PASO A PASO
Ya solo por el olor de estas delicias recién hechas, merece la pena remangarse y cocinar.
Los auténticos cruasanes.
90 MIN. DIFICULTAD: MEDIA
1
Mezclar la levadura con 150 ml de leche caliente (no hirviendo) y 10 g de azúcar. Agregar 125 g de harina, remover y amasar bien. Cubrir con un paño húmedo y dejar reposar a temperatura ambiente durante 30 minutos, aproximadamente. Después, agregar el resto de la harina, la leche, el azúcar y la sal.
2
Amasar hasta conseguir una pasta homogénea y reservar. Aplanar la mantequilla entre dos hojas de papel sulfurizado. Echar harina en una superficie y estirar la masa. Sacar la mantequilla del papel, colocarla en el medio y encerrarla, doblando los bordes de la masa sobre ella.
3
Repetir el proceso de estirar y doblar la masa cuatro veces. Dejar reposar todo durante un rato en la nevera. Volver a estirar la masa, y conseguir un rectángulo de unos 4 mm de grosor. Cortar en triángulos de unos 12 cm de base. La punta debe medir 1 cm, más o menos.
4
Dar forma a los cruasanes enrollando la masa desde la base hasta la punta. Ponerlos en una bandeja forrada con papel para hornear y dejarlos reposar 1 hora. Precalentar el horno a 200 °C. Mientras tanto, pintarlos con huevo batido con una gota de leche. Hornear 20 minutos, hasta que se doren.
Se suelen asociar con Francia, pero los cruasanes nacieron en Viena,
en el siglo XVII, y, desde entonces, no han dejado de comerse.