Mía

iCONO. Louisa May Alcott.

La autora de Mujercitas fue una voraz lectora y escritora, una incansable trabajador­a -siempre preocupada por su familiay una feminista convencida, como la rebelde Jo March.

- por ÁLEX IZQUIERDO

Alos 10 años, Louisa May Alcott (1832-1888) tomó la decisión que salvaría al resto de su familia: “Seré rica, famosa y feliz antes de morir, ya veréis”. Su augurio solo era por aquel entonces una promesa de trabajar duro, de lo que hiciera falta, para sacarlos adelante después del último experiment­o fallido de su padre, profesor y filósofo: llevarlos a vivir, con un nudista, un panadero y un cura, entre otros, a una granja-comuna vegana donde no se comería nada producido por animales ni esclavos. La utopía duró siete meses y después, Alcott se puso manos a la obra.

De la magia a la sangre

Trabajó, como había prometido, de todo lo que encontró: de maestra a costurera o sirvienta. Sin embargo, Louisa, al igual que sus hermanas, había crecido pobre pero culta, instruida por su padre y los libros de sus amigos; y su verdadera pasión era escribir. A pesar de que su fama se la debe a Mujercitas, cultivó todo tipo de estilos, estrenándo­se con los cuentos de hadas infantiles. Mucho más tarde, durante la Guerra Civil americana -y comprometi­da con la causa abolicioni­sta, como lo estaba su padre- se alistó como enfermera voluntaria. En el frente tuvo que ayudar a morir a más de un soldado o a amputar más de un miembro, y de sus impresione­s, que plasmó en cartas y diarios, surgió Hospital Sketches. Escribió incluso thrillers góticos.

Detrás de la máscara

Firmando con el pseudónimo A. M. Barnard (“¿qué habría pensado mi padre de mí?”), que no se identificó hasta mucho después de su muerte, Alcott encontró una manera de ganar dinero fácil escribiend­o lo que ella llamaba sus historias de “sangre y truenos”, donde había espías, misterios, venganzas, suicidios, sadismo, erotismo, pecado, travestis y drogas. Entre ellos se encontraba­n Behind a Mask, or a Woman’s Power o Pauline’s Passion and Punishment.

La mejor de las Mujercitas

May Alcott tampoco quería escribir el libro por el que por fin pudo asegurar la estabilida­d de su familia. Su editor -que quería una novela para chicas- y su padre -que a cambio podría publicar un ensayo filosófico- la presionaro­n; el problema es que nunca le habían “gustado mucho las niñas” ni había conocido muchas, excepto a sus hermanas; así que escribió sobre ellas. Su obra resultó ser un alegato feminista mucho más sutil que ir puerta por puerta animando a las mujeres a votar, como hizo más tarde. La inteligent­e, independie­nte y ambiciosa Jo March es el reflejo de la propia autora, que, como ella, nunca quiso casarse -tras publicar la primera parte, los fans la presionaro­n para hacerlo-: “Prefiero ser una solterona libre y remar mi propia canoa”, defendió.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain