Mía

entrevista. Ken Follet.

“porque soy lector, sé lo que nos atrae de un libro”

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A sus 68 años, Ken Follett es un autor muy prolífico, pero fue su novela Los pilares de la Tierra (1989) la que lo encumbró a lo más alto de los superventa­s, junto a escritores como Stephen King o James Patterson. En 2007 publicó la segunda parte, Un mundo sin fin; y ahora acaba de llegar a las librerías Una columna de fuego, que completa la trilogía. En la historia, ambientada en el reinado de Isabel I de Inglaterra, resuenan, con mucha actualidad, los conflictos religiosos y la tensión entre protestant­es y católicos, tanto en Inglaterra como en Francia, y el nacimiento de los servicios secretos en ambos países. Follett nos recibe con un aspecto impecable y una sonrisa amable que de inmediato nos hace sentir cómodos. Nos encontramo­s al sur de Londres, en Hatfield House, hogar en el que se crió Isabel I. Tu nueva novela habla de la lucha entre las creencias religiosas, origen de muchas masacres. Encontré ciertos paralelism­os con la actualidad, en especial por el terrorismo de los yihadistas.

KEN FOLLET: Fue en parte lo que me atrajo para escribir la novela. El XVI es el siglo del odio religioso; y ahora vivimos en una época así. Si comprendem­os mejor lo que ocurrió, quizá entendamos mejor lo que está pasando en estos momentos. Podemos creer que la cuestión de la libertad de culto es algo que todos aceptamos hoy en día, pero solo existe en una pequeña parte del mundo. Así que la historia es una especie de aviso de que la batalla por la libertad religiosa no ha finalizado todavía. Según las investigac­iones que realizaste para escribir este libro, ¿cómo de importante fue esa batalla religiosa entre católicos y protestant­es?

Llegué a la conclusión de que no era un asunto teológico: nada de Dios, Jesús o los santos. Se trataba del poder, de quién estaba al mando. Cuando Isabel I de Inglaterra se coronó, dijo: “No obedeceré al Papa”. La cuestión no era que ella fuera protestant­e o católica, sino que, al convertirs­e en monarca, no quería que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Para los católicos, el Papa es el representa­nte del Creador en la Tierra, así que ¿cómo iba a decirle ‘no’ a Dios? Lo que Isabel I quería expresar es que ella era la reinaba y nadie estaba por encima. En la historia, esta soberana representa el símbolo de la tolerancia, de la moderación, entre las dos corrientes religiosas. Pese a ello, se la describe como un personaje cruel cuando decide decapitar a su prima María Estuardo, reina de Escocia. Parece una mezcla entre una mente moderna y la del viejo estilo.

Sí. Mi impresión es que ella empezó con altos ideales: creía en la tolerancia, en que católicos y protestant­es podían convivir. Y Ned (Willard]) que es el héroe ficticio, pensaba igual: amaba la tolerancia y creía que no necesitaba­n matarse

“Sigo viviendo en Londres, camino por sus calles y plazas, y no pienso en ataques terrorista­s”.

entre sí. Pero, a medida que transcurrí­a el tiempo, a Isabel I le resultó cada vez más difícil mantener esta postura. Todos los que intentan asesinarla son católicos. Ned, que es su espía, se dedica a rastrearlo­s. Cuando los atrapan, todos son torturados y acaban con ellos. La cuestión es: ¿son ejecutados por ser traidores o por ser católicos? Es ahí donde reside el problema. Es cierto que algunos pretenden matar a la reina, pero otros son simples sacerdotes que quieren llevar los sacramento­s a sus fieles. Es una zona pantanosa. Ocurre igual en política, se empieza con unos ideales muy altos y al final uno tiene que compromete­rse. Así que Ned, al final de su vida, se da cuenta de que ha hecho muchas cosas buenas pero también algunas otras malas. Los católicos aparecen como los villanos.

No siempre. También creé una heroína católica: Margery Fitzgerald, muy valiente e idealista. Logra camuflar y hacer entrar en Inglaterra a los sacerdotes. No tiene nada que ganar y arriesga su vida. Todo lo que desea es que los ingleses católicos reciban los sacramento­s. Ned la ama. Es una mujer bonita e inteligent­e. Quiero aclarar que no tengo una postura predetermi­nada hacia los católicos o los protestant­es. Yo soy ateo. No creo que los primeros sean mejores o peores que los segundos. Se trata de una novela sobre buenas personas que son tolerantes, y de gente maldita que es intolerant­e.

Una columna de fuego es también una novela de espías. ¿Hasta qué punto el origen del espionaje se remonta realmente a aquellos tiempos?

El origen es cierto, aunque discontinu­o. Hubo un servicio secreto entonces, hace quinientos años, pero desapareci­ó, y luego regresó. También sucedió en países como Francia y España. ¿Lo de escribir sobre una red de espionaje creada por Isabel I surgió mientras investigab­as sobre aquella época?

Sabía de antemano que había formado un servicio secreto, y quería escribir esa historia. Así que empecé por lo que se conocía acerca de él. Hay una biografía extensa de Francis Walsingham (líder de esta red de espionaje), pero me di cuenta de que nunca hubo un anuncio por parte de la reina que proclamara: “Ahora tenemos un servicio secreto”. En vez de ello, se limitó a usar a la gente próxima a ella para averiguar cosas. Así que fue algo que se desarrolló de manera orgánica. El

libro refleja lo que sucedió en la historia: un crecimient­o lento y gradual. ¿Tenías pensada esta evolución desde el principio?

No. Es algo que decidí cuando conocí la historia real. De hecho, hubiera preferido decantarme por un momento en el que la reina llegara a la conclusión de que necesitaba un servicio secreto para detener a todos esos asesinos; habría sido mucho más dramático. Pero en mis novelas no violo la historia, solo añado cosas. Se me vienen a la cabeza las redes de espionaje actuales y los recientes ataques yihadistas en Barcelona, Londres o Manchester, así como el clima de psicosis que han generado.

Sí, es algo que asusta mucho. Pero, por otra parte, mucha gente muere en accidentes de coche. Y hace poco tuvimos un incendio terrible en Londres con muchas víctimas, y no era terrorismo. Así que es importante no dejarse llevar por el páni- co, no cambiar tu estilo de vida. Yo sigo viviendo en Londres, camino por sus calles y plazas, y no pienso en ataques terrorista­s. De la misma manera que, cuando conduzco, no voy pensando que vaya a morir por hacerlo. Llevas décadas siendo escritor de best

sellers. ¿Te ha afectado la piratería? Es cierto que en algunos lugares hay piratería, pero no ha afectado tanto a los libros como a la música. Ha sido una catástrofe para este último sector, porque todo el mundo se ha acostumbra­do a escuchar la música gratis.

Eres un escritor que se preocupa por lo que piensan sus lectores. ¿Cómo averiguas qué cosas les gustan y cuáles no?

Bueno, empiezo leyendo los tuits y los correos electrónic­os en los que me dicen si les gusta el libro o un personaje concreto. O si algo no les agrada. En las librerías suelo dar charlas y respondo a las preguntas. Así que escucho bastante a la gente. Pero no se trata de averiguar si a los lectores les gusta una historia sobre la música, o un asesinato, o una novela histórica, sino de saber si el libro les atrae, si crea una respuesta emocional. No puedes escribir una novela basándote en una búsqueda de mercado. Lo único que hace

 ??  ?? quién es Escritor (Cardiff, 1949). El galés ha publicado más de treinta novelas, y ha vendido unos 160 millones de libros. Por todo ello recibe el apodo de ‘el rey Midas de la literatura’.
Por qué AhorA Acaba de publicar la novela Una columna de fuego...
quién es Escritor (Cardiff, 1949). El galés ha publicado más de treinta novelas, y ha vendido unos 160 millones de libros. Por todo ello recibe el apodo de ‘el rey Midas de la literatura’. Por qué AhorA Acaba de publicar la novela Una columna de fuego...
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NuEvo SuPErvENTa­S. La última novela de Ken Follett, Una columna de fuego, es una historia de espías, ambientada en el siglo XVI, que aborda los odios religiosos entre católicos y protestant­es.
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EN FAMILIA. Ken Follet conoció a su mujer, la política Bárbara Broer (en la foto) en un acto del partido Laborista británico. Ella por entonces era una simple militante. Se casaron en 1984 y tienen tres hijos. El escritor tiene dos hijos más de una...

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