Trail Run

REFLEXIONE­S DE UNO QUE "ODIA" EL TRAIL

- POR: ROBERTO PALOMAR, REDACTOR JEFE DEL DIARIO MARCA Y FINISHER DE VOCACIÓN.

Hace unos días, un buen amigo, magnífico montañero y excelente esquiador, me hacía la siguiente reflexión: "¿Qué pasaría si metiéramos a un futbolista de Tercera división a jugar con el Madrid en el Bernabéu o con el Barcelona en el Camp Nou? Un tipo joven, bien entrenado y con buenas cualidades... pero de Tercera". Yo le contesté con una lógica aplastante: "pues pasaría que el pobre hombre ni la iba a oler. Lo pasarían por encima. Podría hacer cosas muy básicas". "Exacto", me contestó. "Y cuánto más técnico sea el deporte, más daría el cante. Y si es un deporte individual, más todavía. Imagina a alguien que entrena todos los días, alguien que juega al tenis cinco veces por semana, en la primera ronda de cualquier torneo del circuito profesiona­l, del torneo peor dotado si quieres. No ganaría ni un juego y solo verle moverse por la pista le delataría como un simple amateur". Yo no sabía muy bien por dónde iban los tiros hasta que mi colega se abrió como un libro: "El 95 por ciento de corredores de Trail sois de tercera división. De Regional preferente. Ni os dejarían salir al Bernabéu. No tendríais ni ficha. Tampoco os dejarían saltar a la pista ante el último clasificad­o de la ATP por falta de nivel pese a jugar cada día al tenis y estar en buena forma. Sin embargo, en el Trail, os empeñáis en jugar en el mismo estadio que los grandes como Kilian o Luis Alberto y salís con mucho descaro al Camp Nou o al Bernabéu que es la Ultra Pirineu o cualquier otra carrera. Yo flipo. Es el único deporte en el que pasa. En otros deportes, juegas en tu categoría. Si eres profesiona­l, con los profesiona­les. Y si tienes que jugar un "solteros contra casados", pues adelante. Los buenos no te dejarían jugar con ellos". Evidenteme­nte, exageraba, aunque él creía que no. Ya digo que es montañero, no corredor. De hecho, "odia" a los corredores de montaña. No entiende que nos dejen salir a correr por un espacio protegido en tandas de varios cientos de trailrunne­rs. "Es una moda maldita", gruñe. "El monte no es para correr". Asegura que el marketing está haciendo un daño tremendo porque la gente normal se expone demasiado, empeñada en "jugar" en el Bernabéu de la montaña. Yo le rebatí de mil formas diferentes, separando el deporte de élite del deporte popular, asegurándo­le que dentro de ese 95 por ciento de esos trailrunne­rs que él llama "de Tercera", hay un porcentaje enorme -casi todos- que saben lo que hacen, que saben a lo que se exponen y que tienen la capacidad suficiente para acabar las carreras a las que se apuntan. Es el cronómetro quien dicta en qué liga juega cada uno, no el escenario o la osadía de pasar por donde antes lo han hecho los grandes del Trail. Al menos para mí, es un aliciente pisar por donde antes lo ha hecho Miguel Heras, de la misma forma que me gusta subir un puerto del Tour de Francia. Pero confieso que la reflexión de mi colega, que prefiere el anonimato, me dejó pensando. No es un piernas. Es el típico purista. Es alguien que nos ve desde fuera, con buen nivel montañero, algún "ochomil" en su mochila, -no, no es mi buen amigo Juanito Oiarzábal- y que cree que esto se ha ido de madre. Fuera de la élite del trail, a la que respeta e incluso admira, al resto nos ve como unos osados, unos temerarios y unos advenedizo­s. Nos enzarzamos a base de bien y me rebatió mis argumentos como si fuera un frontón. Cuando nos despedimos, como es un cabezón, tuvo que decir la última palabra: "Demasiado poco os pasa". Y tengo que confesar, una vez más, que me dejó pensando. ¿Y si no es tan cabezón?

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