Mía

Plan de pensiones

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No importa que aún queden treinta años para que practiques taichí en la playa: el momento para solucionar la jubilación es este. La liberación de la vejez no consiste solo en reclamar (y ejecutar) el ficticio derecho de colarse en la cola del supermerca­do. Para gozar de la libertad de la senectud, la holgura económica es determinan­te. Suficiente fastidio tiene una con que los huesos duelan y el pelo claree como para, encima, no poder disfrutar de la ausencia de responsabi­lidades laborales. Pero la disminució­n de compromiso­s profesiona­les se lleva por delante el ritmo de ingresos. Julio Fernández, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, señala que el sistema de pensiones públicas no es insostenib­le, pero sí insuficien­te. Para mantener un nivel de vida óptimo, se deberán complement­ar con ahorros privados. Y el momento para comenzar a redirigir una porción de ellos al futuro es ya. Que aún queden tres décadas para matar el tiempo mirando obras con las manos en la espalda resulta irrelevant­e. La capacidad de ahorro actual del futuro jubilado tampoco es decisiva. Irá variando a lo largo de su vida y, con ella, su plan de pensiones. Por eso, no importa tanto la cantidad depositada como el acto de ingresarlo. Lo principal, explica Fernández, es crear el hábito de ahorro. Aunque cada plan dependa del perfil de su contratant­e, el horizonte temporal del cliente suele ser el responsabl­e de definir su modalidad. Mientras más lejos quede el momento de abandonar la oficina, mayor será el riesgo que pueda asumir. A los jóvenes, indica la Asociación Europea de Asesores Financiero­s en España, se les aconseja optar por planes de pensiones centrados en renta variable. O sea, que el dinero se reinvierta en activos más volátiles. A medida que se cumplan años y la capacidad de ahorro aumente, se recomienda introducir activos de renta fija, como letras del Tesoro o bonos del Estado. El riesgo y las incertidum­bres son menores. Un punto fuerte de los planes de pensiones es su iliquidez. Salvo algunas excepcione­s, el dinero no se podrá retirar hasta la fecha acordada. Estará protegido frente a caprichos y urgencias. Fernández recuerda que existen otros servicios que aseguran un colchón para los años de vermú y taichí playero. Mientras los ahorros no se concentren en uno solo, como por ejemplo, el bien inmueble, optar por ellos no debería ser un problema.

La ratio entre el número de cotizantes y el de pensionist­as alcanzó en 2017 la cifra más baja en 18 años, de acuerdo con Randstad.

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