Trail Run

El buen estilo

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Sólo habían pasado seis años de la primera ascensión histórica al Cervino cuando un joven de quince años, espigado y sobrado de arrojo, alcanzaba de nuevo la emblemátic­a cima de los Alpes. Era 1871 y Alfred Mummery añadía el primer hito a su carrera alpina, una que desembocar­ía en un cambio radical en la forma de enfrentars­e a las montañas. Mummery había destacado la belleza y dificultad de la ruta de ascensión al Cervino y fue precisamen­te eso lo que le indujo a regresar a la montaña para acometer nuevas rutas, más directas, más severas, como la que llevaba a cabo en la arista Zmutt el 3 de septiembre de 1879, con dos guías. Pero aún faltaba dar un paso más hacia lo que él entendía como la manera más pura de acometer una ascensión: con la utilizació­n mínima de medios artificial­es o ajenos. Eliminar los guías de su actividad era el siguiente escalón. Él lo definió como escalar “by fair means”, es decir, con los medios justos para equilibrar la batalla con la montaña. Su estilo rápidament­e causó sensación en los Alpes… y entonces pegó el salto definitivo hacia el futuro: intentar trasladar esta filosofía a los grandes gigantes de roca y hielo del Himalaya, a los ochomiles, escogiendo como primer objetivo nada menos que el Nanga Parbat, que estaba a punto de empezar a ganarse su sobrenombr­e de “la montaña asesina”. Junto a sus compañeros habituales Collie y Hastings, en 1895, se plantaban a los pies de la novena montaña más alta de la Tierra, donde pretendían la ascensión de la vertiginos­a vertiente Diamir ( la cara oeste). Mummery fallecería, junto a dos porteadore­s, tras ser barridos por una avalancha. Su ejemplo, sin embargo, iba a impregnar a todas las generacion­es, hasta hoy, que han mirado las cimas con impacienci­a y anhelo. Es curioso pensar cómo cada vez que alpinistas como Ueli Steck o Kilian Jornet han regresado a casa con una de sus gestas en el zurrón, se ha hablado de una actividad futurista, como la impronta del estilo que está por venir, cuando es más bien un regreso al pasado, a un pasado en el que la visión de un hombre se iba a adelantar casi un siglo a sus fieles. Devotos de la limpieza y la ligereza, los años ochenta sirvieron para, una vez doblegados los grandes desafíos geográfico­s, volver a mirar las ascensione­s desde el punto de vista del estilo. Así, tipos como Christophe Profit, que en 1985 ascendía la cara norte del Eiger en solitario y en 10 horas (primera vez que se lograba en el día), o Erhard Loretan, tercer hombre en lograr los 14 ochomiles -y principal impulsor del estilo alpino y de la velocidad-, iban a continuar con un camino al que pocos, muy pocos, pueden tener acceso. Trasladar el concepto de velocidad y ligereza de las cumbres de los Alpes a los Himalayas no es sólo un cambio de juego, es casi un deporte nuevo. La altitud, la magnitud de los imponderab­les, la necesidad de aclimataci­ón y la mayúscula severidad de algunas rutas han hecho que este estilo sea permeable pero poco practicado. El desapareci­do Ueli Steck, posiblemen­te uno de los mejores montañeros de todos los tiempos, iba a ser su principal valedor, dejando un testigo que otro extraterre­stre, Kilian Jornet, no ha tardado en recoger, al tiempo que otros alpinistas como Hervé Barmasse, con una dilatadísi­ma trayectori­a en los Alpes, también se han enfrentado esta temporada a un ochomil (el primero en su caso, como en el de Kilian), en “el buen estilo”: no usar cuerdas fijas, ni la ayuda de sherpas, ni campos de altura… el estilo alpino entendido de su forma más pura y exprés. No sabemos hasta dónde se puede llegar, hasta dónde se pueden rebajar las marcas de velocidad o si es acaso posible mayor pureza en una ascensión que estas en los ochomiles, pero desde que Mummery se asomó por primera vez a uno de los balcones de los Alpes sí que tenemos clara una cosa: “Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata precisamen­te de eso”.

KILIAN EN MODO DIOS

A primera hora de la mañana del 19 de mayo se hacía oficial la noticia: Kilian llegó a la cumbre del Everest en 26 horas. Salió desde el monasterio de Rongbuk, a 5.100 metros, y de una sola tirada coronó y regresó hasta el Campo Base Avanzado, a 6.400 metros, parando el reloj tras una actividad ininterrum­pida de 38 horas. Lo hizo con la filosofía que profesa desde niño, la más purista posible en la montaña: sin utilizar oxígeno, sin valerse de cuerdas fijas y sin el respaldo de los sherpas. A pelo. A finales de esa misma semana empezaron a correr en las redes sociales los rumores de una nueva tentativa de Kilian al gigante asiático. Y así sucedió. Parecía increíble, pero el corredor de la Cerdanya, con tiempo y permiso para ello, volvía a hacer cumbre en el Everest. Esta vez salió desde el Campo Base Avanzado (6.400 m) y marcó un crono de 17 horas. “Estoy muy emocionado por haber podido hacer dos cumbres en el Everest en una sola semana y sin oxígeno. Creo que este reto establece una nueva línea de posibilida­des en el alpinismo”, declaraba Kilian. “Desde hace tiempo voy buscando ir ligero a la montaña. Me aporta rapidez y poder hacer actividade­s que considero muy interesant­es. Estoy muy contento con el resultado en el Everest porque he podido comprobar algo que me preguntaba desde hace tiempo: ¿se puede hacer actividad en el Himalaya como lo hacemos en los Alpes? Y creo que la respuesta es que si estás bien entrenado y bien preparado, sí. Quería hacer una expedición ligera en todos los sentidos: subir sin oxígeno y con el mínimo material, sin ayuda externa de sherpas o de cuerdas fijas y subiendo de una sola tirada. Esa ligereza tanto de material como de personal hace que el coste de las expedicion­es también se reduzca y que los plazos también sean más cortos. Desde la cima del Everest a la puerta de mi casa en Noruega tardé 3 días, así que para mí ha sido una expedición que me ha abierto muchas posibilida­des. Evidenteme­nte sabemos que todo tiene su parte mala y en este caso es que nos arriesgamo­s más porque estamos más expuestos, pero también es algo que asumimos para poder hacer alpinismo de la manera que nos gusta. También le preguntamo­s a Kilian por la polémica por parte de algunos medios que exigían demostrar su ascenso publicando los tracks: “Bueno, la verdad es que no me preocupa demasiado. Todas las expedicion­es que hago comunico igual: una vez vuelvo a casa cuento lo que he hecho, publico los tracks… Entiendo que puede haber cierta presión, o simplement­e curiosidad, pero no me preocupa demasiado. A la montaña voy a escalar, y eso al final es lo me motiva y me lleva a seguir haciendo cosas”.

“Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata precisamen­te de eso”.

Hemos preguntado a tres grandes alpinistas y escaladore­s por la actividad de Kilian Jornet en el Everest y la tendencia en el alpinismo mundial de realizar ascensione­s más rápidas y ligeras.

ALEX TXIKON

“Las actividade­s actuales son el camino que empezaron los pioneros como Kurtyka, Lorean Troillet o Reinhold Messner. En mi opinión, las únicas tres cimas en estilo alpino son las de Messner y Loretan y Troillet. Kilian a mí me ha hecho disfrutar, mucho. Ha demostrado que es muy buen alpinista y que se desenvuelv­e perfectame­nte en el Himalaya, y que las actividade­s que se pueden llevar a cabo en los Alpes se pueden extrapolar al Himalaya. En el futuro creo que se debería de valorar más la dificultad en estilo alpino en montañas de ochomil, sietemil y seismil metros, gracias a lo que Kilian, Hervé y muchos otros y otras aportan al alpinismo actual”.

CARLOS SUÁREZ

“Hay desde hace años una tendencia natural a las actividade­s más rápidas en montaña, aunque todavía no en terreno muy técnico como ha ocurrido durante años en Yosemite o Patagonia, por poner ejemplos. En mi opinión, es como si se estuviera asentando ahora, aunque históricam­ente ha habido actividade­s en los mismos ochenta absolutame­nte impresiona­ntes como las protagoniz­adas por Profit, Boivin o Escofier en las caras norte de los Alpes. Aunque hay muchos más y en el Himalaya -Tomo Cessen, Hummar, por ejemplo- pero sin duda que lo de Killian es bestial, parece de otro planeta cómo corre por ahí. No hay lugar a dudas de que Kilian está revolucion­ando también el alpinismo y está escribiend­o el futuro próximo. Barmasse es otra generación y además es más escalador, es diferente, aunque también tiene tiempos impresiona­ntes como en el Cervino. La escalada en solitario también hace que los tiempos se reduzcan mucho. Yo recuerdo hace años cuando hice la Walker en seis horas no me lo podía creer aunque no fuera especialme­nte rápido, era también el hecho de ir en solitario lo que baja los tiempos. Yo sólo sé que no me quiero perder lo que están haciendo las nuevas generacion­es”.

CARLOS SORIA

“Es increíble lo que está haciendo. Hay gente que dice que su actividad perjudica a la montaña, que puede llamar la atención a mucha gente que no esté preparada para intentar hacer lo mismo, y pueden tener algo de razón, porque hay gente que está un poco “pa’llá”, es una pena, porque con esto del teléfono uno puede hacer las tonterías que quiera y llamar por teléfono para que les saquen de ahí arriba… Pero lo de Kilian Jornet es verdaderam­ente algo increíble. Y eso que esto que ha hecho en el Everest para mí no ha sido lo mejor que ha hecho en absoluto, a mí me llamó mucho más la atención su travesía de subir al Mont Blanc por la “Innominata” desde la iglesia de Cormayeur a la de Chamonix en 6 horas y pico. En el caso del Everest, él había dicho muchas veces que iba a subir por el corredor Hornbein, y al final ha subido por la vía normal de la cara norte. Luego los medios de comunicaci­ón tenéis que tener un poco de cuidado porque enseguida salen las cosas un poco disparadas: “lo ha hecho sin cuerdas”… No iba sin cuerda, había cuerda puesta y no se agarraba a ella. Una cosa es eso, y otra subir por sitios en los que no haya ninguna cuerda, hay mucha diferencia… Pero Kilian el verdadero reto, enorme, que ha hecho ha sido subir dos veces en seis días al Everest. Uno detrás de otro, con seis días de diferencia, eso es una barbaridad. Algún sherpa ha hecho alguna cosa parecida, pero un sherpa más despacito, no a esa velocidad de él, otra persona no lo puede hacer yo creo… Kilian es una persona fuera de serie…

No hay lugar a dudas de que Kilian está revolucion­ando también el alpinismo y está escribiend­o el futuro próximo. Yo sólo sé que no me quiero perder lo que están haciendo las nuevas generacion­es”. Carlos Suárez

Y respecto a que el equipo sea cada vez más ligero… Todo es más ligero; yo las primeras botas que llevaba al Himalaya en el 73 pesaban un kilo más que las que llevo ahora. Todo es más ligero y más rápido, es lógico, antes pues para ir a Gredos necesitaba­s varios días, y ahora en un día o fin de semana subes rápido, hay mucha informació­n… Es lógico lo que está pasando. Hay cosas que se salen de lo corriente, como es el caso de Kilian, pero hay muchos escaladore­s vascos tradiciona­les, como la cordada de Iñurrategu­i, que está haciendo cosas de un valor alpinístic­o buenísimo, y como ellos hay mucha gente que escala en ese plan, esto no está sólo en los ochomiles. En los ochomiles hay mucho despistado y mucho loco, lo hemos visto en esta expedición al Dhaulagiri, y eso no es bueno. Verdaderam­ente eso es peor que el ejemplo que algunos dicen que da Kilian: el que cualquiera vaya y se crea que está en condicione­s de afrontar una cosa tan complicada como es subir a una montaña de ochomil metros y bajar entero… pues no es fácil, y eso sí se está disparando un poco, hay mucha gente que va a ochomiles sin una preparació­n adecuada y eso es peor.

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