“Me ha llevado cuarenta años descubrir que lo importante es la forma de contar una historia”.
realmente buena una novela es esa respuesta emocional del lector. Tengo que escribir algo que haga que la gente pase página tras página, o lloren o se acurruquen en su cama por la noche porque están asustados. Pero no es nada fácil. ¿Hablas de ello con autores como Stephen King, James Patterson o tu amigo Forsyth?
Los conozco a todos, pero no tratamos ese tema. Y es precisamente porque somos lectores y somos conscientes de lo que nos atrae de un libro. No es una cuestión de encontrar, es algo que se sabe. Y no es fácil. Percibes el sentimiento que te invade cuando lees una historia y te involucra emocionalmente. Es algo que surge de la imaginación, que no es real. Lees el libro y, por ejemplo, te asalta la tristeza. O te enojas. Algo está ocurriendo en esta historia. A alguien se le está maltratando. Y te enfadas. Y quieres castigar al maltratador por ello aunque no sea una persona de verdad. Te asalta una emoción real, como si ese personaje fuera de carne y hueso. Por eso los libros nos atraen. Y no necesitas realizar ninguna investigación, porque eres un lector y lo entiendes. ¿Qué caracteriza en este sentido a Stephen King? ¿Y a Frederick Forsyth?
Creo que el primero tiene un conocimiento increíblemente bueno sobre qué emociones se remueven en las personas cuando leen una novela. Y esa es la razón por la que ha vendido tantos millones de libros. En cuanto a Forsyth, tiene ese toque especial, particularmente en novelas como Chacal. Frederick sabía cómo atraer la atención del lector para preguntarse: “¡¿Qué va a ocurrir ahora?!”. Si hablamos de otros grandes autores que escriben sobre espionaje, habría que mencionar a John le Carré.
Sí, pero me temo que mi obra favorita suya sigue siendo El espía que surgió del frío, publicada hace más de cincuenta años. Me gusta muchísimo. Pero no he leído sus últimos libros. Se trata de un autor más literario, una especie de híbrido. Se dirige a audiencias más pequeñas. Vende bien, pero no tanto como King. Ese tipo de autores no ponen tanto énfasis como yo en los acontecimientos que constantemente se están desarrollando, son algo más reflexivos. En sus libros hay más pensamiento y menos acción y excitación. ¿Cuál es la clave para escribir una buena historia? ¿Tal vez partir de una buena idea?
No se trata de la idea, sino de su ejecución, la manera en que la cuentas. De hecho, puedes escribir una buena historia a partir de una mala idea si eres capaz de contarla de una manera en la que el lector se sienta implicado. Incluso puedes tomar algo que ya se haya hecho en el pasado. Por ejemplo, la típica trama en torno a que encuentran un cadáver en una habitación cerrada con llave desde dentro. ¿Cómo ha escapado el asesino? Hay al menos diez libros con ese argumento. Pero puedes escribirlo otra vez y hacerlo fresco y distinto. Y gracias a la manera en la que cuentas la historia, puedes atrapar a los lectores. ¿Cuándo descubriste que lo importante era la forma de contar la historia?
Me ha llevado cuarenta años [risas]. Pero tus primeros libros, firmados con seudónimo, no tenían eso especial.
Era consciente de que tenía que cambiar algo, pero me llevó bastante tiempo saber qué. Me ha costado escribir un libro que atraiga a los lectores de esa forma que comentábamos. Y la verdad es que sabía bastante, porque he sido lector desde los cuatro años. Conocía un montón de historias y lo que tenía que contar, pero no estaba centrado en lo que atraía de verdad a los lectores. Porque no es una sola cosa, sino muchas diferentes.n