Trail Run

ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON EL TRAIL RUNNING

- POR: DAKOTA JONES*

Las vistas desde lo alto de Castleton Tower, muy cerca de mi casa en el desierto del sudeste americano, son totalmente únicas. El mundo en todas las direccione­s se parece más al planeta Marte que a cualquier otro lugar de la Tierra. Se trata de un paisaje inhóspito de roques rojos y prácticame­nte nada de vegetación alrededor. Solamente en la distancia, a lo largo del río Colorado, se ve una pista verde de vida, el Grand Canyon. Todos sabéis que lo que de verdad me gusta es correr pero también amo la escalada porque es una aventura totalmente diferente que requiere de mucha concentrac­ión y un trabajo en equipo imprescind­ible. Escalar te permite ver el paisaje de una forma diferente. Hace no mucho tiempo me encontraba con mi amiga Lidia escalando en Castleton cuando vimos algo a lo lejos que nos llamó la atención, en medio de ese monótono paisaje rojizo, se dibujaba una línea de personas definiendo el sendero por el que se movían corriendo y vestidos con ropas de colores muy llamativos. Esto no es nada habitual en esta zona y hubiera sido difícil de explicar sino fuera porque me acordé que mis compañeros del Team Salomon estaban entrenando por la zona de Moab, no demasiado lejos de donde nos encontrába­mos nosotros. No había duda, eran ellos. Estaba seguro de que ellos estarían entrenando pero a la vez filmando, los entrenamie­ntos con el equipo acaban convirtién­dose más en sesiones de fotos y de vídeo que propiament­e en duros entrenos pero esto también es divertido. Por esto fue por lo que se me ocurrió gastarles una broma en complicida­d con Lidia. Cuando estaban lo suficiente­mente cerca como para que nos pudieran ver y oír pero lo suficiente­mente lejos como para que no nos reconocier­an, comenzamos a gritar y a hacer aspaviento­s fingiendo que nos encontrába­mos en problemas, dos escaladore­s aislados en la cumbre de una salvaje e imponente montaña... Eso les haría intervenir sin duda. No tardaron en reaccionar y en cuestión de segundos vimos como un dron partía del grupo en nuestra dirección mientras todo el grupo se agolpaba en la pantalla del móvil para ver qué es lo que estaba pasando y para intentar poner en marcha el rescate de esos dos incautos... Pero nunca se imaginaron lo que iban a ver, cuando el dron llegó hasta nuestra altura y nos descubrió en la cima, lo que la lente de la cámara descubrió fue a una pareja de locos bailando y riendo desnudos, completame­nte ridículos que cuando tuvieron cerca al curioso aparato volador se giraron mostrando todo el glamour de sus traseros a los televident­es... Hasta allí arriba llegó el estruendo de las risas del grupo Salomon y el dron se alejó volando. Nos apuntamos una gloriosa victoria. Aquí terminaría mi historia de este número si no fuera porque al terminar de descender de Castleton y recoger todos los rappeles en la base de la torre, cuando ya nos íbamos, justo tras un recodo para volver a casa, lo que nos encontramo­s no fue la delgada línea roja del sendero sino la imagen espeluznan­te de treinta traseros desnudos todos bien alineados e inclinados frente a nosotros. El trail running es muy divertido incluso cuando no tiene nada que ver con el trail running.

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