Paco León
No es un provocador, es que no se complica: es natural, y hace lo que le apetece. Y eso es un soplo de aire fresco.
Ya no es ‘el Luisma’ ni la Anne Igartiburu por la que todos recordamos y exageramos ese ‘hola, corazones’. Si le preguntásemos, podría definirse como “un actor que dirige”, un culo inquieto con un fuego dentro que solo se calma trabajando, probando, retándose a sí mismo. Pero, sobre todo, seguramente diría que es “el mayor de la Carmina’, como todos le conocían en el barrio gracias a la madre que lo parió, como seguramente diría ella. Pero le costó llegar ahí.
irse, para encontrarse
Él mismo reconoce que tuvo que escapar de su casa para aprender a apreciarla; ir en busca de su propio camino para toparse con sus raíces. “Cuando te das cuenta de que tú eres igual que tu familia, que comes como ellos, dices: ‘Este soy yo, esta es mi gente’”. Vaya, que hasta entonces, se avergonzaba un poco, como cualquier adolescente. Y más uno que, de tímido, parecía autista. Porque aunque asemeje lo contrario, él nunca fue el graciosete del grupo y se sigue considerando cortadito y “metido para adentro”.
el lujo de la libertad
Lo que pasa con León, que se define como un hedonista, es que se ha criado con naturalidad, y para él es lo normal, lo que le gusta. Y, “en estos tiempos en los que impera la corrección política, la naturalidad es lo más subversivo que hay”. Se ha dado cuenta de que la máxima expresión de la libertad es hacer lo que a uno le da la gana, y en eso son lo mismo Ava Gardner que Carmina Barrios. Ese es el mayor privilegio que ha conseguido en su carrera, y lo explota cada vez que hace una película, se desnuda, se pone unos tacones, monta un ‘sarao’ o habla de sexo, y siempre, sube el pan. Una vez le salió contar que había tenido varios novios antes de conocer a la mujer de su vida y abrió titulares con su bisexualidad. Pues señores, se quedan cortos con la sorpresa, porque él nunca se catalogaría como tal: dos formas de amarse le parecen muy pocas. Así que, si algo no es Paco León es un provocador; porque a él nada le parece un escándalo.