País Vasco francés.
Tan vascos como gascones, con tanto ‘glamour’ y sofisticación como tradicionales o surferos.
Este rincón de Francia tiene muchas sorpresas preparadas, tanto entre sus infinitas playas como en sus ondulantes valles. Una región de contrastes te espera nada más cruzar la frontera.
INMA COCA
LOS CLÁSICOS
Eugenia de Montijo, última emperatriz de Francia, fue quien puso de moda Biarritz como destino turístico de nobles y aristócratas. Un lujoso pasado que aún es palpable en edificios como el majestuoso Hôtel du Palais o el casino de estilo art déco. Más moderno es su Aquarium, donde asombrarse con las maravillas que el océano acoge. Junto a la ciudad del glamour por excelencia, encontramos San Juan de Luz, que, con su punto marinero, enamora nada más llegar. Callejear por su pintoresco centro lleno de tiendas hasta llegar al puerto es un plan que nunca falla.
ANGLET
La mejor playa para muchos. Sus más de cuatro kilómetros de arena fina y grandes olas son los preferidos para los amantes del surf, deporte que ya triunfó en esta costa en los años 50 y que, hoy, es algo más que subirse a una tabla. No está tan masificada como sus vecinas, otro aspecto que le hace sumar puntos a este bello arenal.
BAYONA
Sin playa y sin montaña, pero con un coqueto casco medieval que invita a pasear con calma. Y es que la historia de esta pequeña localidad francesa es tan rica como su actual oferta cultural. Calles siempre llenas de vida en las que hay que obligarse a parar para admirar la belleza de sus fachadas, en las que las vigas y contraventanas de madera llenan de color incluso los días más grises. Dividida por el río Nive, es obligatorio visitar ambas orillas para obtener las mejores vistas.
SAINT-JEAN-PIED-DE-PORT
La última parada del Camino de Santiago francés antes de entrar a nuestro país está considerado como uno de los pueblos más bellos de
Francia y motivos no le faltan. Las murallas medievales y la ciudadela son parte de su legado militar y, junto a sus calles empedradas, te transportarán a otra época. El contraste de las contraventanas rojas con el intenso verde del valle consigue envolverlo todo en un halo mágico del que es normal no querer salir. Un efecto similar al que entramos en otros bucólicos pueblos de la zona como Sara, Ainhoa o Espelette.
LARRUN
Las impresionantes vistas que te regala el pico de Larrun no son el único motivo para subir hasta sus 905 metros de altura. La imagen de las montañas con el azul de Océano Atlántico y la bahía de San Juan de Luz te parecerá más bella si, además, llegas hasta allí en el famoso tren de Larrun, un pequeño tren cremallera que lleva funcionando casi un siglo.