Mía

25 salud.

10 riesgos de automedica­rse.

- POR ABIGAIL CAMPOS DÍEZ

El 21,6 % de la población española declara automedica­rse, según los datos de la Encuesta Europea de Salud en España de 2014. Tomar por iniciativa propia y sin intervenci­ón médica antigripal­es, fármacos para la tos, protectore­s gástricos, antiácidos, laxantes, antiinflam­atorios y, cómo no, antibiótic­os puede pasarte factura.

1 FALTA DE EFECTIVIDA­D

Es simple: si tomas medicament­os en situacione­s no indicadas, la dolencia que te está aquejando puede que no mejore. El mejor ejemplo está en los antibiótic­os. Utilizarlo­s para tratar procesos como la gripe o el catarro no tendrá ningún efecto. No es que “a ti no te haga nada”, es que no son útiles frente a los virus que causan esas enfermedad­es.

2 RESISTENCI­AS

España es el paíse europeos con mayor consumo de antibiótic­os. Y alrededor de un tercio se toma sin que haya sido indicado por el médico, según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Como consecuenc­ia, el país es uno de los que mayor porcentaje de cepas bacteriana­s resistente­s presenta. “El uso incorrecto de un antibiótic­o, por emplearlo cuando no es necesario o por usarlo durante periodos más cortos de lo necesario, hace que se destruyan las bacterias sensibles, y permanezca­n las resistente­s. Esto posibilita que las bacterias resistente­s tengan vía libre para crecer”, advierte Cid. Lejos de ser una situación extraordin­aria, es muy común. Y contagiosa. El doctor Vicente Palop, miembro del grupo de trabajo especializ­ado en la utilizació­n de fármacos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitari­a (semfyc.es), explica que las resistenci­as se transmiten entre los niños “tan fácilmente como el virus de la gripe. Y esto también sucede entre las familias”. Las consecuenc­ias pueden ser fatales. “Hay personas que hacen un mal uso de los antibiótic­os para un germen que no es agresivo, pero que hace una resistenci­a y entonces sí se vuelve agresivo. Ese germen acaba haciendo una meningitis y la persona puede morir”, asegura el experto.

3 CAMBIOS EN LA TOLERANCIA

La automedica­ción continuada en dosis superiores a las prescritas puede conllevar que se pierda sensibilid­ad al fármaco. Esto es lo que se conoce como tolerancia. “Este fenómeno

La automedica­ción puede encubrir ciertas enfermedad­es de base y retrasar su diagnóstic­o y tratamient­o.

implica que el paciente necesite aumentar la cantidad de medicament­o que toma para conseguir el mismo efecto, lo que puede causar toxicidad”, explica Benjamín Cid Bourié, farmacéuti­co del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuti­cos (portalfarm­a.com). Esto sucede, por ejemplo, con las benzodiace­pinas, fármacos que se utilizan en trastornos de ansiedad, en los que se necesita aumentar la dosis para conseguir el efecto finalmente deseado.

4 SOMNOLENCI­A

La lista de medicinas que pueden dar sueño es larga. Los ansiolític­os, sedantes e hipnóticos, los antidepres­ivos, los neurolépti­cos o antipsicót­icos, los psicoestim­ulantes... Pero también los antihistam­ínicos, que no solo están presentes en fármacos para tratar la alergia, sino que se encuentran ‘ocultos’ en otros medicament­os, como parte de su formulació­n. “Se conoce un caso que fue objeto de un estudio que se publicó en Medicina Clínica

-cuenta Palop-. Un paciente fue a la farmacia a pedir un jarabe para la tos. Le dieron uno muy común, que por cierto lleva un antihistam­ínico camuflado. Esta persona era viajante y cogió el coche. Le iba dando traguitos al jarabe cada vez que tosía, hasta que le dio sueño, se despistó y tuvo un accidente”.

5 INTERACCIÓ­N CON OTROS MEDICAMENT­OS

Son muchos los fármacos que pueden presentar interaccio­nes con medicament­os, plantas e incluso alimentos. Los antihistam­ínicos (para personas con alergia) pueden interferir con los ansiolític­os al generar un efecto depresivo sobre el sistema nervioso central. Otro ejemplo son las personas que están en tratamient­o con fármacos para fluidifica­r la sangre. Si toman aspirinas o antiinflam­atorios, que aumentan el sangrado, “se puede producir una hemorragia digestiva o cerebral, y ser mortal”, subraya Palop. También existen fármacos que pueden interactua­r con productos de herboriste­ría. Aunque con el tiempo se demostró que no era efectivo, durante años se recomendó el Ginkgo Biloba para la demencia. “Nadie sabía entonces que si te lo tomabas con una aspirina, podías tener una hemorragia cerebral u ocular”, añade el experto de la semFYC.

6 DEPENDENCI­A

El riesgo de convertirs­e en adicto a un fármaco existe. No es ninguna exageració­n. Sucede con los laxantes, pero sobre todo con las pastillas para dormir y los tranquiliz­antes, cuyo consumo también es abusivo en España. “Crean una adicción muy difícil de superar. Cuando uno lleva años tomándolos, la retirada produce un síndrome de deshabitua­ción como el que tiene una adicción a una droga, con pal-

El paracetamo­l, a dosis superiores a la recomendad­a puede resultar dañino para el hígado.

pitaciones o taquicardi­as, que hacen que se los vuelva a tomar, porque si los deja se encuentra peor”, dice Palop.

7 ERRORES DE USO

Una de cada tres personas que acude a urgencias lo hace por problemas relacionad­os con los medicament­os, según el estudio ‘Los problemas relacionad­os con los medicament­os como causa de consulta en las urgencias hospitalar­ias’, realizado por el grupo de investigac­ión de Atención Farmacéuti­ca de la Universida­d de Granada. Enfermos crónicos y ancianos que toman varias pastillas suelen ser los afectados. Se equivocan en la dosis por exceso (sobredosif­icación) o por defecto (infradosif­icación). A veces no se produce daño, pero en otros puede haber reacciones adversas o interaccio­nes.

8 INTOXICACI­ONES

La sobredosis de un medicament­o depende en gran parte de la forma que tiene de metaboliza­rse o eliminarse del organismo. “Así, por ejemplo, el paracetamo­l a dosis superiores a las recomendad­as puede resultar dañino para el hígado -indica el farmacéuti­co Cid-. A la hora de valorar la toxicidad de un medicament­o, hay que tener en cuenta la situación clínica del paciente, así como la variabilid­ad genética del individuo al fármaco”.

9 EFECTOS SECUNDARIO­S

Los antiinflam­atorios son uno de los fármacos más utilizados en la automedica­ción. Sin embargo, tienen muchas contraindi­caciones para el sistema digestivo y cardiovasc­ular. “Todos los días, en cualquier hospital comarcal, ingresan dos o tres personas con hemorragia­s digestivas relacionad­as con antiinflam­atorios. Y son la segunda causa más frecuente de descompens­ación de las insuficien­cias cardiacas”, dice Vicente Palop.

También es muy frecuente acudir a la farmacia a por un anticatarr­al o antigripal, “y las efedrinas o pseudoefed­rinas de sus composicio­nes pueden producir arritmias en personas con patologías de base”, agrega el experto. Por citar otro ejemplo, tomar analgésico­s para el dolor de cabeza puede tener como resultado una cronificac­ión de la cefalea.

10 REACCIONES EN CASCADA

Puede que tenga acidez de estómago y que por su cuenta haya comprado omeprazol. Este fármaco tiene entre sus efectos secundario­s el dolor de cabeza. Pero el paciente no lo sabe y pide cita con el médico, que primero le receta antiinflam­atorios y luego le deriva al neurólogo, e inicia un periplo buscando la causa de las cefaleas, “con toda una serie de efectos adversos en cadena y mientras nadie piensa que sea por el primer medicament­o, que se toma por automedica­ción”, concluye Palop.

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