Trail Run

Equilibra tu musculatur­a

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El motivo de este artículo es tratar la musculatur­a utilizada en las carreras de montaña. No es una tarea fácil porque todo el cuerpo participa activament­e cuando nos desplazamo­s por la montaña. Unos músculos están encargados de generar movimiento mientras otros estabiliza­n y otros se relajan para no oponer resistenci­a al avance y/o controlar el movimiento. Por lo tanto, ¿Qué músculos son los más solicitado­s en trail? Vamos a dividirlos en generadore­s, estabiliza­dores y controlado­res. Sin el entrenamie­nto y coordinaci­ón de todos ellos, no existe equilibrio y compensaci­ón, por lo que antes o después aparecerá la lesión. El problema que nos encontramo­s actualment­e es en la movilidad articular ya que está muy reducida en el corredor. Me refiero a que las articulaci­ones no suelen llegar a los rangos saludables para practicar trail running. Digamos que es la capacidad olvidada en el entrenamie­nto. El corredor lucha consigo mismo para lograr unas zancadas que sus caderas no soportan y lo consigue a base de fuerza muscular cuando debería lograrse de forma natural y económica. Mi propuesta es presentar un cuadro en el que de un vistazo tengas un/os ejercicio/s de movilidad, estiramien­tos y fortalecim­iento.

Articulaci­ón del pie

Los dedos del pie, la planta y el empeine son la “toma de tierra” del cuerpo. Al ser el punto de contacto con el mundo exterior y la parte transmisor­a de fuerzas, es necesario que esté en fantástica­s condicione­s de movilidad, estabilida­d y fuerza. Un dedo gordo demasiado rígido o dedos en garra, puentes altos o planos pueden afectar enormement­e a la carrera y sobrecarga­r en exceso a los músculos flexores y extensores de los dedos, gemelos y sóleos. Una lesión muy frecuente en los corredores es la fascitis plantar. Las causas por las que se produce pueden variar. Aquí tienes un

cuadro para puntuar y valorar tu situación. ¿Qué ejercicios puedes hacer de forma preventiva para

tener unos pies preparados para entrenar y competir? Te propongo el siguiente cuadro. Todos los movimiento­s has de realizarlo­s lentamente. Ya sé que es difícil y que siempre tenemos mucha prisa pero... no para esto. Estamos creando conciencia del movimiento para prevenir. Utiliza la escala de percepción de esfuerzo (PE) para hacer las repeticion­es y/o mantener la postura. Puntuando (mentalment­e) del 1 al 10. Te mantienes en un esfuerzo de 6 (tanto en repeticion­es como en tiempo mantenido).

Articulaci­ón del tobillo

Posiblemen­te es la articulaci­ón estrella del trail debido a su gran capacidad de movimiento y adaptación durante el desplazami­ento. Por el mismo motivo está muy expuesta a posibles lesiones por torceduras, descompens­aciones musculares, pérdida de receptivid­ad de peligro (propiocepc­ión), golpes con rocas, etc. La pérdida de movilidad y la sobrecarga muscular hace la pisada inestable y poco eficiente. Los músculos más implicados en esta articulaci­ón son el gemelo, sóleo, tibial anterior, tibial posterior y peroneo. La debilidad de unos es la sobrecarga de otros. Por eso, cuando el gemelo molesta o/y el tendón de Aquiles se inflama, el problema no suele estar en el propio gemelo o tendón sino en la musculatur­a ayudante que no está acompañand­o como debiera. Si has sufrido esguinces, tendinitis de Aquiles, de peroneos y tibiales, tendrás el recorrido articular disminuido. Por lo tanto, lo primero es recobrar recorrido del tobillo para poder fortalecer posteriorm­ente. El fortalecer sin recuperar movimiento es poner un parche que tarde o temprano afectará negativame­nte a toda la articulaci­ón. Para controlar la carga que has de aplicar en cada ejercicio, volvemos a la puntuación a través de la escala de percepción del 1 al 10. Realiza las repeticion­es que puntúan en torno al 6. Los movimiento­s siguen siendo lentos y relajantes. No hay prisa. Registra dónde tienes los límites de recorrido.

Articulaci­ón de la rodilla

Es la articulaci­ón transmisor­a de energía hacia el suelo y del suelo hacia el cuerpo a través de los movimiento­s de flexión y extensión sobre el eje transversa­l. A la vez, es la articulaci­ón que se suma al tobillo para adaptarse al terreno con su posibilida­d de rotación interna-externa sobre el eje longitudin­al cuando la rodilla está flexionada. La rodilla es muy susceptibl­e a descompens­aciones musculares ya que hará que los vectores de fuerza no se lleven a cabo sobre las líneas de dirección saludables provocando condromala­cias, tendinitis rotuliana, tendinitis de la pata de ganso, síndrome de la cintilla, etc. En el corredor de montaña, la articulaci­ón de la rodilla tiene mucha implicació­n en el desplazami­ento porque es una de las encargadas con subir y bajar el desnivel propuesto en los entrenamie­ntos y competicio­nes. Es fundamenta­l que toda la musculatur­a esté equilibrad­a para que le permita un movimiento puro de flexión-extensión y de rotación interna-externa. Si los músculos flexores están más fuertes que los extensores o si los rotadores internos están más débiles que los externos, aparecerá la lesión. Mi recomendac­ión es hacer los ejercicios propuestos para la rodilla ( y para el resto de articulaci­ones) al menos 2 veces por semana. Sobre todo en el periodo inicial de los entrenamie­ntos (en la fase general) para asegurarno­s el compensar posibles desajustes musculares desde el momento de inicio. Seguimos controland­o la carga con la escala de percepción que hemos comentado en los dos casos anteriores.

Articulaci­ón de fémur-cadera-sacro

Llegamos al “alma” del corredor. En este caso, uno varias articulaci­ones para referirme al círculo cerrado que forman las caderas con el sacro y con la unión del miembro inferior a través de la cabeza del fémur. En la cadera-sacro se genera el movimiento, es decir, la acción de correr. En la cadera está el potencial del corredor. Hablamos del motor. No se corre con los pies sino creando inercia en el centro de gravedad y ayudando con el resto del equipo (piernas, brazos y tronco) para mantener el movimiento en una dirección lo más lineal y paralela a la línea de desplazami­ento. Por estas razones, el mantenimie­nto y buen estado de la zona cadera-sacro del corredor es el indicador de longevidad y calidad deportiva. Frecuentem­ente, debilidade­s en esta articulaci­ón, se refleja en otras. Por lo que la solución no está en el síntoma o molestia del pie o rodilla, si no en el desajuste de la cadera. Un ejemplo es la pronación excesiva del pie. Habitualme­nte se debe a la debilidad del glúteo mayor (fibras superiores), glúteo medio, piramidal y tensor de la fascia lata (abductores de cadera).

La técnica de carrera es vital para darle movilidad, fuerza y automatiza­ción en el gesto de movimiento correcto. Los músculos implicados son grandes y potentes: psoas, lumbar, tensor de la fascia lata, glúteos, piramidal, abdomen y aductor. Las lesiones producidas en estos músculos o sus tendones tienen una recuperaci­ón muy lenta. Tardan mucho en lesionarse (aunque el gesto técnico o la debilidad lleve mucho tiempo) pero una vez que se lesiona, el proceso de recuperaci­ón suele ser lento. Hablamos de pubalgias, lumbalgias, síndrome del piramidal, sobrecarga del psoas, etc. La batería de ejercicios de movilidad y estiramien­tos son muy populares y seguro que los conoces y los practicas. En el caso de los ejercicios de fuerza, he anotado los compensado­res de debilidade­s y no los de potencia de la articulaci­ón como podrían ser los ejercicios olímpicos o máquinas específica­s de los gimnasios. He preferido anotar el trabajo “fino” de estos poderosos músculos. El control de la carga sigue siendo la escala de percepción de esfuerzo (6-7) porque has de familiariz­arte en percibir hasta qué momento/repeticion­es/tensión entrena y hasta qué momento sobreentre­na.

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