¿Somos buenos o malos por naturaleza?
RESPUESTA: habría que definir previamente lo que es bueno y lo que es malo. Además, en esta dinámica, la genética no debería llevarse el “mérito” a la hora de explicar esta cuestión, ya que va acompañada de una gran dosis de aprendizaje. Es cierto que venimos a este mundo con una predisposición genética a desarrollar ciertos trastornos o enfermedades que engloban actitudes y comportamientos buenos y malos y el vaso está lleno a la mitad. Si crecemos en un ambiente basado en el desarrollo y la protección, ese vaso se mantendrá a la mitad, pero si nuestros aprendizajes nos llevan por el camino contrario, ese vaso, gota a gota, se llenará hasta desbordarse. En la base de la educación, en función de lo que vivamos o cómo aprendamos a lo largo de nuestro ciclo vital, nos encontraremos muchas veces con los motivos que esconden los comportamientos definidos como malos. Pero, ¿somos de una u otra forma por naturaleza? Mi experiencia profesional me ha enseñado a lo largo de los años que no se puede ni se debe explicar un comportamiento de una manera simple y lineal, y que ese comportamiento está basado en múltiples factores, ya que incluso las personas que crecen en ambientes negativos, hostiles y faltos de cariño pueden llegar a desarrollar una gran resiliencia ante estas experiencias traumáticas.