psico. Aprende a superar el ridículo.
Es normal sentir vergüenza en una situación embarazosa, pero si esto es muy habitual, debes ponerte en manos de expertos.
Alguna vez has pensado la conocida frase de “tierra, trágame”? El problema empieza cuando por cosas insignificantes este dicho vuelve a tu mente constantemente. Tanto, que no te permite llevar una vida normal por miedo a que los demás se rían de ti. Aunque según Alfonso Sanz y José Pablo Bullard, psicólogo y psiquiatra respectivamente del Instituto INDACEP de Barcelona, “hay personas que tienen un sentido del ridículo que no se corresponde con la realidad”.
Qué es y Quién lo sufre
Puesto que la palabra ‘ridículo’ procede del latín ‘ridere’ (reír), lo ridículo es todo aquello que puede provocar risa por su extravagancia. Este sentimiento común a todas las personas no se genera desde el nacimiento, sino que se va adquiriendo con el tiempo. Sin embargo, los expertos advierten: “Debemos diferenciar entre un sentido del ridículo proporcional a una situación determinada y un sentimiento desproporcionado que, generalmente, está asociado a quienes son inseguros y tienen una baja autoestima”. Además, estos sentimientos pueden pertenecer a personas con una estructura psíquica en la que aparezcan aspectos relacionados con una infancia con carencias afectivas por parte de los padres o cuidadores. “Tienen una personalidad frágil, se sienten desprotegidos frente al mundo porque carecen de un bagaje emocional imprescindible para sentirse seguro de uno mismo”, explica Sanz.
Así es como te afecta
Todas las personas podemos sentir ridículo, pero la clave está en el grado en que lo hagamos. Por eso, cuando este temor genera una ansiedad excesiva a mostrarse en público, dar conferencias o realizar actividades que requieren exponerse a los demás, es probable que se empiecen a evitar. Esto es lo que los expertos denominan ‘conducta evitativa’. Así, es probable que la persona que empieza eludiendo situaciones como hacer una presentación en el trabajo, acabe rehuyendo unas simples reuniones y termine aislada.
Piensa en Positivo
Tanto para Sanz como para Bullard, todo aquello que mejore la autoestima, alivia el temor o la ansiedad a hacer el ridículo. Además, añaden: “Es bueno que quien tiene este temor intente pensar en positivo, valore sus logros y sea más indulgente con sus errores. También es necesario aprender a aproximarse a los demás, ser empático y generoso con las personas que nos aportan afecto”. De esta manera, se pueden ir desarrollando recursos que refuerzan positivamente nuestra autoestisma. Así, aseguran, “nos vamos entrenando para poder hacer frente, con mayor éxito todavía, a las próximas situaciones sociales que vayan a presentarse”.