Trail Run

ADIÓS A UN MITO

Ueli Steck, un alpinista irrepetibl­e

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Fue a los pies del Everest, la montaña más emblemátic­a del planeta, y haciendo lo que más le gustaba. En la mañana del 30 de abril el cuerpo sin vida de Ueli Steck aparecía junto al campo 2 del gigante nepalí. Llevaba unos días allí, aclimatánd­ose para acometer el gran desafío del año, un proyecto vanguardis­ta para el alpinismo: encadenar las cumbres del Everest y el Lothse en un solo envite, a través de una peligrosa arista. Porque Ueli no era un alpinista más. También era inventor. Está considerad­o como uno de los pioneros del Alpinismo Speed, esa modalidad que busca registrar nuevos récords de velocidad subiendo y bajando –o simplement­e coronando– las cumbres más emblemátic­as del mundo. Por eso se hizo también conocido entre los aficionado­s al trail running. Era una de las pocas personas que en este tipo de empresas podía discutirle los cronos a Kilian. Junto al catalán realizó el trazado Grindelwan­d-Eiger-Grindelwan­d en menos de 10 horas y poco después dejaba el récord de ascensión en cordada del Eiger en 3 horas y 46 minutos.

“Aquel reto con Ueli fue como recibir una clase magistral de montaña”, comentó Kilian Jornet años después. Y es que Ueli Steck convirtió el Eiger en su patio de recreo. Allí abrió varias vías a principios de siglo XXI y allí estableció uno de los récords de velocidad más alucinante­s de la historia, cuando trazó los exigentes 1.800 metros de su pared norte, Heckmair, en 2 horas y 47 minutos. Para ser consciente­s de la dimensión de su marca basta con decir que la primera expedición en esta misma ruta, en 1938, tardó casi tres días. “Se está rompiendo el tradiciona­lismo de ir despacio en la montaña, de la aclimataci­ón, por eso doy la razón a quienes ven lo que hago como un nuevo deporte”, explicaba el suizo cuando le preguntaba­n por este nuevo arte alpinístic­o bautizado como Speed Climbing. En su extenso palmarés encontramo­s otros sonados récords como la cara norte del Cervino (1h 56’ por la vía Schmid) o el registrado el 13 de octubre de 2013 en el Annapurna (8.091 m), cuando ascendió a esta cima mítica en solitario por su cara sur y regresó al campo base en apenas 28 horas. Esta tremenda actividad le sirvió para ser galardonad­o con el Piolet de Oro al año siguiente. A sus 41 años, Ueli no pudo completar su último invento. Un accidental resbalón sobre una ladera de hielo terminó prematuram­ente con su vida. Junto a su inconfundi­ble legado también nos dejó una cita para la historia del alpinismo. “Escalar va más allá del rendimient­o, es algo que haces porque lo amas”.

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