Blanca Portillo
“ME LLAMO A MÍ MISMA ‘ROJIBLANCA PORTILLO’ PORQUE SOY DEL ATLÉTICO”
SPOR QUÉ AHORA En junio llega la 2ª temporada de Chiringuito de Pepe (TVE). Y ha triunfado como directora teatral con un Tenorio desmitificador. u vocación empezó en la niñez, inventando historias junto a sus siete hermanos. Luego se convirtió en carne de teatro. Sigue de gira con su primer monólogo, en el que representa a la madre de Cristo (El testamento de María), y vuelve con la segunda temporada de Chiringuito de Pepe (TVE, estreno en junio) a la comedia televisiva. En las tablas suele encarnar personajes atormentados, pero en la tele da vida a una peculiar pescadora llena de vitalidad.
Mariana, tu personaje en es una mujer de carácter... BLANCA PORTILLO: Mi personaje me gustó porque se sale de lo común; en un principio es una pescadora, que vive sola, que se mantiene con lo que el mar le regala día a día y que comparte su vida con un subsahariano al que rescató. Una mujer de carácter que ha salido adelante con su esfuerzo y que encima tiene un estupendo sentido del humor. Y además, desde la anterior temporada, está felizmente casada con Balotelli...
¿Esta comedia te ‘desintoxica’ un poco de tanto drama que haces en teatro? Empecé mi carrera haciendo comedia; luego alguien decidió que había que hacer tragedias. Más tarde llegó 7 vidas y, a partir de ese momento,
Chiringuito de Pepe,
empezaron a llegar dramas y más dramas. No lo entiendo, porque a mí la comedia es una de las cosas que más me gustan. No he tenido muchas ofertas; de hecho, las he buscado. Cuando surgió la posibilidad de hacer Chiringuito..., no lo dudé ni medio segundo. Ya es hora de que la gente no me asocie siempre a grandes dramas, a personajes terribles, tan dolorosos, tan castigados. Quería volver a arrancar la sonrisa del espectador.
En que ahora interpretas por toda España, te dejas la piel y la garganta en ese soliloquio a pleno pulmón. Te duele ver a tu hijo, Jesucristo, coronado de espinas y torturado. ¿A pesar de eso disfrutas? Es un desgaste emocional importante, pero ver la reacción de la gente en el patio de butacas te compensa plenamente. Eso te ayuda a salir cada día al escenario con energías y con ganas.
No es una María con un halo de santidad... Es una mujer del pueblo, con los pies en la tierra, y una madre por encima de todo, muy reconocible. Ha sufrido la peor pérdida que puede sufrir una madre, la de su hijo; no entiende qué pasó ni por qué, y vive con esa angustia desde hace años. Convive con su sentimiento de culpa: toda madre en esas circunstancias siente que podría haber hecho más.
El testamento de María,