conectar con las estrellas, relajarme en su flotarium y, por supuesto, aprovechar al máximo sus muchas actividades al aire libre —me parece lo mínimo, después de todo—. En Toledo capital, ya en un plan menos contemplativo, tengo pendiente el Hotel Boutique Adolfo, que, además, pertenece a la Red de Hospederías de Castilla-la Mancha (perdonad un segundo, que voy a abrirme una botellita del tinto joven Nouveau, de bodegas Castelo de Medina, para provocar al paladar y seguir soñando con los próximos lugares, restaurantes y platos de mi lista de futuros cercanos).
Ya estoy. Otro sitio en el que nunca tuve la oportunidad de reservar y que he añadido a mi agenda de obligatorios es el hotel Masqi, en la provincia de Alicante. Me encantaría dejarme cuidar con sus propuestas y retiros, tal como invitan a hacer desde su página web. No sabría si elegir el paquete Vacaciones Renovadoras, el Express Detox Retreat o el programa de adelgazamiento. Es que el confinamiento ha dejado huella en mi zona abdominal, ejem... Una cosa he sacado en claro: mi problema de los kilos no tiene nada que ver con mi trabajo ni con comer fuera; mi verdadero problema es que me gusta comer, comer de verdad, esté trabajando, en casa con los niños o sola. Y, sea como sea, siempre me apetece un vinito. Pero todo posee su lado bueno: ahora me conozco un poco más, así que os sigo contando mis próximos planes.
Me encantaría escaparme a Llansá, en Gerona, para ir a Miramar a conocer la cocina de Paco Pérez –para muchos, es uno de los cinco mejores restaurantes de España– y, sobre todo, a probar sus arroces y su plato estrella de almejas. Y a ver si hubiera espardenyas, que me rechiflan. En Cadaqués, me imagino sentada en Compartir saboreando un delicioso suquet de rape o de raya. Creo que el suquet es una de las mejores recetas del mundo. En Denia, en el corazón de la costa Blanca, me gustaría ir al hotel Les Rotes y, una vez alojada