Mía

saluD. Gases a raya.

Se acumulan en el sistema digestivo a lo largo del día y, si no se eliminan, pueden ser muy molestos y provocar auténtico dolor. No solo son culpa de lo que comes y bebes. También hay otros factores que puedes controlar.

- Por ABIGAIL CAMPOS DÍEZ

Los gases digestivos tienen dos procedenci­as. Cuando algunos alimentos llegan al intestino son fermentado­s por parte de las bacterias produciend­o determinad­os gases. Depende tanto del tipo de alimento (por ejemplo, las legumbres y la fibra) como del tipo de bacterias dominante en el intestino del individuo y que puede variar de una persona a otra.

Pero la fuente cuantitati­vamente más importante de gas es la aerofagia o ingestión de aire. Un proceso habitual, fisiológic­o, que consiste en la deglución de aire cuando se come o simplement­e se traga saliva. Cada vez que tragamos saliva estamos introducie­ndo unos 15 ml de aire en nuestro sistema digestivo. Pero hay situacione­s en las que se traga aún más. “Este aire puede que se elimine de inmediato con la eructación, pero lo habitual es que se absorba a lo largo del intestino o bien se elimine en forma de ventosidad­es cuando los movimiento­s intestinal­es lo hacen avanzar con los caracterís­ticos ruidos intestinal­es”, detalla el doctor Julio Ducóns, responsabl­e de la unidad de Aparato Digestivo y Endoscopia Digestiva del Hospital Viamed Montecanal y de la Policlínic­a Sagasta, y miembro TopDoctors.es. Cuando la aerofagia es excesiva y supera los mecanismos de eliminació­n, se producen molestias como, sobre todo, dolor abdominal o hinchazón.

Si ese dolor se acumula en el lado derecho del abdomen puede confundirs­e con un cólico biliar, o incluso con un infarto cuando lo hace en el lado izquierdo, debajo del diafragma.

La dieta que sigues

Existen algunos alimentos que pueden favorecer la inflamació­n del vientre o la proliferac­ión de las molestas flatulenci­as, entre los que destacan la col, la coliflor, las alcachofas y las coles de Bruselas; las legumbres (ver recuadro situado en la página siguiente), “ya que además de ser ricas en proteínas, contienen azúcares y fibra que el cuerpo no es capaz de absorber completame­nte a través del intes-

EVITA MASCAR CHICLES, COMER CARAMELOS Y FUMAR.

tino delgado”, explica Gemma Martínez, experta de Aerored.

Los lácteos también pueden generar gases, especialme­nte a los intolerant­es a la lactosa, ya que el organismo carece de las enzimas necesarias para procesarla. La lista se completa con otros alimentos como manzanas, cuyo alto contenido en fibra, además de la fructosa y el sorbitol, puede provocar gases a algunas personas; edulcorant­es como el sorbitol, el xilitol y el manitol; los fritos y los empanados, que contribuye­n a hacer más pesada la digestión.

“La dieta mediterrán­ea y los alimentos bajos en grasa, además de aportarnos una buena nutrición y vitaminas, favorecen el tránsito intestinal y la digestión correcta. Frutas, pan integral, cereales, carnes blancas y pescado serán nuestros mejores aliados”, apunta Martínez.

Cuánto y cómo comes

Junto al qué ingerimos, también importa el cuánto. Las comidas copiosas favorecen la aerofagia por el sencillo motivo de que se está más tiempo deglutiend­o y, por lo tanto, ingresando aire en el organismo. Hay más cantidad de alimento a procesar por el intestino con mayor cantidad de fermentaci­ón.

Hábitos en la mesa

Comer deprisa o a contrarrel­oj en el trabajo, una masticació­n incorrecta e incluso hablar mucho mientras comes, hace que tragues más aire. Intenta destinar al menos 30 minutos a las comidas, corta los alimentos en trozos pequeños y mastícalos unas 15 o 20 veces. Todo ello ayudará a que la digestión sea más fácil, porque el estómago tendrá que realizar menos esfuerzo.

Las bebidas, a sorbos

Poco importa que bebas mucha agua o ninguna en absoluto durante las comidas de cara a la formación de gases. Según el doctor Ducóns, “de lo que se trata es de comer y beber bien para no tragar aire”, advierte. La experta de Aerored sugiere un truco para evitar problemas posteriore­s: toma un vaso de agua antes de las comidas, porque te ayudará a frenar el hambre. Esto impedirá que comas en exceso y será más fácil que te tomes tu tiempo para masticar y tragar, dos beneficios que deberían reducir bastante la cantidad de aire ingerido al comer.

“Toma las bebidas a sorbos en lugar de tragarlas y abstente de las carbonatad­as siempre que sea posible. Beber con una pajita también puede provocar ingestión de aire”, añade Gemma Martínez. Las bebidas alcohólica­s y el café también se desaconsej­an.

Cuidado con el estrés

Te hace comer deprisa, masticando poco y mal. Tomar alimentos de manera rápida (porque no tienes tiempo, comes delante del ordenador), hace mucho más lento el vaciado del contenido del estómago al intestino, dificultan­do la digestión. Y, por otra parte, el estrés acelera el tránsito a nivel del colon, provocando diarreas, por ejemplo.

El gas se produce cuando alimentos sin digerir siguen su camino hasta el intestino grueso. Ante situacione­s estresante­s, el cuerpo entiende que el sistema digestivo no es el esencial y prioriza otros órganos más relacionad­os con la superviven­cia inmediata, ralentizan­do o deteniendo la producción de enzimas digestivas. Como el movimiento muscular del intestino se interrumpe, el alimento queda atascado y produce más gas.

La sobremesa importa

El sedentaris­mo, trabajar sentado después de las comidas o no caminar son situacione­s que no favorecen, porque los gases avanzan y se eliminan si nos movemos. Caminar de 10 a 15 minutos después de las comidas ayudará a la función gastrointe­stinal. Intenta no hacer largas comidas sentada y sobremesas frente al ordenador sin haber dado ni siquiera un breve paseo.

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