Mía

Anthony HOPKINS

El actor, que cumple 80 años el 31 de diciembre, confiesa que siempre le resultó fácil asustar a la gente. Y eso que él siempre tuvo miedo.

- por Álex Izquierdo

La edad le ha dado calma a Sir Anthony Hopkins (“por favor, solo Tony”, diría él, que es tan escéptico con el título como con todo lo demás). Esa paz que solo se consigue cuando nada, ni nada de lo que digan de ti, te importa un carajo. Dicho sin pizca de maldad ni brusquedad por él mismo. “No pido nada, ni espero nada. Ese es mi credo”.

La Ira como Motivación

Son las palabras, ya desprovist­as de toda furia, de alguien que confiesa haber tenido dos motores en la vida: la insegurida­d y la venganza. Una, la raíz de la otra. Philip Anthony Hopkins fue el hijo del panadero de Port Talbot, en Gales. Un chaval que se sintió “inútil” durante toda su infancia y adolescenc­ia, que no entendía una palabra de lo que decían los profesores, que recibía las burlas de estos, de sus compañeros y hasta de su propio abuelo: “Tony tiene una gran cabeza. Qué pena que no haya nada dentro”. Le llamaban Dumbo. La ira, sin embargo, fue lo que le condujo a tomar las buenas decisiones de su vida. Como la de estudiar en casa, comiéndose las encicloped­ias infantiles: “No sabía sumar dos más dos, pero sabía la distancia que separaba la Tierra de la Luna” -y hoy, se confiesa fanático de la Wikipedia-. Fue también gracias al ridículo que sintió al ir a pedirle un autógrafo a su vecino, el actor Richard Burton (y al deseo de triunfar y darles a todos en las narices) por lo que empezó las clases de actuación.

el Monstruo Se comió el miedo

Parece la vida de otro, pues ahora nos creemos que Hopkins siempre estuvo ahí, entre los grandes. Y, sin embargo, cuando ganó el Óscar por interpreta­r a Hannibal Lecter, papel con el que inscribió su nombre en la historia del cine, ya tenía 54 años. La insegurida­d, dice, nunca se va, lo importante es aplicar el consejo que le dio Lawrence Olivier en su época en las tablas: hay que ir a por todas, comerse el miedo si hace falta. O, como él puede decir ahora: “Hay que seguir adelante”. Porque todo deja de importar. Todos encontramo­s nuestro camino. Ahora sí, puede mirar la fotografía del niño que fue, guardada como recordator­io en su teléfono móvil, y decírselo, con toda tranquilid­ad.

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 ??  ?? compoSitor Toca el piano y compone música clásica. Hay un disco suyo en el mercado y en 2008 cumplió su sueño de dirigir una orquesta.
compoSitor Toca el piano y compone música clásica. Hay un disco suyo en el mercado y en 2008 cumplió su sueño de dirigir una orquesta.
 ??  ?? pintor Es, además de compositor, pintor. Su mujer vende sus obras (coloridas y abstractas), que también están disponible­s en su web (anthonyhop kinsart.com).
pintor Es, además de compositor, pintor. Su mujer vende sus obras (coloridas y abstractas), que también están disponible­s en su web (anthonyhop kinsart.com).

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