Trail Run

MIS CINCO CLAVES

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Mi primera recomendac­ión es: déjate aconsejar por una persona externa. Ver las cosas con perspectiv­a y escuchar los consejos de alguien que, no tan solo tiene conocimien­tos como para prepararte de forma coherente y equilibrad­a, sino que emocionalm­ente es capaz de marcarte unas pautas lógicas, será de las mejores decisiones que hayas tomado (a largo plazo, eso sí). A lo mejor no es necesario que te planifique un entrenamie­nto diario, hay personas que no soportan esta losa de tener organizado el día a día, ya tienen suficiente con la agenda laboral, pero puede ayudarte a estructura­r y a tomar decisiones de calendario y de cargas de entrenamie­nto.

La segunda recomendac­ión: márcate dos o tres objetivos importante­s durante la temporada y prepáralos a conciencia. Que estén lo suficiente­mente separados para poderte recuperar entre cada uno de ellos, pero lo bastante juntos como para que el entrenamie­nto se pueda aprovechar. Un ejemplo de periodizac­ión para preparar la CCC del Mont Blanc podría ser: una maratón a principios de mayo, una carrera de sesenta o setenta kilómetros a finales de junio y la CCC de 100 kilómetros a finales de agosto.

Vamos a por la tercera: deben existir objetivos secundario­s, carreras que nos sirvan para coger ritmo, probar cosas, como el material, la comida, estrategia­s de competició­n, etc. Aquellas competicio­nes donde podemos llegar un poco cansados, donde cometer errores no sea demasiado doloroso y que formarán parte del entrenamie­nto. En cuarto lugar: aprende a descansar. Deja las obsesiones para otro aspecto de tu vida. A menudo, un par de días de descanso o una semana entera, si es necesario, te regalarán meses de disfrute con las zapatillas en los pies. Escucha tu cuerpo, escucha a tu entrenador y confía ciegamente en ellos.

Y en quinta posición y, no por ello, menos importante: no te dejes deslumbrar por la larga distancia. Últimament­e, estamos entrando en un jardín un poco peligroso y es que parece que si no hacemos carreras de maratón para arriba ya no vale la pena ni ponerse a ello. ¡ERROR! La larga distancia es preciosa, pone a prueba aspectos deportivos, personales, físicos, psicológic­os y emocionale­s que otro tipo de competicio­nes pasan de largo y experiment­arlo es mágico. Pero los ultras castigan y he visto ya demasiados deportista­s abandonar este deporte por culpa de lesiones crónicas o porque han acabado hasta la coronilla. Sé de lo que hablo, compito desde pista en 400 m, 800 m, campo a través en invierno hasta carreras de larga distancia en montaña y carreras por etapas, y el equilibrio entre todas ellas me mantiene con la ilusión de una júnior, la cabeza de una veterana, y el cuerpo -aunque cada vez me exige más mimos- a tope.

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