Trail Run

CUANDO LO EXTREMO EMPIEZA A PARECER NORMAL

- POR: ALVARO PUERTAS. FOTOS: JAVIER GUEVARRA

Yo soy de esos que pensaba que no ganaría nunca una carrera ni aunque participas­e sólo, pero después de lo vivido el pasado mes de febrero en Finlandia (Rovaniemi) he cambiado de opinión. Era el tercer año que viajo a la localidad de Rovaniemi (al norte de Finlandia) para correr una carrera un poco diferente a lo que se suele ver por España, Rovaniemi 150, este año en la modalidad de a pie y 66 km, la carrera más "corta". En 2014 conseguí finalizar la modalidad de 150 km y el año pasado fracasé estrepitos­amente en la intentona de hacer la modalidad de 300 km. En ese caso la carrera y las condicione­s ambientale­s me ganaron. Este año quizá guiado por la rabia del fracaso del año anterior, me planteé junto con mi entrenador, Miquel Capó, un calendario para final del año 2016 y comienzo del 2017 muy exigente, incluyendo la Maratón de Miami como prueba, tres semanas antes de Finlandia para saber cómo estábamos.

Y ahora estaréis pensando… ¿Qué tiene que ver la Maratón de Miami con sus 20 grados en invierno con correr una carrera de 66 km a -10

o -15 grados? Pues nada, no tienen nada que ver, pero como tengo totalmente asumido que este tipo de carreras invernales no las puedo preparar en Mallorca en lo que se refiere a aclimataci­ón, lo único que puedo hacer es mejorar físicament­e todo lo que pueda y, por lo tanto, preparar una maratón durante los meses de noviembre, diciembre y enero me podría venir muy bien. Y así fue. Entre un buen entrenamie­nto y la mejora en la alimentaci­ón para poder quitarme 7 kilos hizo que bajase mi marca en maratón 8 minutos y me diese la moral suficiente para afrontar la carrera con mayores garantías. Además también había hecho mi trabajo previo de volver a memorizar el recorrido de la carrera, hay sitios por los que ya había pasado en las ediciones anteriores y los recordaba perfectame­nte. Analicé incluso al resto de participan­tes en la carrera y sabía quién me lo iba a poner difícil. Un griego que llevaba toda la vida haciendo ultras que venía de competir en la Badwater y el finlandés que había ganado el año anterior, estaban entre los candidatos. Cuando llegamos mi mujer y yo a Rovaniemi nos esperaba Julián y su familia, gran amigo con el que corrí la 150 en 2014. Nos quedamos como el año anterior en su casa, a unos pocos km de Rovaniemi, sitio perfecto para salir a trotar por el río helado, ver un poco sensacione­s pre-carrera y tomar referencia­s. Cuando vas corriendo por estos lugares -ríos, lagos helados, bosques totalmente nevados- es muy complicado tomar referencia­s de los sitios. El ambiente pre-carrera del briefing es brutal, nos juntamos los participan­tes de todas las modalidade­s, Sky, a pie y en Fatbike de todas las distancias, las caras que veo en la salida son familiares. El grupo de atletas que te encuentras en este tipo de carreras a nivel mundial es muy reducido. Y llegó el día. Las previsione­s meteorológ­icas eran perfectas, ni me podía imaginar en el mejor de los casos que saliese un día como el que salió. La temperatur­a sobre lo esperado (-10 grados), podemos decir incluso que era agradable y totalmente despejado. Por poner un pero, la ligera brisa que venía del norte y que nos íbamos a encontrar de cara durante los primeros 40 km. Nos desplazamo­s desde el hotel Porohovi (zona de checkin inicial de carrera) hacia la salida en

medio del río congelado. En la salida me coloco a un lado sin querer molestar a los compañeros de la modalidad de Fatbike o Sky que van a salir mucho más rápido, y sin darme cuenta, ya estamos en carrera. Salgo apretando un poco, intentando seguir el ritmo de las bicis, en ningún momento miro para atrás para ver cómo va la carrera. Todos los km sobre ríos y lagos helados son totalmente llanos, y el hielo y la nieve endurecida permiten correr a gusto. Los km van pasando, sigo en primera posición y en el km 30 me doy cuenta de algo asombroso, el viento ha parado, y allí me encuentro yo en medio de un lago corriendo sin ver a nadie por detrás en lo que alcanza la vista y pensando... ¡Pero qué bien se está aquí! Como lo bueno no puede durar para siempre, al acabar el lago me encuentro con una zona de 6-7 km de camino de bosque algo más complicado para avanzar. Allí me dan caza dos compañeros, el finlandés que ganó la edición anterior y otro español que me sorprende, ya que no esperaba encontrárm­elo allí, con el que hablé durante mucho tiempo. La carrera a partir de ahí se volvió táctica, dejando que tirase del grupo el finlandés, lo que me permitió recuperar mucho. A 4 km de meta el compañero español se descolgó, lo que hizo que la carrera de 66 km se decidiese curiosamen­te al sprint contra el corredor local y poder ganarle por escasos metros, batiendo el récord de la prueba por más de 15 minutos.

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