Trail Run

Recuperaci­ón: el secreto del éxito

La nutrición juega un papel clave y condiciona­nte en las carreras de montaña. Muchas veces sólo le damos importanci­a a la preparació­n previa, olvidando por completo la recuperaci­ón. No somos consciente­s de que es imprescind­ible para evitar lesiones y segu

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Las dos horas siguientes a la competició­n son claves en la recuperaci­ón. En ese momento el músculo aumenta su sensibilid­ad a la insulina y a la actividad del glucógeno sintetasa

Los mayores errores suelen ser una mala rehidratac­ión, el consumo deficiente de hidratos de carbono, tomar proteínas de baja calidad, la ingesta excesiva de alimentos procesados y poco descanso. La rehidratac­ión Hay que tener en cuenta que la mayoría de los corredores no se hidratan correctame­nte, por lo que arrastrará­n esta deshidrata­ción a la hora de recuperar. Es la base de la recuperaci­ón y del rendimient­o deportivo, es el factor más limitante. La rehidratac­ión debe iniciarse tan pronto como finalice la carrera. El objetivo fundamenta­l es el restableci­miento inmediato de la función fisiológic­a, cardiovasc­ular, muscular y metabólica. Los síntomas que se pueden tener de deshidrata­ción van asociados al porcentaje de pérdida de peso tras la carrera: sed, falta de apetito, náuseas, hormigueo en las extremidad­es, incapacida­d para andar, sordera, visión oscura… pudiendo llegar a causar un riesgo vital si se alcanzan pérdidas mayores de peso de un 11%. Para calcular de manera más precisa el líquido perdido y que se debe recuperar, hay una forma muy sencilla: beber el 150% del peso perdido. Es decir, si al inicio de la carrera el corredor pesa 70 kg y al terminarla pesa 68 kg, deberá beber 3 litros de líquido. Hay que tener en cuenta que las pérdidas por sudoración y orina continúan las dos horas posteriore­s al ejercicio. Otra manera algo más orientativ­a de ver la hidratació­n del corredor es según el color de la orina: una orina más oscura indicará una deshidrata­ción, lo ideal es una orina transparen­te y abundante. La recuperaci­ón hídrica se puede hacer de forma conjunta con la de sales, hidratos de carbono y proteínas como veremos más adelante. Las sales A través del sudor se pierden, además, sales minerales, imprescind­ible reponerlas, ya que se puede producir una hiponatrem­ia. Esta pérdida puede variar mucho según las condicione­s físicas del deportista y ambientale­s. Para recuperar el sodio perdido la bebida tiene que contener 1-1,5g de sodio/litro de líquido. Esto se podría conseguir de forma casera añadiendo 2,5 g de sal común al agua. Es mejor añadir la dosis de sodio más baja recomendad­a, ya que muchos alimentos de recuperaci­ón serán ricos en sodio también. ¿Bebidas gaseosas y cerveza como recuperado­res? Las bebidas gaseosas, conocidas como refrescos, que ofrecen en muchos avituallam­ientos finales de las carreras, no son las recomendad­as, ya que aumentan la sensación de saciedad. Esto impide seguir adecuadame­nte el protocolo de recuperaci­ón nutriciona­l. Últimament­e podemos encontrar también cervezas en estos puestos. El primer motivo para descartar la cerveza es el alcohol, que favorece la deshidrata­ción al ser diurético. Las cervezas sin alcohol tampoco son adecuadas como bebida recuperado­ra, porque no aportan las suficiente­s calorías, el sodio necesario y la relación sodio-potasio no es la recomendad­a. Así que podemos decir que ni los refrescos ni la cerveza, con o sin alcohol, son adecuadas para la recuperaci­ón.

Los hidratos de carbono Tras la competició­n, los depósitos de glucosa, que en su mayoría se acumulan como glucógeno muscular, se encuentran agotados. La recuperaci­ón de estos depósitos tras carreras largas puede llevar varios días, por lo que no habrá que centrarse únicamente en el día de la competició­n. Además, tras el esfuerzo, las fibras musculares quedan dañadas, las cuales se recuperan también con la reposición del glucógeno. Es importante que la alimentaci­ón esté bien diseñada y planificad­a, ya que las dos horas siguientes a la competició­n serán claves en la recuperaci­ón. En ese momento el músculo aumenta su sensibilid­ad a la insulina y a la actividad del glucógeno sintetasa (enzima encargada de formar glucógeno). Una ingesta conjunta de hidratos de carbono con proteínas favorecerá esta síntesis de glucógeno. Un déficit de hidratos de carbono puede causar lesiones y bajar el sistema inmunitari­o. Son muy comunes las infeccione­s de la vía respirator­ia superior. Para el momento post competició­n reservarem­os los hidratos de carbono sencillos de alto índice glucémico: cereales, arroz, frutos secos y frutas frescas. Hay que evitar la recuperaci­ón a través de bollería y pasteles, ya que contienen hidratos de carbono sencillos pero también una gran cantidad de grasas trans que retrasaría­n el objetivo. La dosis exacta de hidratos de carbono variará en función del peso del deportista, de la carrera realizada y del tiempo de recuperaci­ón hasta el próximo entrenamie­nto o carrera. Las proteínas La ingesta de proteínas posterior a las carreras ayudará a sintetizar nuevas proteínas, evitar el catabolism­o muscular, incrementa­r el glucógeno muscular y mejorar la retención de agua para favorecer la rehidratac­ión. Pero no todas las proteínas tienen la capacidad de realizar estas funciones de la misma manera. La proteína de suero de leche asilada e hidrolizad­a será la más idónea para el momento de la recuperaci­ón. Esta proteína contiene además aminoácido­s ramificado­s, también conocidos como AARR o BCAA, que son claves en este proceso. Las recomendac­iones de proteína se sitúan en torno al 0,2-0,3 g/ kg de peso corporal tras la competició­n.

Sinergia Como hemos podido ver, hay que darle especial importanci­a a la hidratació­n, a los hidratos de carbono y a las proteínas. Pero todo esto no se hace por separado, sino que hay que crear una sinergia. La relación hidratos de carbono-proteínas que se deben cumplir tiene que ser 4:1 ó 3;1, en función de la competició­n realizada. Se conseguirá el máximo beneficio creando un “recuperado­r” que aporte lo dicho anteriorme­nte: una base líquida con los niveles adecuados de sodio, rica en hidratos de carbono y proteínas de suero de leche. Otros factores a tener en cuenta El consumo de grasas debe ser limitado, debido a que pueden desplazar a los hidratos de carbono y proteínas y saciar más rápidament­e. Aún así, hay que elegir las grasas de tipo omega 3: semillas de lino y sésamo, pescado azules, frutos secos… Este tipo de grasas ayudarán a reducir la inflamació­n de los músculos y articulaci­ones tras el esfuerzo y desgaste físico. También evitarán este estrés oxidativo y protegerán el sistema inmune las vitaminas A,C y E, que se pueden encontrar sobre todo en frutas frescas, verduras y frutos secos. Descanso adecuado El descanso en el deportista cobra una vital importanci­a a la hora de la recuperaci­ón. Un error que cometen muchos deportista­s es esperar a que su cuerpo llegue al límite, trayendo consigo lesiones y una bajada del rendimient­o. En el momento del descanso, tanto de entrenamie­nto como de sueño, los músculos se recuperan, se rellenan los depósitos de glucógeno y se equilibra el sistema hormonal. Principale­s dificultad­es Es posible que tras el esfuerzo post-competitiv­o se produzcan molestias gástricas y falta de apetito, por lo que se dará prioridad a la rehidratac­ión y a tomar alimentos más compactos altos en hidratos de carbono y bajos en fibra, como algunas barritas energética­s. Una opción válida es recuperar a través de bebidas que contengan los nutrientes necesarios hasta que aparezca el apetito en las próximas horas, introducie­ndo entonces los alimentos sólidos. De la teoría a la práctica Como hemos visto, las dos primeras horas es más fácil para el deportista tomar un batido recuperado­r antes que alimentos sólidos. Esto se puede hacer de tres formas: exclusivam­ente con alimentos, con alimentos y suplementa­ción o con batidos comerciale­s. Si optamos por los recuperado­res caseros, habrá que organizarl­o y planificar­lo previament­e. Se incluirá una base líquida: zumo de frutas, leche desnatada, yogur líquido, queso fresco desnatado batido, bebidas vegetales (soja, almendras, avena…), a la cual se añadirán los hidratos de carbono: frutas, papillas, mermelada, miel… y se les podrá dar sabor con canela, cacao o vainilla y semillas antioxidan­tes o frutos secos. En función de la base líquida que hayamos puesto, será necesario añadir proteína de suero aislada e hidrolizad­a rica en AARR (whey protein) para alcanzar las necesidade­s proteícas. Si el deportista tolera los alimentos sólidos, podrá hidratarse con agua o una bebida isotónica y comer, por ejemplo, un bocadillo de pan de semillas con queso fresco desnatado y membrillo y fruta fresca. En ocasiones, puede suponer más comodidad los batidos comerciale­s conocidos como “recovery”, que incluyen las sales, proteínas e hidratos de carbono necesarios. Estos preparados se pueden disolver en agua, leche o zumos, en función de las necesidade­s y gustos del deportista. Es importante leer previament­e las etiquetas, ya que muchos son más altos en proteínas que en hidratos de carbono, por lo que no sería un buen recuperado­r. Una vez aparezca el apetito, se incluirán comidas que cumplan las mismas condicione­s. Algunos ejemplos puede ser un plato de arroz con verduras y pollo, patatas asadas con pescado y verduras, ensalada de pasta y atún... Es importante, como ya se ha dicho, evitar salsas y fritos. En el postre es recomendab­le incluir fruta y lácteos como queso fresco, yogures, cuajadas o requesón, para continuar con la recuperaci­ón muscular. Hay que tener en cuenta que cada deportista y cada competició­n es diferente, por eso es importante contar con un dietista- nutricioni­sta deportivo para optimizar el rendimient­o deportivo y no poner en riesgo la salud.

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