Jane FONDA
Ella lo ha sido todo: ganadora de dos Óscar, icono sexual y del activismo al mismo tiempo, líder del aeróbic en casa, defensora del feminismo y del ecologismo e incluso bloguera.
A costumbrada a un hogar en el que nadie expresaba sus sentimientos, para Jane Fonda (79) fue una bendición encontrar un trabajo en el que precisamente lo que tenía que hacer era dejar fluir todo tipo de emociones. Empezó a guardárselas desde que nació, en un cuerpo femenino: su madre deseaba un varón y ella adoptó el papel de chico. Fonda tenía 12 años cuando ella se suicidó en una institución mental, pero se enteró de la verdadera causa de la muerte leyendo una revista. Un año después empezaría su batalla contra la bulimia, que no ganaría hasta los 37 años. Recientemente ha confesado que, también de niña, sufrió abusos sexuales. Definitivamente, eran muchas las emociones para las que la actuación iba a servirle como bálsamo. “Han sucedido algunas tragedias y cosas inesperadas en mi vida, y siempre es bueno saber que puedes sobrevivir; y más que eso, que puedes seguir creciendo”, es su filosofía.
Y NUNCA VOLVIÓ A REPRIMIRSE
Es curioso cómo en aquel entorno de contención creció una mujer que, después de empezar a expresarse, nunca dejó de hacerlo. Fue Hanoi Jane, una activista contra la guerra de Vietnam, sin importarle la otra mitad de América que nunca se lo perdonó; salió en televisión con calentadores y consiguió que un VHS de aeróbic fuera el más vendido de la historia, todo por recaudar dinero para la organización política que había creado con su segundo marido (Tom Hayden), y escribió un libro dando consejos sobre sexo a los 73 años. Y sin embargo, admite que “la sabiduría no viene solamente de tener muchas experiencias. Si tengo alguna sabiduría es porque he repasado mis experiencias e intentado entender su significado”. Y es consciente de que se convirtió en activista por su padre: “Sabía que él adoraba los personajes que buscaban la justicia, que luchaban por los de abajo; y yo quería que él me adorara a mí”. Como en las mejores historias, sacó la fuerza de su propia vulnerabilidad.