plan de mantenimiento
Planifica los menús y haz una compra semanal.
Busca el mejor modo de usar lo adquirido (en el fin de semana tienes más tiempo libre). “Por ejemplo, si en una receta necesitas calabacín, emplea parte de esta verdura para hacer unas tiritas (espaguetis vegetales), la restante la puedes saltear con cebolla y congelar una porción para hacer un puré y aprovechar el resto como base de una crema.
Vigila la comida de la tartera para no abandonar las buenas intenciones (las raciones tienen que ser comedidas). Déjala preparada la noche anterior.
Mantén una buena hidratación (la leche y los zumos de frutas y verduras también cuentan) y aumenta esta en épocas de calor intenso o tras un ejercicio extenuante. Muchas veces confundimos hambre con sed. Mantén la costumbre de beber agua en ayunas, mejor templada, tiene efecto detox.
Prepara tu infusión favorita y pásala a un vaso térmico y da pequeños sorbos a lo largo del día. Este gesto contribuye a la eliminación de toxinas.
Añade una porción de hidratos (pasta, arroz, patata, legumbres) al segundo, con rellenar un cuarto del plato es más que suficiente.
Prioriza los alimentos de origen vegetal sobre las fuentes animales.
Varia los ingredientes, y prepara platos arcoíris, a más color, generalmente más aporte de nutrientes.
Dedícale tiempo al acto de comer, al menos 30 minutos, sentado y sin compartir ese momento con otra actividad.
No sazones. Las necesidades de sodio se cubren sin añadir sal.
No tomes mucho azúcar ni abuses de los edulcorantes, acostúmbrate a los sabores.
El consumo de precocinados y alimentos procesados debe ser esporádico. son ricos en grasas trans, glúcidos y conservantes.
Si en algún momento tienes apetencia de dulce o te mueres por un capricho, repasa tu comportamiento alimentario de los últimos días. ¿Te has saltado alguna comida? ¿Has dejado lo ‘verde’ en el plato? ¿El agua no ha sido tu bebida de preferencia? El organismo se rebela porque tiene la sensación de que no lo estás tratando como debieras.