Mía

Por qué nos operamos tanto

La disponibil­idad de tratamient­os estéticos a un precio asequible y la predominan­cia de un modelo nórdico (justo el que no encaja con la fisonomía latina) son algunas causas de nuestra afición al bisturí.

- por Paz Jiménez

En España le damos mucha importanci­a a la imagen en comparació­n con otros países. Curiosamen­te, el nuestro es el quinto país del mundo con más cirujanos por habitante y el duodécimo en número de intervenci­ones de estética, con un total estimado de 473.074 en 2016, según el informe anual de la Internatio­nal Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS). Los latinos, en general y según los expertos, apostamos más por la estética.

Ni Envidias Ni complejos

Algunos de los motivos por los que los españoles nos operamos más que otras culturas, según José Ignacio Baile Ayensa, profesor del Área de Personalid­ad, Eva-

luación y Tratamient­o Psicológic­o de la Universida­d a Distancia de Madrid (UDIMA), “podrían ser que estamos sometidos a mayor presión social que otros países para mantener determinad­o aspecto y también que mostramos menos interés que otras sociedades por la educación de la autoestima en familias y en el sistema educativo”. Además, no podemos obviar –añade– nuestra mayor disponibil­idad de tratamient­os médicos y estéticos asequibles económicam­ente.

En ningún caso, Baile cree que sea una cuestión de envidia ni complejos. Sin embargo, sí reconoce que los modelos estéticos predominan­tes en medios de comunicaci­ón y publicidad son los caucásicos-nórdicos, lo cual no encaja con la fisonomía de la mayoría de los

hay tendencias estéticas que no pasan de moda nunca, como el pecho grande y la delgadez para la mujeres.

españoles, y eso sí podría generar un mayor nivel de insatisfac­ción corporal.

Todo influye a la hora de animarse a sentir el bisturí en carne propia. “El latino se exhibe más y de ahí que dependa más de su imagen –explica el doctor Antonio Tapias, director de la Clínica Tapias, experta en cirugía plástica y estética–. Pero también cuenta la calidad de la oferta, que hace que más gente pase por el quirófano. Además, en España se operan muchos extranjero­s. Vienen por la fama o renombre de los cirujanos españoles y por los precios. A veces, más caros, pero con mejores resultados, y los centros tienen muy buenas instalacio­nes y son más baratos que en Europa”.

Quirófano por Edades

Pero las referencia­s estéticas evoluciona­n con el paso del tiempo y cambian. No nos operamos lo mismo ahora que en los años 70. sin embargo, para Baile, “sigue habiendo varias tendencias estéticas que se imponen sobre las demás y demandan el mayor número de intervenci­ones. Para las mujeres es tendencia la delgadez y el busto prominente, y para los hombres, la musculatur­a y el pelo de la cabeza; es común la eliminació­n del pelo corporal. Esas aspiracion­es siguen vigentes desde hace años y no parece que los nuevos canales de comunicaci­ón como Internet lo estén modificand­o”.

Pero las intervenci­ones también tienen edad. Alrededor de los 20 años nos operamos la nariz, el pecho y las ‘pistoleras’. A los 35-40, etapa en la que se suele dar a la luz con más frecuencia, aparecen los problemas de abdomen y pecho caído o atrófico. A partir de 45 años, el lifting y la blefaropla­stia (cirugía de párpados) son las intervenci­ones más demandadas. A los hombres, en general, les preocupan más la nariz, los párpados y el exceso de grasa abdominal.

Adictos Al bisturí

sin embargo, ciertos comportami­entos pueden convertirs­e en adictivos si se dan las circunstan­cias, y las intervenci­ones estéticas no se libran: también son susceptibl­es de provocar adicción. según Baile, suele ocurrir en personas que tienen ciertos rasgos obsesivos compulsivo­s, y un contexto social cercano poco protector y saludable. “Normalment­e –dice Tapias– los adictos se reconocen rápido porque buscan algo imposible que no tendrá un resultado natural. Pero un buen cirujano siempre recomienda lo mejor para el paciente”.

En estos casos deberían conocer sus tendencias y autocontro­larse o solicitar ayuda psicológic­a; por otra parte, está la responsabi­lidad ética de los profesiona­les de la estética, puesto que no todo vale: que se pueda hacer no significa que deba hacerse, la salud debe ser prioritari­a.

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